Las hojas sueltas de Mohamed Abi Hassan no se las ha llevado el viento, siguen volando en la Plaza de Mariara caminando por sus esquinas de una puerta a otra.
El poeta Mohamed nació en El Tigre, pero desde hace algunos años se radicó en Mariara para siempre. Se adentró en lo profundo de sus montañas para escudriñar en ellas los pasos de los primeros hombres y mujeres que habitaron estas tierras.
En el año 2006 publicó Imagen y Memoria de la Aldea en la colección Cada día un libro de la editorial El Perro y la Rana, un libro de crónicas compilado a partir de sus publicaciones durante varios años en el diario El Periodiquito de Maracay; en el año 2013, ganó la Bienal Gustavo Pereira con el libro Poemas al margen y en el 2016, fue galardonado con el Premio de la Bienal José Vicente Abreu con Poesía en los límites.
Actualmente lleva adelante la Cátedra Abierta de Patrimonio Local Sonia Salcedo y el Taller Literario que fundó sus raíces en los años noventa, con el Taller Hojas Sueltas, el cual tuvo sus frutos a través de la presencia en el movimiento literario nacional de la época.
Su poesía es una voz estridente que ha sido calificada por la crítica como inscrita en la poética de los poetas malditos asunto que asume frontalmente.
Hemos conversado con el poeta al margen para que nos cuente en qué anda en medio de esta pandemia.
Mohamed eres poeta, editor y artista plástico; un activista de la historia local. Cuéntame en qué estas trabajando ahora.
Actualmente estoy leyendo todo lo que no había podido leer en toda mi vida. Tengo una curiosidad desmesurada por leer los libros de aquellos autores que he ido acumulando producto de mi bibliofilia y a los que ahora al fin, puedo acceder sin importarme el tiempo. Paso horas y horas devorando libros, marcándolos, haciendo anotaciones al margen, escribiendo algún poema a pie de página.
Me inspiro mucho con las lecturas de otros autores. En cuanto a las actividades que realizo tengo planteado realizar dos publicaciones digitales con los trabajos de los participantes en el Taller de Iniciación Literaria, como en la Cátedra Abierta de Patrimonio Cultural. Hay muchos hallazgos interesantes en el ámbito literario y patrimonial que bien vale la pena difundir y que constituyen un aporte, tanto a los jóvenes que recién están escribiendo, como a todos los interesados en saber un poco más acerca de la micro historia local de los barrios o historia matria.
En el año 2013 ganaste la Bienal Gustavo Pereira, desde entonces no hemos conocido otra publicación tuya. ¿Estas desarrollando en este momento, algún proyecto en particular?
Además de la Bienal Gustavo Pereira, en 2016 fui galardonado en la Bienal José Vicente Abreu de Apure, y en 2014 quedé seleccionado entre los ganadores de un concurso de la ONU en homenaje al comandante Chávez. En 2006 en la colección Cada día un libro de la editorial del Estado me publicaron un libro de crónicas producto de las colaboraciones que envié durante varios años al diario El Periodiquito de Maracay, y con Las Locainas de La Cabrera, libro de crónicas alusivas a la manifestación cultural que se realiza en el estado Carabobo todos los 28 de diciembre, fui reconocido en historias de Barrio Adentro.
Actualmente tengo tres libros inéditos y estoy trabajando un texto sobre Rimbaud. Me motivó la versión que editó El Perro y la Rana en 2012, El barco ebrio (poesía reunida) al cuidado de Edgar González, Elis Labrador y Alejandro Madero. Creo que deberían reeditarla, es un libro bien logrado.
Fundaste hace algunos años el Taller Literario Hojas Sueltas. ¿Sigue activo ese espacio? Cuéntame la experiencia.
El taller lo fundamos a comienzos de los noventa, Alexander Tortolero y mi persona, luego Gumersindo Reza, Antonio González Lira, Key Pinto, Jesús Machado, Salvador Casamayor, Carlos Méndez, Nelson Sánchez, Ricardo Urdaneta, Ricardo Urdaneta y Carlos Barreto, entre otros se sumaron al proyecto y realizamos un concurso literario que nos permitió descubrir nuevas voces. Posteriormente, publicamos una revista literaria fotocopiada que denominamos “El Alimento Diario”.
Recuerdo que el poeta Luís Alberto Crespo nos hizo una reseña en el Papel Literario de El Nacional que tituló “Mariara de los Poetas”. Entre otras cosas afirmaba que le llamaba la atención el nombre de la revista, la asociaba con el tema religioso. Posteriormente lo invitamos al Ateneo municipal donde celebrábamos encuentros con destacados poetas y narradores del ámbito nacional cada sábado. A ese espacio lo bautizamos Vuelo a lo invisible.
