En un partido plagado de sorpresas: lesiones tempranas, errores infantiles y un inesperado héroe, el Real Madrid, el Rey de Copas de Europa, conquisto en la arena de Kiev, Ucrania, su tercera Orejona consecutiva de Champions League (el primer equipo que lo logra) y la décimo tercera de su historia, 3 por 1 contra el Liverpool inglés.
Por otra parte, el técnico merengue, el francés Zinedine Zidane, también ingresa con paso firme en el templo de los inmortales al conquistar su cuarto gran título europeo a nivel de clubes, ya que como miembro también del Real Madrid, pero como su 10 indiscutido en la cancha, ganó la Champions con un golazo de volea, y de leyenda, en 2002, tras pase de Roberto Carlos en la final contra el Bayer Leverkusen en Glasgow, Escocia.
En cuanto al técnico alemán del Liverpool, Jurgen Klopp, se convierte lamentablemente en el técnico que más finales de grandes copas europeas ha perdido con tres (Champions 2013, UEFA Europa League 2016 y Champions 2018), con lo cual supera a los argentinos Héctor Cúper y Diego Simeone, con dos finales de Champions perdidas cada uno.
Salah y Ronaldo con más pena que gloria
Y si por otros imponderables será recordada esta final de Kiev, es porque los dos jugadores que acaparaban la atención para llevarse los máximos honores como estrellas del partido, el portugués Cristiano Ronaldo y el egipcio Mohamed Salah, tuvieron una participación para el olvido; Ronaldo porque nunca llegó a encontrarse en el partido, aparte de un tiro que rozó el poste superior en el primer tiempo y un malogrado remate a puerta en la segunda mitad que hubiera implicado en ese momento un 3 a 1 lapidario contra Liverpool.
En cuanto al egipcio Salah, los hechos fueron más cuestionables, ya que debió abandonar el partido, entre lágrimas de impotencia, apenas a los 30 minutos de juego, a causa de una lesión en el hombro derecho tras un encontronazo con el capitán madridista Sergio Ramos, quien le trabó el brazo como si de una llave de judo se tratara y sin que el árbitro principal, le pitara la evidente falta.
De allí en adelante, el Liverpool vio mermado el notorio empuje y dominio que hasta el momento había exhibido, donde solo la oportuna intervención del arquero costarricense Keylor Navas mantuvo un cero que parecía por momentos imposible. Poco después también saldría lesionado del juego, pero ahora del lado merengue, Daniel Carvajal, sin embargo, la baja del Liverpool siempre se sintió más determinante, aunque el primer tiempo acabó en cero y con mucha incertidumbre aún entre ambos bandos.
La noche negra de Karius y la hora de Bale
El arquero alemán del Liverpool, Loris Karius, no pudo mantener en el segundo tiempo la misma seguridad que había exhibido en el primero, y apenas en el minuto 50 del reinicio le hizo un regalito al gato Benzemá, poniéndole el balón prácticamente en los pies, en un apresurado despeje de mano, para que pateara el francés, ante el asombro general, el primer tanto de un Madrid que no convencía ni hacía méritos para otra Orejona.
Sin embargo, la reacción de los rojos del Liverpool fue casi inmediata para poner los hechos en su lugar, ya que hasta el momento los ingleses habían sido mucho más, y tras un zapatazo del senegalés Sadio Mané, quien asumió la responsabilidad del ataque tras la lamentable salida del egipcio Salah, Liverpool volvió a soñar con la Orejona en un estadio donde prácticamente jugaban de locales ante la avalancha de aficionados rojos que habían arribado a Kiev.
Pero nadie contaba con el galés Gareth Bale, quien apenas a los tres minutos de haber entrado en sustitución de un errático Isco (minuto 64) se inventó un gol de chilena al mejor estilo Ronaldo para anotar otro gol de leyenda en las estadísticas de la Champions y ante el cual nada hubiera podido hacer ningún arquero.
Después de allí, el galés se multiplicó en el terreno, al punto de que en el minuto 83, desde fuera del área, tal vez sin muchas pretensiones, pero poniéndole algo del veneno que lo hizo un referente en la Premier inglesa con el Tottenham Hotspur F. C., disparó un zurdazo que se le coló inexplicablemente al arquero Karius entre las manos para sellar el partido a favor del Madrid y amargarle aún más la noche al joven arquero alemán.
Ronaldo, el indiferente
Uno de los hechos más notables de la fiesta del Real Madrid en la noche de Kiev es que Cristiano Ronaldo no participó en ella. Si bien aceptó la medalla de campeón y se sumó al grupo para el levantamiento de la Orejona que haría el capitán Ramos, fue muy patente su frustración por no haber sido la estrella del partido, como muchos habían vaticinado.
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A tal punto llegaron las cosas que muchos comentaristas deportivos comenzaron a especular con una eventual, e impensada hasta ahora, salida del portugués de la Casa Blanca.
Ramón Núñez / Ciudad VLC
