Leviatán y Behemoth son dos de los tres animales monstruosos descritos en Job 40:10-19. El tercero es Zis.

Rinoceronte o hipopótamo, el Leviatán será metáfora del Estado y Behemonth de la guerra civil en los últimos libros de Thomas Hobbes.

En este mundo actual, donde están divididas la espiritualidad y el conocimiento, solo los pastores conocen bien a Job, pero los universitarios deberían saber de Hobbes, aunque es a las ovejas lectoras a las que me dirijo para advertirles del lobo disfrazado con cara de osito panda…

En Behemonth, la guerra civil inglesa es incentivada por dos instituciones a través de panfletos y sermones: la universidad y la iglesia. En cierta forma, la oposición entre el Estado y la guerra civil sería una de las claves para entender estos dos libros de uno de los fundadores de la política moderna.

Este 10 de enero es la fecha de la juramentación del Presidente Electo (avalado por los poderes del Estado: CNE, Tribunal Supremo, Fiscalía, Ejecutivo, Legislativo y el Poder Moral, aporte de Simón Bolivar a la doctrina constitucional, y clave en la presente coyuntura), es decir, presidente electo y reelecto: Nicolás Maduro Moros.

La guerra civil está representada por un viejo agente de la CIA, diplomático jubilado y activo en la compañía, quien aspira tomar más bien posición que posesión: posición en el inicio de una larga guerra civil.

Los venezolanos, su Fuerza Armada, que somos todos, estamos preparados para repeler una invasión, pero nadie está preparado para una guerra civil (Behemonth), que es lo que trae bajo la manga y como propuesta internacional González Urrutia.

Los libros de Hobbes son de los años de mil seiscientos… pero de enorme actualidad en el siglo XXI, por eso son clásicos. Uno más teórico, el otro más práctico. Lo más valioso del último: la descripción de las causas de la guerra civil, sobre todo el sustento en las mentiras.

Frente a la mentira una verdad contundente: Nicolás Maduro Moros ganó las elecciones del 28, y como tal debe ser juramentado ante la Asamblea Nacional. Edmundo González Urrutia perdió ese 28 y ocurrió porque su programa de gobierno contemplaba la disolución de la Fuerza Armada, la privatización del petróleo, la venta del país a las transnacionales y la instauración de un Estado fascista para solicitarle a la OEA, desde el Ejecutivo, una invasión.

El Estado nación sería hecho pedazos y, como ya ocurrió con la Gran Colombia, o aún peor, el país sería invadido por Colombia y Brasil, perdiendo el golfo y territorios andinos en occidente, y la cara amazónica al sureste.

González Urrutia no es como Guaidó: es muchísimo peor. Perdió el 28 y volverá a perder este 10 de enero, porque Venezuela merece la Paz y no la Guerra.

«Dale una oportunidad a la Paz», dice la letra de una bella canción, para empezar este 2025.

 

Ciudad Valencia / Imágen: Leviatán, Ziz y Behemot. Biblia Ambrosiana, 1238, Ulm, Alemania. Biblioteca Ambrosiana, Milán