Naguanagua es tierra privilegiada.

Y es verdaderamente así, puesto que para materializarse la entera libertad e independencia de nuestra tierra tras la Guerra de Independencia fueron necesarias otras tres batallas posteriores a la librada el 24 de junio de 1821 en el Campo Inmortal de Carabobo; estás fueron la Batalla de la Sabana de La Guardia, la Batalla Naval del Lago de Maracaibo y, por último, la Toma de Puerto Cabello.

De este modo, Naguanagua se convierte en el epicentro de la Guerra de Independencia luego de la victoria de Carabobo, así entonces es escenario principal, lugar de encuentro y coincidencia de los grandes que se habían quedado en la Tierra de Gracia para la defensa y garantía de los objetivos alcanzados en la Batalla de Carabobo.

Y es que el mariscal de campo Francisco Tomás Morales Alonso, capitán general de la Provincia de Venezuela, junto al coronel Manuel Lorenzo y otros oficiales realistas, planeaba desde hacía meses tomar la ciudad de Valencia desde la fortaleza de San Felipe, en Puerto Cabello, lugar donde se encontraban resguardados, al mando del Batallón Valencey y otro de Cazadores europeos, desde su derrota en la Sabana de Carabobo, los cuales recibían soporte por mar a través de provisiones y con la promesa, además, de recibir apoyo de un Batallón de corianos y 1.500 hombres de diversos espacios del Caribe, dominados por la corona española (apoyo último que nunca llegaría).

 

Mural Batalla de la Sabana de la Guardia-flanco izquierdo
Flanco izquierdo del campo de batalla, donde «El Negro Juan José», coronel Juan José Rondón entra en batalla.

 

El general José Antonio Páez Herrera sabía muy bien esto, gracias a datos obtenidos por espías patriotas que se adentraban en la ciudad amurallada de Puerto Cabello para obtener información, y es por ello que se establece al mando de 2.000 hombres en El Palito a la espera de su paso y presionando en forma de sitio, sufriendo como ejército las penas de la peste del vómito negro que aquejaba a la ciudad.

Sin embargo, el día 10 de agosto de 1822, y gracias a las piezas de correo patriotas (civiles que prestaban el servicio de mensajería entre Puerto Cabello y Valencia), apostados a lo largo del trayecto del Camino de Carabobo, avizoran la movilización de tropas realistas desde la Fortaleza de San Felipe, saliendo el aviso inmediato a nuestro general patriota en El Palito, pero a su vez al Puesto de Guardia de Blancos establecido por el propio Páez luego del 25 de junio del año anterior en la Sabana de Naguanagua para vigilar el posible movimiento de tropas enemigas hacia Valencia; Puesto de Guardia registrado además por el propio general Agustín Codazzi años más tarde en sus trabajos geográficos.

De este modo comienza una carrera por tomar posiciones frente a la Sabana de la Guardia y, mientras esto ocurre, el Puesto de La Guardia de Blancos de Naguanagua se encuentra con el mínimo de su personal de adscripción: sus observadores, guardias y mensajeros, razón por la cual es enviado uno de estos correos a la ciudad de Valencia a dar aviso de la situación a la ciudadanía, lo cual fue tomado a bien por vecinos de todos los estratos sociales. Estos en vista de la situación presentada decidieron armarse de valor y dirigirse en forma de caballería civil, corriendo a la citada sabana con extraordinario entusiasmo por la defensa de los suyos hasta la llegada del general Páez y sus subalternos para dar frente a la situación de guerra, hecho que ocurrió al día siguiente, el 11 de agosto a las 7:00 de la mañana, día de la batalla más importante librada en suelo naguanagüense.

A esta hora Morales, desde la Cumbre de San Hilario o Cumbre de Valencia, ordenó a sus tropas de línea, flanqueadas por milicias, cargar hacia abajo sobre el enemigo a través de la fila Bárbula en tres escuadras estratégicamente ordenadas, mientras las dos piezas de artillería descargaban su fuego. El principal combate se dio en el ala derecha republicana (al este), donde el teniente coronel Juan Antonio Mina, al mando de 400 cazadores selectos, un piquete de jinetes y dos compañías, salvó el ala derecha colombiana, dando lo mejor de sí contra el más numeroso contingente enemigo en batalla.