Allí estuvieron compartiendo con nuestro grupo y el numeroso público asistente, poetas de alto vuelo: Rafael Cadenas, Reynaldo Pérez Só, Eugenio Montejo, Alejandro Oliveros, Adhely Rivero, Carlos Osorio. Luego la revista Poesía de la UC publicó algunos de esos encuentros. Posteriormente nos visitaron Wilfredo Carrizales, quien disertó sobre el I Ching y el Tao Te King; Héctor Espinoza sobre el budismo zen; KeshavaBat sobre medicina natural; Carlos Sandoval sobre literatura fantástica. Como puedes apreciar todo eso fue determinante en nuestra formación. Hablamos de los años 92 y 93, algo que nos marcó dada la trascendencia de la experiencia, fruto de nuestro atrevimiento de bisoños poetas.
Posteriormente se produjo una dispersión y cada quien se abrió a otras búsquedas. A comienzos del 2003 fundé con Jhonny Hernández el Fondo Editorial Diego Ibarra. Comenzamos a editar la revista Casa Grande, en la que les hemos dado cabida a un número considerable de poetas y narradores inéditos de Aragua y Carabobo. Igualmente, todos los años publicamos un calendario donde hacemos referencia a temas de historia local, manifestaciones culturales, patrimonio artístico, vanguardias artísticas y arte latinoamericano. En 2007 y años sucesivos logramos que Mariara fuese subsede del Encuentro Internacional Poesía de la UC, gracias a nuestros amigos del Departamento de Literatura Reynaldo Pérez Só, Adhely Rivero y Carlos Osorio.
De qué se trata la Cátedra Libre Los Casimbas
No fue fácil dar con una denominación que encerrara en pocas palabras nuestra razón de ser y el espíritu que nos anima, debido a lo controvertido del tema. Consecutivamente fueron surgiendo diferentes propuestas donde se exponían los posibles vocablos que pudieran converger o amalgamar en un nombre el conjunto de saberes del pueblo con el conocimiento universal, académico o intelectual impartido en las diferentes casas de estudio. Luego de polémicas discusiones, poco a poco fuimos descartando unas ideas y aceptando aquellas que más se acercaran al objetivo planteado.
En ese sentido fuimos tomando prestado vocablos de unas y otras hasta armar el nombre que nos identifica y con el que rendimos tributo a la milenaria piedra, ubicada a orillas del río Mariara, donde dejaron su impronta la etnia de los Arawacos, pobladores originarios del lugar.
Respecto a la fecha en la que realizamos nuestro primer acercamiento a las diferentes comunidades, luego de los diversos encuentros sostenidos en la plaza Bolívar, podríamos decir que esto aconteció la mañana del domingo 24 de junio de 2017, fecha muy especial que coincide con la celebración de importantes efemérides. Allí, en los predios del yacimiento arqueológico que nos ocupa, con un nutrido grupo de vecinos del barrio La Toma, más la presencia del cronista del municipio, el antropólogo Omar Idler y algunos integrantes de la Cátedra de Saberes, se procedió a la exposición de las diferentes expectativas relacionadas con el rescate de este monumento natural como acto simbólico.
Es un hecho digno de resaltar que hoy día contamos con un proyecto elaborado entre los años 2018-2019 avalado por diversos entes y personalidades, que además cuenta con el respaldo del poder popular para ser presentado ante las autoridades del Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) con el objeto de que éste bien de interés cultural sea declarado Patrimonio Arqueológico de Mariara.
Entre los primeros forjadores de esta quijotada estuvieron presentes: Victoria Silva, Yanet Silva, Julia Silva, la maestra Rosa(como popularmente se le conoce) Nora Rodríguez, Angelina Mendoza, María Piso, José Gutiérrez, Jesús Machado, Santos Pérez, Carlos Méndez, Pablo Arana, Florencio Marrero, Antonio Henríquez, Erick Lugo, Alex Estrella, Key Pinto, Carlos Magallanes, Domingo Tovar, Mohamed Abí Hassan. Seguidamente se fueron sumando en una segunda oleada: Clarisa Pastrán, Margarita de Urdaneta, Sonia Guanipa Salcedo, Violeta Moreno, Yasmín Castro, Solangel Castro, Carlos Barreto, Giovanni Atencio, Salvador Casamayor, Ricardo Urdaneta, Ricardo Bolívar, Bill González, Manuel Sequera, Tulio Castello, Julio Parra, Cherry Tortolero, entre otros.
Tu poesía es estridente y ha sido calificada como una poesía influenciada por los poetas malditos. ¿Crees que sea así?
Aunque me relacionan con los poetas malditos cuestión que asumo y hasta me sorprende, confieso que en parte me identifico con su poética y sus posturas. A pesar de que suene chocante y repulsivo el remoquete que les endilgaron, el cual tiene que ver con el libro de Verlaine titulado Los poetas malditos, es innegable que buena parte de la poesía que se ha estado escribiendo desde finales del siglo XIX hasta hoy día, tiene una deuda con ellos.
