Sábado: «Viernes Santo, Sábado de Gloria, Domingo de Pascua de Resurrección» por Luis Alberto Angulo

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El viernes Santo, que recuerda el martirio final, la agonía y muerte de Jesús, El Cristo, es simbólicamente, el más triste de los días.

Un momento oscuro en la historia de la humanidad que resultaría insoportable recordarlo sin el milagro de la resurrección.

Todo el sufrimiento y todo el dolor del mundo se agolpan allí.

Están juntos el Gaza palestino de hoy y el genocidio judío por el nazismo.

Son las guerras mundiales y las innumerables y cotidianas agresiones de exterminio del hombre contra el hombre.

Es la enfermedad, la sed y el hambre.

Es el aislamiento, el desamor, la ingratitud, el acoso, el expolio, la vergüenza, el miedo, el terror, la mentira, la manipulación, el chantaje, la inquina y la traición.

El Viernes Santo es el día de la necedad ilustrada que juzga y condena al Justo con retórica leguleya. Un día que lo niega todo y sin embargo, es el día universal de la esperanza.

Nacer, vivir, sufrir y morir como humano; como ser vivo consciente siendo Dios, es la enseñanza sublime. El retorno a la vida después de la muerte y el nacer de nuevo a través de su sacrificio en esta misma existencia.

La enseñanza de Jesús es todo lo que se conoce de él y se dice en los Evangelios. La dimensión de su palabra se agranda en el tiempo. Es un verdadero horror utilizar su nombre para justificar invasiones, genocidios y confrontaciones bélicas entre individuos de la comunidad humana.

Su reino no es de este mundo y su ejército es el del amor. Oigamos qué nos dice Jesús desde el fundamento mismo de su doctrina:

SERMÓN DE LA MONTAÑA
(Mateo 5; 1-12)

“Al ver Jesús a las multitudes, subió al monte; se sentó y se le acercaron sus discípulos; y abriendo su boca les enseñaba diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los cielos: Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados. Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque quedarán saciados: Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios.
Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque suyo es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados cuando os injurien, os persigan y, mintiendo, digan contra vosotros todo tipo de maldad por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo: de la misma manera persiguieron a los profetas de antes de vosotros.”
……….
“13 Ustedes son la sal de la tierra: si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá su sabor? Sólo sirve para tirarla y que la pise la gente.”

Que Jesús renazca en tu corazón.

 

MÁS DEL AUTOR: SÁBADO: “MURAL” POR LUIS ALBERTO ANGULO

 

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Luis Alberto Angulo [Rivas]. Poeta, promotor, animador cultural, editor literario y articulista nacido el 13 de enero de 1950 en Barinitas, estado Barinas, residenciado en Valencia. Autor de los libros Coplas de la edad ligera (2021), Antología del decir (2013), y La sombra de una mano (2005), publicaciones de Monte Ávila Editores  (Colección Altazor), así como de Fusión poética (2000) en la Universidad de Carabobo; tomos que compilan su obra poética integrada por una veintena de poemarios. Obtuvo el Primer Premio del IV Concurso Internacional de la Revista Poesía (UC). También es premio nacional de poesía Dr. Francisco Lazo Martí del Ateneo Popular de Calabozo y Primer premio de poesía de la Universidad Rómulo Gallegos en San Juan de los Morros. Ha publicado selecciones poéticas de San Juan de la Cruz, Miguel Hernández, Enriqueta Arvelo Larriva, Ana Enriqueta Terán, Lubio Cardozo y de Ernesto Cardenal (de quién es prologuista de la única edición en vida de su Obra poética completa), así como la antología Rostro y poesía, Poetas de la Universidad de Carabobo.

 

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