En la madrugada del 15 de abril de 1912, el hundimiento del mayor barco construido hasta entonces por la mano del hombre, que algunos calificaron de insumergible, se llevó la vida de 1.495 personas y dio lugar a la mayor leyenda de la historia de la navegación marítima.
El Titanic tenía botes salvavidas para unas 1.200 personas, pero había cerca de 2.200 a bordo.
Inmediatamente después de la tragedia se escribieron crónicas, se hicieron averiguaciones, nacieron suposiciones de cómo había transcurrido la fatídica jornada.
Durante muchos años historiadores, buscadores de tesoros, oceanógrafos y empresarios han buscado los restos del naufragio. Y fue en 1985 cuando se localizó el Titanic en el fondo del mar, a 4 kilómetros de profundidad y a unos 800 kilómetros de la costa de Canadá.
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Entonces se inició la tarea de recuperar los restos del Titanic para saber más sobre su historia y para preservar su memoria. El trabajo de recuperación aun no ha terminado, pero los objetos salvados ofrecen información sobre cómo se desarrolló la tragedia.
La historia del Titanic, y la de sus dos barcos gemelos, el Olimpic y el Britanic, había comenzado en la mansión londinense, propiedad de Lord James Pirrie socio mayoritario de los astilleros más grandes del mundo, Harland and Wolf.
En esta casa se reunió la noche del 10 de junio de 1907, con Bruce Ismay director gerente de la compañía naviera White Star Line, y decidieron la construcción de los tres barcos más grandes del mundo.
Esa noche también decidieron los nombres que llevarían cada barco. Al primero le llamarían Olimpic, al segundo Titanic y el tercero Gigantic, nombre que después de la tragedia del Titanic cambiaron por Britanic.
Curiosamente, la casa donde nació el Titanic, es en la actualidad la Embajada de España en el Reino Unido.
La construcción de un sueño: el Titanic
En los astilleros Harland and Wolf trabajaron cerca de 3.000 hombres durante 27 meses, para terminar la construcción del Titanic y para levantar el gran transatlántico, se necesitaron 27.000 toneladas del mejor acero de la época.
El casco del Titanic estaba compuesto por chapas de acero, de 2 ,5 cms de grosor, que se unían con más de 3 millones de remaches.
Bruce Ismay, director gerente de la compañía naviera White Star Line, sobrevivió a la tragedia aunque, por ocupar el puesto de una mujer en un bote salvavidas, fue rechazado por la sociedad británica y murió en la soledad de su mansión irlandesa en 1937.
El Titanic se pone en marcha
El 10 de abril de 1912 el Titanic iniciaba su viaje inaugural y partía desde Southampton (Inglaterra) rumbo a Nueva York. El buque zarpó con casi una hora de retraso ya que al salir estuvo a punto de chocar con otro barco que estaba amarrado en el puerto.
El Titanic zarpó con alrededor de 2.224 personas a bordo, entre pasajeros y tripulantes.
La mayoría de los que portaban el billete eran hombres y mujeres que viajan para buscarse un futuro mejor en Estados Unidos.
Aunque, el lujo que se anunciaba sobre el interior del Titanic atrajo a muchos ricos y famosos, con camarotes de primera clase que eran espaciosos, confortables y refinados, inspirados en la ornamentación del Palacio de Versalles, que era una constante en la mayoría de las estancias del buque con un elegante mobiliario en estilo Luis XV completaba el conjunto.
Lujo y elegancia a bordo
Las zonas del barco reservadas para la primera clase estaban equipadas con todo tipo de comodidades: piscina, gimnasio, cancha de squash, baño turco.
Todo ello decorado de forma majestuosa. Por ello, el buque también representa la diferencia de clases de la época, porque la decoración se encargaba de dejar a la vista además de gustos, el nivel, la clase social o el poder adquisitivo de quien pudiera disfrutar de ella.
Un ejemplo de ello es la majestuosa escalera imperial de madera de roble, de doble curva, con una barandilla lujosamente decorada en oro, y rematada por una cúpula de cristal por la que entraba la luz natural que presidía la zona de primera clase del barco.
El hundimiento
Cuatro días después de haber comenzado su primer viaje, la tripulación comenzó a recibir mensajes de otros barcos advirtiendo sobre varios icebergs en el camino, sin embargo, algunas de estas recomendaciones no fueron tomadas en serio y el capitán Edward J. Smith se fue a su habitación a las 21:20 horas.
