«Tremendo susto nos dio el gordo Rotondaro»…

La muchacha de la «escuelita» Domingo Savio jamás podrá olvidar aquellas mañanas sabatinas que constituían la última actividad escolar, cuando se recibía la boleta de calificaciones de la cual dependía el que pasásemos un domingo divertido y hasta con «rial», o por el contrario, un día de castigo inevitable; que iba, desde el simple encierro, hasta la sesión de rodillas durante una hora.

 

– Nojile, mano! Tronco de vaina me echó Quiñones!

– y qué te hizo el bachiller Quiñones .. ?

– Na menos .. ! Fíjate: Cero en «aplicación», Cero en aseo y Cero en conducta..!

– No será porque nunca te lavas las orejas…?

– Si! mama gallo y tira cohetes …! Y yo que pensaba ir con el loco Rolando Pizá, a jugar pelota en El Palotal..!

 

Sin duda aquello de las «malas notas» era terrible…! Sobre todo porque a menudo, los alumnos del cuarto grado solíamos ponernos de común acuerdo para jugar pelota sabanera, patear al arco o sea «vivir alguna aventura», después de salir de clases con la boleta de calificación semanal en el bolsillo.

Era cuestión de autodisciplina, porque a ninguno de nosotros se le ocurriría evadir lo de la boleta.

 

– Dónde está la boleta…?

– Bueno… este, la entregan mañana, después de la misa…!

– Mmmm… bueno, ya sabes lo que te espera si lo que dices es mentira!

– Noo!.. Verdaíta, Minina, verdaíta! no es así Raúl?

– Bueno… A mi no me metas, en tu vaina, vale.!

 

Bastaba ese titubeo para que la tía-madrina entrara en dudas…

 

– Por si acaso, hoy no sale para ninguna parte y ya veremos mañana, cuando traiga la boleta.!

– Te fijas pajinol…? Ahora me tengo que calá yo también lo del castigo a menos que… ¡Epa Minina! a mi si me dieron la boleta! Mire: 12 en aplicación; 20 en aseo, 20 en conducta!

– No ve…? Así es…! como se hace …! tiene permiso para ir esta noche al cine Raúl…!

– Y yo… Minina y yo?

– Mañana, cuando traiga la boleta… y ni una palabra más….

 

Ese día, hube de llenar cuatro pipotes con agua, para lograr el permiso de asistir al cine, porque esa noche proyectaban una película de vaqueros con Tim Mac Coy, Bob Steele y Collie Sanders.

Por supuesto que, después de misa, estuve castigado todo el domingo, por haber sacado «cero» en conducta .. !

El sábado siguiente, habiendo obtenido buenas calificaciones, pude lograr permiso para acompañar a un grupo de compinches y disfrutar de un buen baño en la piscina natural que se formaba en el «aliviadero» de La Caja de Agua.

 

«La Caja de Agua», era el reservorio o «acueducto de Valencia» que se localizaba en la parte más alta del Noroeste, donde comenzaban las estribaciones del Cerró de Guacamaya, dando lugar a un hermoso y fresco valle que se extendía después de la Sabana de Los Colorados hacia el oeste, atravesando el Portachuelo y prolongándose más allá de la laguna de Guataparo. Una frondosa arboleda de frutales: mango, mamón, cotoperí, guamo, caimito, níspero y bucares, caobos y acacios, daban el frescor.

El agua bajaba por gravedad desde una pequeña represa en la quebrada de El Torito, detrás de Tocuyito, por una tubería.de cierto diámetro, que todavía surte de agua a las instalaciones de lo que conocemos como El Acuario. Desde allí se distribuía a casi toda la ciudad y ya la gente no traía el agua del Río Cabdales, sino que utilizaba los surtidores o «pilas».

Era precisamente en el pozo del aliviadero o rebase, donde nos bañábamos. Un tubo de unos cuarenta centímetros de diámetro, se proyectaba hasta la mitad y de él fluía el excedente de agua, que rebozaba de los enormes tanques de almacenamiento.

