Las primeras noticias llegadas a Europa de la presencia del petróleo en nuestro territorio la dieron los cronistas españoles de la Colonia quienes, a partir del siglo XVI, la señalaron en dos zonas: en la isla de Cubagua y en el Lago de Maracaibo.
Debe recordarse que, entonces, tanto el petróleo como sus parientes –la brea y el asfalto–, solo se utilizaban para hacer fuego y calafatear embarcaciones. Debido a esto, su existencia en determinados territorios poco importaba en términos económicos.
El primero en informar de su presencia en el territorio que hoy ocupa nuestro país fue el capitán Gonzalo Fernández de Oviedo, en septiembre de 1535. Lo hizo en su Historia Natural y General de las Indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano.
Fernández de Oviedo señalaba que, en la punta oeste de la isla de Cubagua, había una fuente de un licor parecido al aceite. Dicha fuente se hallaba junto al mar y el licor que de ella brotaba salía con tanta abundancia que corría sobre las olas, originando una mancha que se extendía a más de tres leguas de la isla.
Según Fernández de Oviedo, el tal licor recibía tres nombres: Estiércol del Demonio, Petróleo y Asfalto. A continuación, el mismo cronista apuntaba que el licor en referencia era útil para el tratamiento de varias enfermedades y que entonces no se le conocía otra posibilidad de uso.
Luego, en la segunda parte de su Historia Natural y General, dio cuenta del petróleo que manaba en diferentes lugares de la Cuenca de Maracaibo.
Acerca del afloramiento de petróleo en Cubagua escribió también el clérigo, cronista y poeta Juan de Castellanos, en la primera parte de su Elegía de Varones Ilustres de Indias, por cierto, el poema en lengua española más extenso que se ha escrito, publicado en 1589.
Castellanos afirma lo siguiente en una estrofa, al hacer el elogio de la isla de Cubagua:
Tienen sus secas playas una fuente
al oeste donde bate la marina,
de licor probado y excelente
en el uso común de medicina;
el cual en todo tiempo de corriente
por cima de la mar se determina
espacio de tres leguas, con las manchas
que suelen ir patentes y bien anchas.
Los cronistas que escribieron entre 1552 y 1741 no informaron más nada al respecto y se limitaron a repetir lo dicho por Fernández de Oviedo, sin comprobar cuánto de verdad y cuánto de ficción había en lo que este había apuntado.
Cerca de trescientos años más tarde, el Barón Alejandro de Humboldt reseñó la presencia de asfalto y petróleo en varios lugares de la provincia de Cumaná. Hasta entonces no se tuvo noticia de otro yacimiento petrolífero en Venezuela.
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La razón de tal sequía informativa nos parece hoy bastante curiosa, pero se explica porque, desde la Colonia hasta el último tercio del siglo XIX, nadie quería e incluso evitaba las tierras donde había afloramientos de petróleo.
Entonces se les consideraba de muy poco valor, debido a que no se podía contar con ellas para la agricultura.
El mundo no se imaginaba que el petróleo adquiriría el papel protagónico que tiene en la economía y en la vida cotidiana de nuestro tiempo.
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Armando José Sequera es un escritor y periodista venezolano. Autor de 93 libros, todos publicados, gran parte de ellos para niños y jóvenes. Ha obtenido 23 premios literarios, ocho de ellos internacionales (entre otros, Premio Casa de las Américas, 1979; Diploma de Honor IBBY, 1995); Bienal Latinoamericana Canta Pirulero, 1996, y Premio Internacional de Microficción Narrativa “Garzón Céspedes”, 2012).
Es autor de las novelas La comedia urbana y Por culpa de la poesía. De los libros de cuentos Cuatro extremos de una soga, La vida al gratén y Acto de amor de cara al público. De los libros para niños Teresa, Mi mamá es más bonita que la tuya, Evitarle malos pasos a la gente y Pequeña sirenita nocturna.
«Carrusel de Curiosidades se propone estimular la capacidad de asombro de sus lectores».
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