«Simón Rodríguez: Formar republicanos para tener República» por José D. Capielo

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A propósito del natalicio del gran maestro don Simón Rodríguez, reseñaremos algunos elementos sobre su extensa obra; en una reivindicación necesaria para los procesos emancipadores en nuestro continente.

Cabe destacar que la Universidad Nacional Experimental “Simón Rodríguez” (UNESR) ha cumplido una importante labor editorial sobre el pensamiento educativo del maestro Rodríguez, principalmente en el presente siglo.

En 2016 se hizo una reedición digital de sus principales escritos, disponible a través de la página: http://www.unesr.edu.ve/obras_completas_simon-rodriguez.pdf.

Simón Narciso Rodríguez nace un 28 de octubre de 1769, siendo un hijo sin padres conocidos (expósito). Esta condición de “marginado social”, lejos de amilanarlo, lo llevó a formarse con más ahínco, logrando obtener el título de maestro apenas a los veinte años de edad, para después ejercer en la Escuela de las Primeras Letras de Caracas, la única de carácter público, de las tres existentes, teniendo a su cargo unos 114 discípulos; entre quienes estuvo el propio futuro Libertador, Simón Bolívar.

Propone luego al Cabildo una reforma para mejorar la escuela, la cual es negada; por lo que renuncia a finales de 1795.

Inmediatamente después vendría su salida de Venezuela, lo cual se asocia a su participación en la Conspiración de Gual y España, por lo que decide huir, e incluso cambiarse el nombre a “Samuel Robinson”. Inicia así un recorrido que lo llevó a Jamaica, EEUU y luego a Europa.

En este largo período de unos 25 años, además de visitar varios países; ejerce oficios múltiples, se instruye, estudia, investiga y fortalece sus propias concepciones tanto educativas como políticas.

No fue como señalan algunos detractores, un “vagabundeo” por el mundo. Estuvo en EEUU y se percató de cómo, a pesar de una moderna Constitución, se segregaba a los afrodescendientes. En Francia, critica la revolución, que más que escuelas, jerarquizó la guillotina.

Critica asimismo las monarquías todas, el autoritarismo y el sometimiento de los pueblos. Plantea, ante un incipiente capitalismo, que un jornalero se diferencia poco de un esclavo. Señalaba igualmente que la enfermedad de ese tiempo era ya “la sed insaciable de riqueza”.

Cuando se reencuentra con su discípulo Simón Bolívar en Europa, lo asiste en su pesadumbre ante la viudez, e indudablemente influyó en la decisión de asumir a plenitud la lucha independentista. No era un individuo de armas y, por tanto, no acepta regresar junto a Bolívar en 1806, luego del Juramento en Monte Sacro.

En 1823, tras lograrse la independencia de la Gran Colombia, es  que decide regresar a América, y lo hace por Cartagena de Indias, buscando siempre a su discípulo, con el que aspiraba se pudiera ensayar, definitivamente, su proyecto de educación popular y social.

Después de contactar a Bolívar en 1825, surge su nombramiento de Director General de Educación en el Alto Perú, hoy Bolivia, siendo Antonio José de Sucre presidente de la misma. Inicia su proyecto en la localidad de Chuquisaca, y nuevamente se imponen las intrigas, los prejuicios; todo lo cual provoca la renuncia de Simón Rodríguez y el fracaso de la iniciativa. Don Simón lamentó siempre no permanecer cercano a Bolívar.

El Maestro inicia así un largo peregrinaje por Bolivia, Chile, Ecuador y Perú, con el agravante de la muerte de Bolívar en 1830, sobreviviendo y siempre reivindicando su condición de educador, difundiendo y publicando parte de sus obras principales; hasta febrero de 1854, cuando muere en Amotape, en la más completa pobreza. Nunca quiso regresar a Venezuela y solo cien años después de su muerte sus restos ingresaron al Panteón Nacional.

Para Jesús Andrés-Lasheras (UCV, 2001), Simón Rodríguez fue un hombre vertical, recio, delicado y magnánimo: “Un buen hombre”, como el mismo se autodefinió; un pensador, que se atrevió a pensar, que dominó el pensamiento ajeno no por erudición, sino para construir el propio. El creyó poder cambiar radicalmente con la educación, enseñando al pueblo a pensar y a trabajar.

 

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También el desaparecido profesor Emil Calles Paz, rector de la UNESR (2000-2006),  señalaba: “La visión social y colectiva de Simón Rodríguez tiene plena vigencia en la Venezuela de este siglo, ya que representa recuperar la validez universal de una concepción ética política, fundamentada en los valores trascendentales del ser humano, en la búsqueda incesante, no concluida, de una sociedad más justa”.

A 252 años del natalicio de don Simón Rodríguez, reafirmamos su ideario educativo-libertario: “Nuestro continente es el único lugar donde están dadas las condiciones para impulsar el original proyecto de una nueva sociedad igualitaria”. Perseveremos en ese camino.

 

Ciudad VLC / José David Capielo