El extremo del tubo, servía de «trampolín» para las zambullidas…

Vimos al travieso y muy pesado «Gordo Rotondaro» taparse la nariz con los dedos y saltar hacia el agua.

 

– Cuida’o barril de manteca…! NO te zumbes así…!

 

Tras la advertencia y el despectivo, Rotondaro intentó darse vuelta, perdiendo el equilibrio y cayendo al agua, no sin antes golpear fuertemente el tubo con el lado izquierdo de la cabeza!

Rápidamente, saltamos todos al pozo! Armando Guevara lo agarró por una pierna. Ornar Lucena por el cabello… yo lo halaba por el calzoncillo y Carlos Soto y Máximo Torrealba por los brazos…!

 

– Cómo pesa este barril de manteca .. !

– Fíjate que por decirle así fue que se golpeó ..

– Vamos, vamos… por esas raíces lo subimos…

– Si vale! porque esa greda es muy resbalosa .. !

 

Como pudimos, sacamos a Rotondaro sin conocimiento y lo acostamos en la orilla, en el borde de cemento..

 

– Cónfiro chico … no respira ..!

– Debe ser que está muerto, ¡vale! y ahora qué hacemos?

– «En el «pozo del Scout», tuvimos un accidente similar, pero el sargento Vargas le dio respiración «boca a boca» .. !

 

– Y tu viste cómo era .. ?

– Claro! Se le tapa la nariz y con la boca, se sopla aire a los plumones! digo … a los pulmones…

 

– A los dos pulmones .. ?

– Claro loco .. ! Va a ser a uno sólo..? Tú sí que eres ganso!

– Bueno, vamos a darle..! Empieza tú..!

– Quién? yo? Vasié . .! Tú, que eres el que sabe!

– Yo digo que hay que ponerlo, boca abajo .. ! Vamos a darle entre todos! Así… a la una alas dos… Y alas tres!

 

Como pesaba el pobre gordo! unos ochenta kilos y apenas trece años de edad; era el mayor de todos los del cuarto grado!

 

– Ya se está poniendo tieso … y frío..!

– Tieso y frío tienes tú el coco, chico!

 

Algunos de nosotros lo «jamaqueó» fuertemente y el gordo, tosió y botó el agua que se había tragado! Aún lado de la cabeza, un enorme chichón…. El gordo puso su mano en el sitio donde se había golpeado y dijo:

 

– Y quién me dio este mamonazo .. ? Fuiste tú, Guevarita…?

– Quién yo..? Que vaá oh..! Ese golpe te lo diste tu mismo contra el tubo… De vaina no te mandaste pa’ donde San Pedro!

– Ah…! Bueno…! Ahora si me acuerdo! Cuando el barrigazo!

– Que tremendo susto nos diste!. Creíamos que estabas listo!

– Yo tengo más vidas que un gato! Que tal si, mañana, nos bañamos en la represa de Tarapío y preparamos un sancocho?

Por supuesto que jamás, volvimos a invitar al Gordo Rotondaro!

 

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Carlos Delgado Niño nació en Valencia el 2 de septiembre de 1928, locutor, publicista, radiodifusor y periodista. Fue profesor de teatro, docente cultural, humorista, actor, escritor, cronista, libretista, poeta, cantautor y compositor.

Estuvo siempre ligado con el mundo del espectáculo en la ciudad siendo organizador del «1er Festival de la voz y la canción juvenil» en el año 1973 y «Valencia le canta a Valencia» en 1996.

Fue también director de varias estaciones de radio, productor radial y escritor de programas radiales cortos, novelados, y noticieros entre otros. Co-fundador de la Escuela de Teatro José Antonio Páez en Guanare, Portuguesa, y miembro de la Asociación de Escritores de Carabobo.

Falleció el 17 de noviembre del 2012, en su vivienda, rodeado del cariño de sus familiares y amistades más cercanas.

 

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