Los vigías intentaron ser un poco más diligentes con la observación, pero el barco seguía yendo a toda velocidad, y a las 23:40 horas chocó contra un iceberg. La noche era clara, pero la luna no brillaba y los vigías no tenían binoculares, por lo que solo pudieron ver el iceberg cuando estaba delante de ellos.
Cuando se dio la alarma se ordenó virar a estribor (hacia la izquierda) y poner los motores en reversa, y aunque tenía margen para hacerlo, no fue suficiente.
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Los pasajeros no se dieron cuenta de la situación porque el golpe apenas se sintió, pero a las 00:05 horas los botes salvavidas ya estaban siendo desplegados y cinco minutos después se estaban realizando llamadas de emergencia. Dos horas y cuarenta y cinco minutos después de la colisión, la nave se había hundido por completo.
El buque sólo llevaba botes salvavidas para aproximadamente la mitad de los viajeros pero la compañía estaba tan segura de que el barco no se podía hundir, que solo habían 20 botes salvavidas. Los botes luego fueron necesarios, pero lamentablemente no suficientes.
Quienes no alcanzaron a subir a los botes salvavidas (gran parte de la tripulación y los pasajeros de tercera clase) tenían chalecos salvavidas, que de nada les sirvieron en las heladas aguas del atlántico norte.
Historias para contar
Juntos hasta la muerte
Tras el choque con el iceberg los Straus y su personal son guiados al gimnasio para esperar la posibilidad de ser embarcados en un bote salvavidas.
Son asignados al bote nº 8 y en consideración a su edad Isidor Straus es invitado a abordar dicho bote junto a su esposa y su doncella Ellen Bird; pero Isidor Straus se niega, diciendo: «No subiré a ese bote antes que cualquier otro hombre».
Su esposa Rosalie Ida deja entonces su lugar y le dice: «Hemos estado viviendo juntos muchos años y dondequiera que vayas, yo voy». Los esposos Straus murieron juntos a bordo de la nave después de negarse a ser separados.
Su doncella fue la única que no abandona el bote y por su testimonio se supo la verdad del comportamiento de los Straus en los últimos momentos del RMS Titanic.
La «insumergible» Molly Brown
Margaret Brown fue conocida en sus primeros años como «Maggie” Tobin, una de las hijas menores de una familia muy humilde; pero su destino cambió cuando se casó con Jim Brown, un nuevo rico gracias a las ganancias en las minas americanas.
En 1912 estaba recorriendo Egipto cuando le llegó noticia de que su nieta mayor estaba gravemente enferma que es cuando decide regresar inmediatamente en el primer barco que tuviese un viaje directo a Nueva York. Este barco, por supuesto, era el Titanic.
Tras el naufragio, Margaret había pasado el tiempo ayudando a personas a llegar a los botes hasta que personal del barco la convenció de abordar el bote número 6, pero cuando notó que comenzaban a alejarse sin haber llenado los botes de pasajeros, empezó una batalla campal con el capitán.
El hombre a cargo del bote, Robert Hitchens, temía que si volvían a acercarse al Titanic podrían ser arrastrados por la succión o la cantidad de personas extra podría hundirlos.
«volvían o lo tiraba al mar y ella tomaba el bote a la fuerza»
Así fue como pasó a ser conocida como Margaret “Molly” Brown apodada “Insumergible” después de conducir su bote salvavidas para rescatar a pasajeros varados en medio del océano.
El rescate
El Carpathia era un trasatlántico que había zarpado desde Nueva York y al recibir la noticia del desastre, el capitán Arthur Rostron mandó desviar el rumbo para acudir a asistir a los supervivientes.
De las 2.222 personas que viajaban a bordo, tan solo se salvó el 32 por ciento de los pasajeros, pero de haberse llenado los botes se habrían salvado 1.778 viajeros.
Objetos recuperados
Este reloj de bolsillo, perteneciente a uno de los pasajeros, se paró a la 01:50 horas del 15 de abril de 1912, una hora y media después de que el Titanic comenzara a hundirse.
La última superviviente
Milvina Dean (1912-2009) fue la última superviviente del hundimiento. Además, era la pasajera más joven, ya que tan solo tenía dos meses cuando el Titanic zarpó. Su padre falleció en el accidente y, tras el desastre, ella y su familia regresaron a Inglaterra.
Danilo González / Ciudad VLC / Muy Historia