A media tarde, en casa de Chapiro- el tapicero del barrio Bolivariano- se escucha una sabrosa música de fondo, de esa que escuchas y se te van los pies: “Llorarás y llorarás, sin nadie que te consuele, así te darás tu cuenta que si te engañan duele…” tararea Chapiro alegremente mientras adelanta el tapizado de los muebles de don Cornelio, el dueño de la pescadería de la esquina.
Entre son y son, una voz se escucha a los lejos diciendo: «Chapiro, Corroncho, Chapiro, Corroncho…», pero a duras penas llegó el sonido de un susurro que nadie logró descifrar. Por lo que el maestro zapatero y su ayudante Corroncho siguieron trabajando al ritmo de salsa.
Al cabo de unos minutos, el llamado se hizo más intenso y cercano al cuarto de tapizado de Chapiro. “¡A Dios muchachos!, uno los llama y parece que se llamara a la muerte sin querer que llegue”, dice doña Gregoria, madre de Chapiro y madrina de Corrocncho.
«¡A pues ‘amá!, no diga esas cosas. Mire que aquí estamos trabajando ‘calidá’ con nuestra música. No llame a la pelona ni de chiste”, responde el tapicero mayor.
¡Jejejeje!… Verdad que sí madrina, bien lejos con esas cosas. Por cierto, ¿pa’ qué nos llamaba madrina?, preguntó Corroncho.
A bueno mijos, pa’ contales que por ahí pasó el candidato camaleón *. Ese que dice que va hacé que el pueblo cobre con billetes de gringos. La gente estaba como loca y le gritaba: “Lanza unos verdes pa’ ca, pa’ ve si te creemos” y luego se reían descaradamente, comentó doña Gregoria.
¿Y qué dijo el camaleón, ‘amá, cuando le gritaban eso?, preguntó Chapiro.
– ¿Qué va decí pues?: Na’. Mostró su mejor cara ‘e poncha’o y siguió de largo, afirmó Gregoria. Pero lo más cumbre fue cuando Adelina – la hija de Petra- se le acercó y él pensó que era pa’ abrazalo y besalo, pa’ tomase foto’, pero se cayó de una mata de coco con lo que le dijo:
“candidato aquí nadie nos cae a coba. no queremos camaleones. hemos trabajado mucho por lo que tenemos y esos logros nadie nos lo va a arrebatar. no somos parásitos del Estado como dicen por allí. somos gente que trabaja. somos pueblo”.
Llorarás y llorarás…
¡Perro!… ¿Y qué dijo el hombre ‘amá? – ¡Jejeje! Dejó el peluquín mientras sonaba la canción que pusiste a todo volumen: “Llorarás y llorarás…”, comentó Gregoria entre carcajadas.
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María Alejandra Guevara Chirinos/Resuélvete/Ciudad VLC