Baudelaire está considerado como padre de la modernidad, término con el que definió lo transitorio, lo fugitivo, dándole a lo feo, cierta relación con lo estético, reaccionando así contra el romanticismo imperante que centraba su atención en lo bello. Rimbaud a la cabeza del movimiento como prototipo del “Maudite” de la mano de Mallarmé, Verlaine, Baudelaire y Lautréamont, fue el máximo representante de esta corriente. Siguiendo este orden de ideas, nos encontramos en la Maracay de los años setenta con un grupo de poetas y artistas a quienes se les conoce como “los malditos” por su manera irreverente e iconoclasta de asumir el hecho poético, viviendo al descampado al margen de la sociedad, en desafío permanente contra la realidad hostil.
Al respecto podríamos nombrar a Erasmo Fernández, Zoraida García, Jaime Betancourt, Edito López y Marcelo Martínez, ya desaparecidos, excepto Erasmo Fernández. Todos excelentes amigos incluidos en mis publicaciones en honor a la amistad. Me atrevería a afirmar que no me fue nada fácil debido al rechazo que tenían por las élites y burócratas de la cultura. En tal sentido viene a mi memoria un libro que escribiste sobre Cristóbal Ruiz, artista de la calle, a quien rescataste del olvido a través de la acertada biografía que realizaste. Recuerdo que engalanamos con una breve reseña y una fotografía intervenida de Cristóbal en la contraportada una de las últimas revistas Casa Grande que editamos en el año 2013.
Muchas veces encontré a nuestro amigo en los pasillos de la Facultad de Educación de la Universidad en esa suerte de improvisada galería al aire libre donde exponía sus obras, ante la mirada indiferente de la mayoría de los curiosos que merodeaban el lugar. Entonces Cristóbal Ruiz era un personaje casi desconocido, de aspecto desenfadado y aguardentoso.
Háblame de tu último Taller Literario en Mariara
Para mí el Taller de Iniciación Literaria fue un taller mágico. Allí se estableció una conexión muy especial entre todos los participantes que al final terminamos siendo grandes amigos. La edad de los talleristas oscilaba entre los 8 y 75 años, la mayoría docentes. Pienso que el taller fue muy experimental, al extremo de intentar despertar la sensibilidad poética utilizando diferentes recursos como la música, los perfumes y las superficies de algunos objetos. Esto nos permitió trabajar la literatura con todos los sentidos: el olfato, el tacto, el gusto, además de la vista y el oído que es lo acostumbrado.
Por ejemplo, escuchando música de autores como los Beatles y Silvio Rodríguez, nuestros amigos crearon versiones de algunas de sus canciones, acariciando y oliendo la solapa de algunos libros escribieron poemas donde predominaba alguno de esos sentidos. Otra cuestión que cabe destacar es el interés que les despertó el Haikú. Con el famoso poema de Basho discutimos mucho sobre la brevedad y precisión de ese autor.
También, a partir de la primera línea de “Rayuela” y de “Cien años de Soledad” construyeron una narrativa breve. Te asomo estos ejemplos para darte una idea de la dinámica del taller donde todos participaban transmitiendo sus inquietudes y sugerencias. Algunas veces durábamos hasta cuatro horas compartiendo, dado su desmesurado interés. Espero que no se pierda la magia y el contacto, y logremos realizar pospandemia el nivel II. Algo parecido está sucediendo con la Cátedra Abierta de Patrimonio Cultural.
Ahora la pandemia nos tiene confinados y ha cambiado nuestra relación con el otro-otra. ¿Crees que este escenario favorece el hecho creativo?
Creo que sí. La pandemia nos ha obligado a encontrarnos con nosotros mismos, a realizar muchas cuestiones que habíamos postergado. Particularmente me ha permitido leer a muchos autores y escribir y pintar más, así como recopilar muchos escritos que tenía dispersos. También a compartir con familiares y amigos, emprender nuevos proyectos como el Taller de Literatura y la Cátedra Abierta de Patrimonio Cultural, actividades que contaron con muchos participantes de excelente calidad y calidez humana.
En el ámbito mundial, la pandemia hasta cierto punto permitió desenmascarar a muchos líderes de países que han hecho de la guerra y la expoliación un gran negocio. Hemos podido constatar que a pesar de representar a grandes potencias no estaban preparados para enfrentar una pandemia de tales proporciones, peor que la peste española acaecida en 1918. Todo esto hace que sobrepase nuestra capacidad de asombro.
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Que un microorganismo haya logrado cambiar nuestra cotidianidad , consumismo desaforado y parar momentáneamente la acelerada destrucción de nuestro planeta por vía de las guerras y la contaminación, nos ha hecho ver los miserables, prepotentes y estúpidos que somos.
Tomado de Vielsi Arias – Ocaso Literario / Ciudad VLC