“Eso no sirve para nada”. La anterior es una frase común entre muchos electores que castigaron la gestión de alcaldes y algunos gobernadores.
En una importante cantidad de lugares, los candidatos a alcaldes y algunos gobernadores o candidatos de la revolución perdieron las elecciones del 21 de noviembre y la oposición obtuvo el favor popular a través de los votos en un proceso absolutamente transparente.
Pero quienes hemos militado leal y disciplinadamente en el proyecto chavista desde 1998, o antes, debemos ser lo suficientemente honestos como para admitir que se ha presentado con justificación un voto castigo que ha dado al traste con aspiraciones de candidaturas que no calaron o con aspiraciones de reelecciones de gobernantes que no dieron pie con bola en su gestión.
El ejercicio del poder desgasta, eso es normal, pero también hay desapego del gobernante con su gobernado. Hemos llegado a ver mucho alcalde y hasta gobernador muy seguido y presente, cierto, pero en las redes sociales y no en la calle, y lo arrecho (y me disculpan la palabra) es que cuando aparecen en la calle vienen en tremenda camionetota y con una pinta en la que suelen relucir los teléfonos más caros, lentes de marca y un séquito de seguridad a nivel de narco colombiano.
A pesar de la fidelidad del pueblo y de la aceitada maquinaria política del PSUV es imposible engañar al pueblo. La gente lo sabe, lo dice, “fulano de tal lo que hizo fue robar”. “Fulano de tal no sirve”. “Sutanito (o sutanita, para ser justos) ni siquiera da la cara”. O lo peor, “este alcalde gobierna es para los ricos”.
Innegablemente que hay regiones opositoras. El Zulia (con todos sus problemas de fallas de servicio) es un ejemplo. San Diego en Carabobo, donde la gente sabe y dice que el alcalde no sirve, pero aun así fue reelecto.
Pero hay bastiones en los cuales la revolución fue golpeada, y lamento decirlo, merecidamente.
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La gestión pública, el ejercicio del gobierno, debe ser tomado más en serio, más apasionadamente por los que han asumido funciones de gobierno.
Al pueblo hay que darle la cara, que sienta y que vea que en los gobernantes tiene una mano amiga. Los gobernantes que creen que con subir un post diario a Instagram o Facebook están presentes en la mente del colectivo están pelados.
Para gobernar también hay que meterse en los zapatos de los barrios. ¡Pónganse las pilas!
Fernando Guevara / Ciudad VLC