Sábado: «Horizontes imborrables», por Luis Alberto Angulo

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Si nacimos en la costa o en plena sabana, en el desierto o en la montaña, en el “piedemonte” o en alta mar, lo importante será siempre descubrir y mantener en nosotros mismos, la línea que ubica tierra y cielo.

Los «Horizontes Imborrables», de Christian Farías (Puerto Cabello, 1957), le hablan de ese sentimiento que señala al poeta como hijo de su decir y creador de su propio destino. El hombre, frente a la mar inmensa, que contemplando obsesionado la imborrable línea, se mira a sí mismo con asombro.

La luz lo enceguece y la espera lo hace descubrir los miles de tonos del día   y aún de la noche profunda a la que irremediablemente es arrojado una y otra vez para reaparecer en la orilla absoluta de un tiempo siempre presente.

Este poemario toca, de una u otra forma, el sentimiento universal que intuye su vínculo con las grandes aguas. Cada uno de nosotros lleva un mar en el alma. En el naufragio de la noche más oscura, aspira un puerto tranquilo en el que por amarras sea suficiente el cabello indestructible del amor.

Estos “Horizontes imborrables, poemas de mi Caribe natal” de Christian Farias, me recuerdan la atmósfera de los “Apuntes de la costa” de Carlos Ochoa, libro del que, de igual manera, fui testigo de su nacimiento. Ambos hermanan nuestra emoción profunda por esa misteriosa y legendaria ciudad, asentada a la orilla del Caribe por debajo del nivel del océano. Enhorabuena a esta nueva voz del poeta y su crónica amorosa de Puerto Cabello.

El horizonte del que nos habla Christian en su libro, ciertamente es marino y porteño.  Está vinculado a su niñez, pero más que un ayer, es un ahora. Puerto Cabello, la imagen que plena íntegramente  este poemario, es una vía  y un destino.

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“Mi hermano Rigoberto

Charrasqueaba el cuatro

Hasta casi reventar las cuerdas

Y luego lo extendía

Y la gente colaboraba

Mientras otro movía las maracas

Y yo las chapas de la Cola G

Clavadas en el palo de la escoba

De nuestra casa

Recorríamos el centro del Puerto

Hasta agotar la noche

Como niños de la calle

Con nuestra parrandita

De navidad y año nuevo”

 

#

“Detenido en mi propio silencio

Miré hacia adelante

Sentado

Sobre una nube crepuscular

Vi su figura suprema

Coronada de gloria

Nos dimos la mano

Y regresé con el ave dormida

En mi pecho”

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“El Puerto renace cada amanecer

Sobre su misma línea

En equilibrio perfecto de mar y tierra

La ebriedad muere en las calles

Bajo el amparo de la luna

Y el dolor en el vientre del cerro

Le parte los huesos a la esperanza

El sonido del oleaje

Arrulla los cuerpos encriptados

Bajo el zinc

Detrás de las tablas

Y sobre los cartones”

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Mi Puerto natal es una cuna de barcos Mecidos sobre la mar

Sueños y vigilias de hombres ebrios Amantes del ponsigué y del agua de coco De almas desprendidas

Como los frutos de los conucos

Palomas incesantes del infinito

Como el oleaje sereno y profundo

Somos pasión y sonrisa

De la vida sobre el amanecer

De la existencia sobre la memoria Resguardada en los libros de las calles Junto al mar

Donde cada día

Todos comulgamos en secreto

Con el vuelo del colibrí”


DEL MISMO AUTOR: SÁBADO: «ANIVERSARIOS», POR LUIS ALBERTO ANGULO


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“Mi padre es un hombre del siglo XX
Tan noble como la espada de Bolívar
Peregrino apóstata de sangre caribe
Y apresto guardián de la vida
Cuando le hablaba a mi madre Yo sentía los sonidos del malecón
Y lo miraba cargado de tiempos
En su alma de apóstol inocente
Sus palabras redondas como la Luna
Deambulan silenciosas por las calles
O se cultivan en los huecos del malecón
Y renacen como los mangos y las lechosas
Los hombres y las mujeres del agua
Los hombres y las mujeres de la tierra
Las criaturas del cerro
Del muelle
Y del barrio La Isla
El Puerto todo es una epifanía
En su rostro de quijote caribe
Nueve hijos y muchas mujeres
Enamorado de la vida
Como si fuera un bolero
De sus hijos y sus pasiones
Con sus ojos de peregrino
Cabello gris y brazos abiertos”
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“Parecía un cantor de tiempos postreros Abrazado a sus propios enigmas 
Padre poeta de elegancia sencilla y fina En la plenitud de su Puerto
De sus cantos y resistencia
Sus ojos se escapaban por las calles 
Y corrían por el mar
Ojos de pescador prodigioso y dulce Como las melodías de un vals
Cuando lo oigo con su voz de monje 
Sus gestos y sus palabras 
Recuerdo al niño en su propio rostro
Y viajo con él en su barco de tierra y aire
En su terruño de ermitaño llamado Monteamor”

*Farías, C. Horizontes Imborrables. Poemas de mi Caribe natal. Fondo Editorial “Nos Une La Poesía”- Editorial Madriguera, Mérida, Venezuela. 2022.

 


Autor: Luis Alberto Angulo, poeta, articulista, ensayista, antólogo, cronista literario, editor y promotor de las artes y de la solidaridad.

Algunos de sus libros: Coplas de la edad ligera (Monte Ávila Editores, Col. Altazor, 2021), Antología del decir (Monte Ávila Editores, Col. Altazor, 2013), La sombra de una mano (Monte Ávila Editores, Col. Altazor, 2005), y Fusión poética (Universidad de Carabobo,  2000), reúnen su obra poética publicada: Viento barinés (UC, 1978), Antología de la casa sola (Fundarte, 1982), Una niebla que no borra (Sec. Cultura Carabobo, 1984), Antípodas (Predios, 1994), De norte a sur (UC, 1999), Fractal (Monte Ávila, 2005), Imágenes del parque, y Poética del decir (Monte Ávila, 2013).