El imperio que sanciona, que financia y promueve el terrorismo en todo el planeta, hoy descubre lo amargo de esa misma medicina que por siglos le ha suministrado a muchos pueblos del mundo.

No es que el imperio haya sido sancionado, ni que ninguna instancia haya financiado o promovido acciones terroristas en su contra; pero el pueblo estadounidense ha salido a las calles de las principales ciudades a reclamar justicia.

A repudiar el racismo endémico de siglos, a rechazar la exclusión y la discriminación muy enraizada en todas las áreas de la vida del país.

El asesinato de George Floyd por parte de un policía en Minneapolis vino a ser la chispa que incendió en el imperio un pasto que ha estado seco por siglos.

No tanto por el acumulado de crímenes semejantes de corte racista, sino además por un descontento sedimentado por muchos episodios de la vida política, económica y social de este país, incluyendo los recientes acontecimientos relacionados con  la pandemia por coronavirus.

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Ese imperio que desestabiliza, que corrompe, que injuria, que persigue, que bloquea, que sanciona, que chantajea y que extorsiona a gobiernos, instituciones empresas e individuos, tiene que voltear la mirada hacia su propio interior.

Y eso, por el desborde de manifestaciones y protestas masivas, y el desaforo de un nuevo coronavirus que ha afectado a cerca de dos millones de personas y la muerte de más de cien mil,

 

Venezuela e Irán desafiantes al imperio

La Venezuela Bolivariana es escenario en Latinoamérica de la desestabilización financiada y promovida por Estados Unidos.

Pero pese a eso, hoy la Revolución Bolivariana, luego de desafiar el mandato imperial: de cero combustible para Maduro, desarrolla un plan de abastecimiento de gasolina en toda la población.

Las amenazas de aplicar las opciones, que estarían sobre y bajo la meza, no se quedaron allí, dieron un mal paso, con la fracasada Operación Gedeón, en la que Washington puso dólares, armas y entrenamiento.

Se trata de un nuevo revés para Estados Unidos y el lacayismo venezolano y latinoamericano.

 

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El desfile en aguas del Caribe de cinco tanqueros iraníes, cargados de gasolina y aditivos para Venezuela, dejó en claro que el imperio flaquea cuando se encuentra con un pueblo que enarbola las banderas de la dignidad.

Cabe el señalamiento del líder chino, Mao Tse Tung, al referirse al imperio como “Un tigre de papel”.

Desquite por el éxito de Venezuela

Mientras el Presidente de Venezuela Nicolás Maduro expone los planes para distribución de la gasolina en todo el país, y con el arribo del quinto tanquero a puerto venezolano, el ex convicto, Elliot Abrams, vocero designado por Washington contra el país petrolero, balbuceó algunas frases de desquite por el éxito de la alianza entre la nación persa y la latinoamericana.

“Hemos alertado a la comunidad naviera de todo el mundo, a los propietarios de buques, capitanes de buques, aseguradoras de buques, y hemos alertado a los puertos en el camino entre Irán y Venezuela. No creo que encuentren propietarios de barcos, aseguradoras, capitanes y tripulaciones determinados a participar en estas transacciones en el futuro”, confesión sin tapujo sobre cómo las políticas gringas persiguen, buscan la asfixia y el desplazamiento de la economía de los pueblos que no se le arrodillan.

El desafío persa sigue en pie. Desde Teherán llegó la declaración que ignora las amenazas y nuevas sanciones, que parecen agotadas.

Irán reitera volverá a enviar combustible a Venezuela si fuese necesario.

«Irán practica el libre comercio con Venezuela, y estamos dispuestos a enviar más barcos si Caracas lo demanda», remató el vocero del Ministerio de Exteriores iraní, Abás Musaví.

Venezuela, bloqueada, perseguida, asediada por una voraz guerra económica y demás eventos desestabilizadores no ha sucumbido ante los efectos que generan una obligada cuarentena que enfrenta los peligros de la pandemia por coronavirus.

Es que la nación caribeña, aun cuando cuenta con recursos para adquirir insumos médicos y alimentos para combatir el Covid-19  no puede hacer uso de ellos porque están ilegalmente confiscados e imposibilitados de poder usar por decisión de los Estados Unidos.

El ataque despiadado contra la nación latinoamericana se ha acrecentado en estos cinco meses de 2020: sabotajes a los servicios públicos, agua, electricidad, gas, telefonía por cable y celular. Hasta llegar a la televisión por suscripción.

