Campaña de Carabobo… Debemos ser fidedignos con la historia, si definimos la Batalla de Carabobo sólo como una batalla, estaríamos incurriendo en un gravísimo error, le restaríamos grandeza a una serie de hechos militares acontecidos desde el 28 de abril de 1821 hasta el 24 de junio, día que se llevó a cabo ese gran acontecimiento en las inmortales sabanas del Campo de Carabobo concretando de esta manera la independencia de nuestra patria Venezuela.

Y por otra parte le restaríamos también grandeza a la estupenda estrategia militar asumida por  ese guerrero, curtido en más de 10 años de experiencia en la guerra de la independencia contra el imperio español, el Libertador Simón Bolívar.

Este acontecimiento, sin duda, no fue una batalla, fue una campaña brillantemente ejecutada que encierra una serie de operaciones militares, contemplando varias incursiones, combates, escaramuzas, sitios, movimientos de avance y retirada que culminaron en Carabobo y se extendieron hasta la Batalla del Lago de Maracaibo, el 24 de julio de 1823, y culminó con la toma de Puerto Cabello, último bastión realista en Venezuela, el 8 de noviembre de 1823.

 

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En este sentido diferenciemos una batalla a una campaña. La batalla es un enfrentamiento entre dos o más fuerzas que se produce en un lugar geográfico específico en un tiempo bien delimitado que se puede producir dentro de una campaña o de una guerra, a objeto de alcanzar un objetivo por el uso de una táctica específica para ese evento.

La campaña por el contrario obedece a un plan previamente determinado analizado en una dimensión mayor,  ya que contempla no solo una batalla, puede contener varias cruzadas, combates y otros movimientos defensivos y ofensivos determinados por el uso de la estrategia en un tiempo y espacio más amplios con el fin de debilitar al enemigo para alcanzar el objetivo previsto.

Simón Bolívar en conjunto con su estado mayor, organismo encargado de la planificación, coordinación, supervisión, administración y logística de la guerra un año antes de la batalla planificó la estrategia de lo que sería la campaña libertadora de Venezuela o campaña de Carabobo, con el aporte  genial  del joven Antonio José de Sucre, Pedro Briceño Méndez  secretario de Guerra y Marina, el general Santiago Mariño, entre otros.

 

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El Libertador logró convertir ese evento en un hecho sin precedentes en la historia de la guerra militar en América, que ha sido estudiado en las principales academias castrenses del mundo como ejemplo de brillantez en la aplicación de una correcta estrategia militar.

 

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Debo señalar que en  la Guerra de la Independencia tuvimos varias campañas por ejemplo: La Campaña de Coro (1810-1811), la Campaña de Guayana (1811-1812), la Campaña de Oriente (1813), la Campaña Admirable (1813), que permitió la Segunda República; la Segunda Campaña de Guayana (1816-1817), que permitió la Tercera República; la Campaña de la Nueva Granada, que permitió la creación de Colombia; la Campaña del Sur, que permitió la liberación de varios países de América; pero cuando se trata de la Campaña de Carabobo inexplicablemente reducimos este acontecimiento a una sola y aislada batalla cometiendo un desatino histórico imperdonable.

 

Dicho plan fue suspendido por la firma del tratado de armisticio y regulación de la guerra en noviembre de 1820 y reanudado una vez que las hostilidades se restablecieron. Este tiempo de calma fue muy bien utilizado, pues respondía a una planificación, cosa que no ocurrió en el ejército realista, permitiendo que nuestro ejército se reorganizara. La unidad, la moral, la disciplina, la logística fueron férreamente consolidadas en aras de la ejecución de ese plan maestro que nos daría la independencia definitiva.

 

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Así pues, en este camino Carabobo bicentenario, presentamos la Batalla de Carabobo como parte de una brillante estrategia militar en una campaña ejecutada con astucia  y genialidad por Simón Bolívar.

 

Miguel Ángel Dasilva Gavidia / Ciudad VLC