Por la izquierda, el coronel Juan José Rondón, “El Negro Juan José”, estaba al mando de una compañía de granaderos, otra de reclutas y un piquete de dragones, logrando envolver el flanco enemigo, apoyado por la llegada una media hora más tarde del también coronel George Woodberry Tailman, oficial inglés al mando de una compañía de voluntarios del depósito.

 

Centro del campo de batalla...
Centro del campo de batalla…

 

El coronel Manuel Manrique Villegas, «El Hombre de las Batallas», bajo la supervisión del propio Páez, hizo retroceder el ataque realista en el centro, obligándoles a ondear bandera blanca en alto, usando para ello dos compañías y la ventaja topográfica del terreno, no permitiéndoles extenderse por la sabana; cuando los realistas empezaron a retroceder la infantería patriota los persiguió parcialmente, dado lo peligroso de este acto. Los monárquicos volvieron a las alturas, donde tenían sólidas posiciones, obligando a Páez a detener su ataque. Para este momento, la batalla había alcanzado ya su cuarta y última hora.

Durante los seis días siguientes hubo sucesivas escaramuzas generadas por las guerrillas organizadas, pero entre éstas resalta una donde el patriota José Liendo derrota al mismísimo mariscal de campo Francisco Tomás Morales Alonso sobre la fila Bárbula; así como este acto, Páez organizó otros, pero Morales se negó a bajar del cerro a pesar de las constantes provocaciones del “Centauro de Los Llanos”.

 

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El día 14 llegó el general Carlos Soublette con su división desde el oeste y para el 18 de agosto el Mariscal de Campo decidió retirarse a Puerto Cabello, llegando a la fortaleza de San Felipe cuatro días más tarde, dejando enfermos y heridos a su paso, además de destruir parcialmente la artillería empleada en batalla.

El coronel Rondón, herido en un tobillo, contrajo tétano y moriría poco después, el 23 de agosto, a causa de la gangrena generada, figurando como la baja de mayor importancia entre las 74 que sufrió nuestro ejército libertario en contraste con las 500 bajas realistas.

 

Mural Batalla de la Sabana de la Guardia-Argenis-Mendoza
Dr. Argenis Agudo, director de Patrimonio Cultural e Histórico de la Gobernación de Carabobo (izq.), junto a Luis Mendoza.

 

Así estos 2.600 hombres superan y triunfan frente a los apenas 1.800 que logró reunir la fuerza real, quedando todo registrado en el Mural: “Acción de la Sabana de la Guardia del 11 de agosto de 1822”, de la autoría de Pedro Castillo, abuelo materno de nuestro Arturo Michelena Castillo, en uno de los muros del hoy Museo de Historia Casa Páez de la ciudad de Valencia, así como en los Partes de Guerra de ambos bandos.

Pasando así Naguanagua a la historia a través de la valentía y sacrificio de su gente y su tierra bañada de libertad a través de la sangre de propios y extranjeros, dentro de la ruta libertaria final que proseguiría en la Batalla Naval del Lago de Maracaibo y finalmente bajo el asedio y Toma de Puerto Cabello.

 

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Reseña escrita por el investigador Luis Alejandro Mendoza, director del Proyecto “CAMINO DE CARABOBO …un camino”, con estricto apego a documentos antiguos referentes a esta acción de guerra, como resultado de la investigación etnohistórica realizada hasta el pasado mes de mayo de 2022, en Carabobo a los 11 días del mes de agosto de 2022, día de la conmemoración del bicentenario de la Batalla de la Sabana de La Guardia, con el apoyo de la Dirección de Patrimonio Cultural e Histórico de la Gobernación de Carabobo y el aval del Instituto Nacional de Parques como honra al esfuerzo y sacrificio dedicado por nuestros patriotas en el campo de batalla.

Fecha de júbilo que se propone como día de fiesta nacional a favor de la herencia cultural de nuestra nación.

 

Ciudad Valencia / Fotos LAM