 

Trump amenaza con el Ejército para reprimir protestas

Donald Trump, el mandatario de las amenazas y de las sanciones, espera contener con el Ejército las protestas que ocurren en los Estados Unidos, contra el racismo, contra la violencia policial y contra las injusticias de Estado que afectan a las minorías de ese país.

El simple anuncio de llevar el Ejército a las calles es una evaluación que hace Trump de los hechos ocurrido y que ocurren.

Para que este cuerpo militar enfrente problemas de orden público es porque los cuerpos policiales y la misma Guardia Nacional resultaron rebasados por las protestas.

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El inquilino de la Casa Blanca está diciendo que las protestas del pueblo estadounidense han llegado a un punto incontrolado.

El presidente insistió que  desplegaría el Ejército si los estados y las ciudades no detienen  los disturbios.

Trump  invocaba la Ley de Insurrección de 1807, un instrumento federal que  permite desplegar tropas en todo el territorio para reprimir el desorden civil, la insurrección y la rebelión.

Oposición a Ley de Insurrección

Además de la negativa de algunos gobernadores y alcaldes de los Estados Unidos de  oponerse al despliegue de la Guardia para combatir la ola de disturbios, surge la oposición del secretario de Defensa, Mark Esper, a la invocación de la Ley de Insurrección.

Con las primeras movilizaciones que se produjeron en el estado de Minnesota, en las que el pueblo expresa su rechazo al asesinato de George Floyd, por parte de la policía de ese estado, el magnate presidente había amenazado con sacar a la Guardia Nacional a las calles de  Minneapolis y en otras comunidades del estado de la unión. Más que una amenaza fue una orden a gobernadores y alcaldes

El mandatario del imperio estadounidense, quien aspira su reelección en los comicios de noviembre, ha tenido un año 2020 de alta contrariedad, particularmente con la situación surgida por la pandemia de coronavirus que mantiene a su país como el principal foco en todo el mundo con casi dos millones de contagiados y más de cien mil personas fallecidas.

A tan sólo seis meses de las elecciones presidenciales el jefe de la Casa Blanca arrastra consigo una economía que está a las puertas de una  esperada recesión.

Situación que  termina complicándose con los acontecimientos generados por la pandemia causante del covid-19.

A Trump le urge acabar de una vez por todas con las protestas y movilizaciones que han llegado hasta las inmediaciones de la Casa Blanca.

 

Parece el despertar del sueño americano

Las protestas de los primeros días a cuenta del asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd desarrollaron consignas contra el racismo endémico que existe en la sociedad estadounidense.

La muerte de Floyd levantó una ola de indignación no sólo en Minneapolis sino que  se propagó por todo el país.

Provocando movilizaciones, muchas de ellas pacíficas, hasta que resultaron reprimidas por la policía, tornándose en violentas.

En algunas ciudades las autoridades recurrieron a la figura del toque de queda, que en muchos casos   fue ignorado por la gente.

Las masivas protestas espontáneas del pueblo estadounidense parecen ir más allá de su rechazo al racismo, a la violencia policial. Manifestaciones que por momento llegan a tener las mismas características de las refriegas ocurridas en Latinoamérica en los últimos meses de 2019.

Los reportes de medios televisivos de las marchas y acciones de protestas presentan a ciudadanos estadounidenses quemando la bandera de su propio país, como si se tratara de una revuelta anti EE.UU en el Medio Oriente, en África o en Latinoamérica.

El sueño americano, ¿un mito o una realidad? Pudiera ser esta jornada de protesta un  alerta ante la posibilidad que el pueblo estadounidense despierte de ese sueño antes de que termine en pesadilla.

Cabe preguntarse: si no se tuviese viviendo la situación del Covid-19, particularmente tal como ocurre en Estados Unidos, ¿la reacción de la gente, ante la muerte de Floyd, sería la misma?  Las preguntas, con tonos reflexivos, parecen infinitas.

¿Acaso  las fuertes protestas, incluyendo aquellas que desafían los anuncios de toque de queda, apuntan contra el poder, contra el sistema de poder que es Estados Unidos o es simplemente contra los desaciertos de Donald Trump?.

Trump espera que sus amenazas de sacar el Ejército a la calle logré los efectos de miedo en la gente y las protestas se apacigüen.

De esa manera podrá concentrarse de nuevo en su reelección presidencial.

Para ello tendrá que buscar nuevas amenazas contra el nuevo coronavirus y contra la producción de gasolina por parte de  la petrolera venezolana Pdvsa.

 

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Ciudad VLC/William Hernández L.