Sábado: «Luces de Diciembre», por Luis Alberto Angulo

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Luces de Diciembre

 

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Hubo un momento en que los días no tenían nombres, en los que solo el clima, la luz y la sombra, la carencia y la abundancia, marcaban la vida humana. Pero aún en aquel lejano tiempo sin horas ni calendarios, el humano sintió la intensidad o levedad de la atmósfera y del clima que, sin separación, lo rodeaba. Aún en medio de los  peores pesares ha existido siempre un tiempo hermoso.

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-También en la propia infancia hubo un espacio virginal del tiempo. Días más azules y frescos, aromas y nostalgia con alegría. Recuerdo los paseos familiares a la capital recorriendo unos cincuenta  kilómetros de ida y vuelta, en la vieja camioneta Willis de mi padre, solo para ver las luces de la avenida llamada entonces “23 de Enero”, en Barinas-.

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Desde remotos tiempos, en lo que corresponde a este mes, se cierra y se inicia una etapa social humana. Se habla posteriormente de una estrella anunciando el advenimiento de un ser sagrado. Se celebra la esperanza en el Nacimiento de un niño dios redentor de la humanidad toda.

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Recientemente hemos tenido en Venezuela una verdadera agresión en contra de Diciembre, una época tan arraigada simbólicamente en el imaginario colectivo. Se desarrolló, desde el antagonismo más recalcitrante en contra del gobierno bolivariano, una estrategia para agredir culturalmente la alegría espontánea de los sectores populares, su fe sencilla, su fiesta amorosa de carácter religiosa y pagana centrada en el núcleo familiar.  Con aquello de “no hay nada que celebrar”,  se intentó cancelarle toda esperanza al ciudadano común.

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En casa, los preparativos navideños comenzaban con el cumpleaños del hijo

mayor el Día de la Virgen de Guadalupe, el doce de diciembre y, luego, se inició el seis de noviembre  con el nacimiento de mi hija  y ratificado con el de una nieta. La celebración es un estado del alma y no depende de otra cosa sino de ella.

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Hay quienes protestan por las luces y el embellecimiento de la avenida Bolívar norte de Valencia. Son los mismos que se indignan por el gasto en luces, pues ese dinero debería invertirse en los hospitales, pero sin embargo pertenecen al grupo que apoyó el robo de activos a la Nación y la payasada de un gobierno nombrado a dedo por un imperio moderno.

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Algo de Amanaú:

 

El Ojo de Silecius

 

Si el ojo se contemplara

vería de afuera adentro,

y a todo le declarara

lo eterno de su contento.

 

“Es la ventana del alma”

Leonardo lo dice en verso,

el ojo anda y desanda

las obras del universo.

 

“El ojo que mira a Dios

es el mismo que te mira,”

el ángel se enseñoreó

con la fe de tanta vida.

 

MÁS DE LUIS ALBERTO ANGULO: “Fútbol, Samarcanda, Qatar y Barinitas”

 

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Luis Alberto Angulo [Rivas]. PoetaNació en Barinitas, estado Barinas (1950). Reside en Valencia desde hace cincuenta años. Es autor de los libros de poesía Coplas de la edad ligera (2021), Antología del decir (2013), y La sombra de una mano (2005), publicados por Monte Ávila Editores Latinoamericana, así como de Fusión poética (2000) en la Universidad de Carabobo, institución en la que obtuvo el Primer Premio del IV Concurso Internacional de la Revista Poesía.

También es premio nacional de poesía Dr. Francisco Lazo Martí. Ha publicado selecciones poéticas de San Juan de la Cruz, Miguel Hernández, Enriqueta Arvelo Larriva, Ana Enriqueta Terán, Lubio Cardozo y Ernesto Cardenal, y la antología Rostro y poesía, Poetas de la Universidad de Carabobo.

Es coautor de las compilaciones: El corazón de Venezuela, patria y poesía, y de Poetas venezolanos en solidaridad con Palestina, Iraq y Líbano.

Fue director de la Revista Zona Tórrida (UC) y de REDVE (Red Nacional de Escritores de Venezuela).

 

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