Penélope Tovar-columna-Trazos en el tiempo-Bienal de Artes Visuales en pequeño Formato Arturo Michelena

Armando Julio Reverón Travieso nació un 10 de mayo de 1889 en Caracas, Venezuela, y es considerado uno de los artistas más importantes del siglo XX en América latina, llevando así el título de precursor del Arte Povera, sin embargo, considero que dicho título le queda pequeño ante su inmensa versatilidad como creador, y peor aún referirnos a Reverón como “El Loco de Macuto”, eso es claramente una barbarie, una afirmación de como la ignorancia se viste de hombre.

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Y es que el que no pueda comprender cómo este Mago de la Luz logró romper con el tiempo y el espacio debería autodenominarse loco. La genialidad de Reverón no solo le permitió casar al dibujo con la pintura, o a Juanita con la tela, el mar, la arena y el sonido de las olas, sino que místicamente desarrolló una relación amorosa nada convencional, y mucho menos a escondidas, con la escultura textil, la instalación, el ensamblaje artístico y, sobre todo, con el teatro.

En lo que a mí respecta, la vida y obra de Armando Reverón son una gran puesta en escena, acción poética a la que siempre me refiero como vientre gestante de la creación, ritual que permite tocar lo intangible, observar lo inexistente, sentir más allá de la carne y los huesos, llegar al mundo de lo inalcanzable, siendo solo sangre diluida sobre los cielos y tierra.

Su mágica esencia de hombre y alma primitiva nos permitió descubrir el alma de las cosas, adentrándonos en nuevas sensibilidades por lo orgánico, en una nueva visión del arte y la estética, utilizando infinitos recursos no convencionales que desmontaron aquella descripción occidental del arte como única descripción de la belleza.

Podríamos decir entonces que mientras Picasso se dedicaba a descomponer la forma y llegar a la simplicidad de la línea, Reverón, de este lado del Caribe, se encargaba de darle vida a la sangre, al excremento de gallina, al chimó, la piedra y el petróleo.

 

«Vine aquí a encontrar la sencillez y me encontré con la realidad», A. R.

 

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Es decir, Armando fue creando nuevas dimensiones estéticas, nuevas vibraciones de luz y, como si fuera poco, convirtió sus lienzos en cuerpos sonoros encarcelados entre hilos y pigmento, pero ¿cómo este caraqueño descalzo, casi desnudo a la orilla del mar, pudo lograr tal majestuosa obra? Solo tenemos que ver más allá del óleo, el temple, la acuarela o sanguínea, observen, sientan, detrás de cada plano superpuesto se encuentra el inmenso infinito de sus blancos donde divide su cuerpo de lo espiritual y lo carnal, ritual con el que comenzaba a embestir el lienzo.

Reverón esperaba durante meses  que la luna volviera  a estar en el mismo lugar para poder culminar el cuadro, se autoflagelaba con piedras, frotando sus  brazos y su  pecho hasta sangrar, para llegar a un estado mágico espiritual, taponaba sus oídos con tacos de algodón o pelotas de estambre para aislarse del exterior, andaba descalzo para tener contacto directo con la madre tierra y ataba  dos libros sobre su cuerpo: El Quijote a la altura de su  vientre y la Biblia a la altura de sus riñones.

Sin duda alguna, Armando Reverón no podía estar a nivel de un sujeto común y mucho menos tenía nada que envidiarle a los artistas de la época nacidos en Europa, y es por eso que, en el 2007, el MOMA le organiza una retrospectiva; siendo la primera dedicada a un venezolano y la cuarta a un pintor latinoamericano, medio siglo después de Diego Rivera (1931), Cândido Portinari (1940) y Roberto Matta (1957).

 

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Fue admirado por artistas e intelectuales como Pablo Picasso, Carlos Cruz-Diez, Fernando Botero, Gabriel García Márquez, Antonio Saura y Sofía Ímber, entre otros. Y en conmemoración de su natalicio cada 10 de mayo se celebra en Venezuela el Día Nacional del Artista Plástico, y es así como nuestro Museo de Arte Contemporáneo de Caracas hoy lleva su nombre.

Hoy los restos de nuestro Mago de la Luz se encuentran en el Panteón Nacional como símbolo de su invaluable aporte y legado a la cultura venezolana y latinoamericana.

 

«Pinto porque esa es mi vida y no puedo evitarlo», A. R.

 

Continuará…

 

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Penélope Tovar, artista plástica, egresada de la Escuela de Artes Plásticas “Arturo Michelena”; es también licenciada en Pedagogía Alternativa, mención Desarrollo Artístico, por la Universidad Nacional  Experimental “Simón Rodríguez” (UNESR). Ha participado en exposiciones  colectivas a nivel nacional (Galería de Arte) e internacional (Canadá, EEUU, Reino Unido, Portugal y España). Exposiciones individuales: Museo de Bellas Artes de Caracas y Museo de Arte Valencia (MUVA).  Reconocimientos: Artista  Joven del mes de Noviembre 2021 por el Museo de Bellas Artes, Caracas, Venezuela.

Actualmente es facilitadora en Arte-terapia en el Centro de Neuro-desarrollo “KOKIGYM”, apoyando en la rehabilitación de niños y niñas con discapacidad.

 

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