Marlyn Dalila Cavaniel Ramírez: Darío Vivas jamás se divorció del pueblo humilde…

Todo comenzó durante una de las multitudinarias concentraciones que el Presidente Hugo Chávez, realizó en la Avenida Bolívar de Caracas. Una estructura cedió, y varias personas cayeron al vacío y resultaron heridas. Todos fueron trasladados rápidamente a varios centros de salud de la Ciudad Capital.

Al día siguiente, recibí la llamada de la periodista Helena Salcedo, quien era la Presidenta de Radio Nacional de Venezuela. Yo era una joven reportera, y me dio la tarea de recorrer los hospitales para confirmar el estado de salud de los hermanos lesionados; había que darle parte al Comandante Chávez.

 

Recuerdo que le dije a mi mamá que tenía esa misión, recibí su bendición, y salí. Visité en primer lugar, el Hospital de Coche, no tuve ninguna novedad, me recibió el mismo director del centro asistencial, y junto a él, recorrí, tomé nota y pude conversar con los pacientes.

El médico, ya no recuerdo su nombre, me decía: «periodista yo soy opositor a este gobierno, pero aquí están las personas, diga la verdad, todos están bien atendidos y en buenas condiciones».

Me fui agradecida y contenta, le di parte a Helena, y me fui al Hospital Vargas. Allí, me encontré con una reja cerrada y un vigilante nada cordial, que me prohibió la entrada. Enseguida, sospeché que algo malo pasaba.

 

Logré pasar, e inmediatamente me ayudó una señora, que me vió y sabía a lo que iba. Confieso que recuerdo que lo que vi, me generó mucha angustia; al final de un largo pasillo, me encontré a un señor mayor tirado en el piso con una evidente expresión de desatención, y mucho dolor.

Me agaché y hablé con él, y resultó ser uno de los lesionados. Busqué con quién hablar, y me conseguí a un médico, le reclamé el porqué ese señor estaba en esas condiciones, y respondió que no había insumos para asistirlo. Le dije, molesta: «dime qué hace falta para al menos aliviarle el dolor», y también con desagrado, me hizo un recipe.

Salí llorando de la indignación, llamé a Helena, ella hizo el enlace, y desde ese momento, comencé a hablar con Darío Vivas. Darío, estaba con el Comandante Chávez en una actividad de transmisión nacional en vivo, le expliqué, y me aseguró que ya iba a encargarse del caso.

Darío Vivas

 

Así lo hizo, y enseguida, llegó un grupo de personas y atendieron al señor. El médico que me dio el récipe desapareció, y su lugar, lo tomó un doctor joven y oriundo del Táchira, lo recuerdo claro por su acento, el mismo que tiene mi mamá.

Él se encargó de atender al señor, de aplicarle tratamiento para el dolor y enyesarlo. Sí habían insumos, sin embargo, el señor pagó la rabia que le tenían al Presidente Chávez. Darío me agradeció la información, el apoyo y se comprometió a avisarme cuando el señor estuviera en su casa.

Al día siguiente, recibí una llamada al teléfono local de la vivienda donde vivía con mi familia en el Cementerio, era Darío Vivas para darme parte: «compatriota periodista, ya el señor está en su casa en Yaracuy».

 

Desde ese día, conservé una imagen de ese alto dirigente de la Revolución Bolivariana, que jamás se divorció del pueblo humilde.

 

Dios quiera, que este momento que está viviendo la humanidad, nos sirva a todas y a todos para reflexionar, y a la dirigencia, para casarse de nuevo con el pueblo que tanto lo necesita.

Darío, con quién jamás tuve amistad, me demostró hace muchos años, que fue creíble, porque se conservó coherente.

 

Marlyn Dalila Cavaniel Ramírez: Darío Vivas jamás se divorció del pueblo humilde

 

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Marlyn Dalila Cavaniel Ramirez / Ciudad VLC