«¿Listo?»…
Desde el fondo del pasillo que conducía al lobby, se escuchó la respuesta: “Listo, Simón”. Eran cerca de las 3 de la tarde y había acordado con Alfredo buscarlo en el Hotel Cardón para ir a la casa de Huto Velazco. La noche anterior, en el ateneo de la localidad, presentó su película “Alfredo Sadel: Aquel Cantor”, estrenada hacía un mes en Caracas. Punto Fijo fue la segunda ciudad en proyectar la película, gracias a la amistad que Alfredo Sánchez Rodríguez y yo forjamos en los festivales de Cine Super 8 de la década de 1980, donde ganamos varios premios.
Al invitarlo para que viniera a mostrar ese maravilloso documental que hizo sobre su padre, no lo dudó y se montó en el avión, y aquí estamos, rumbo a Las Piedras, un sector pesquero de la ciudad, para conocer el Sadel Bar, un espacio pequeño y muy íntimo que hizo Huto en homenaje al Tenor Favorito de Venezuela. Y es que, así como hay gardelianos, Huto es un sadelista a morir, de manera que no podía perder la oportunidad de ver ese altar que con mucho placer hizo.

Al llegar a la casa, pasando la sala, vi el asombro en su rostro, sus ojos brillaron y al instante dibujó una sonrisa que me hizo recordar al gran Alfredo Sadel, lleno de orgullo y satisfacción. No era para menos, en unos escasos cuatro metros cuadrados había una pequeña barra con tres sillas altas, una foto 8×10 en blanco y negro del cantante con flores naturales, unas repisas de madera donde estaban algunas copas, vasos, una colección de botellas de cerveza, ron y whisky, y una pared adornada desde el techo y hasta el piso con las carátulas de los discos en vinyl del cantante. El hijo de Sadel abrazó a Huto y Huto sintió que era su ídolo a quien abrazaba en ese momento. Lloraron. Alfredo le confesó que en ningún sitio había algo semejante. Y, entonces, comenzó la tertulia.

La película tomó su tiempo, el necesario, como el tiempo necesario de un pan salido del horno. Sadel murió el 28 de junio de 1989 y 12 años después se estrena un audiovisual de invalorables testimonios sobre el cantor. Alfredo relataba cómo fue compilando el material con escenas inéditas de su padre que en propia voz cuenta las historias de su evolución como artista. Hablan también grandes figuras como Celia Cruz, Libertad Lamarque, Plácido Domingo, Lucho Gatica, Miguel Aceves Mejías, Guillermo Cabrera Infante, Emilita Dago, Oscar D’ León, Simón Díaz, entre otros. Y lo más interesante es una de las escenas más conmovedoras en el homenaje a Alfredo Sadel en el Teatro Teresa Carreño, donde tras bastidores se ve al presidente Carlos Andrés Pérez llorando al ver a su amigo echando el resto para seguir viviendo en su silla de ruedas.
Fue una película que, a pesar de tener bastante material audiovisual, costó realizarla financieramente para convertirla en una gran producción. Fue premiada con el Premio a la Calidad del Centro Nacional de Cinematografía de Venezuela y ha sido exhibida en EEUU, Europa y buena parte de Latinoamérica con gran éxito de público y crítica.
Pero también la conversación fue enriquecida con esos retratos íntimos, tan familiares del cantante que pudimos conocer a través de su hijo. Del carácter volátil: “Coño, Papá fue muy jodido porque era de la parroquia San Juan donde todo el mundo tiraba coñazos”. Entonces llegó una anécdota que ya es conocida por algunos. Lo primero que nos preguntó a todos fue que adivináramos cuál era el disco que más le gustaba a su papá. Y entre flecha y flecha para ver quien acertaba, señaló a la pared y dijo: “Ese”, apuntando a la carátula de “Sadel en Cuba”; pero, continuó diciendo, “lo que papá lamentó fue que no se incluyera Alma Libre, la canción que hizo con Benny Moré”. Y allí nos confesó que era un fan del Benny diciéndole a Huto: “Si tú eres sadelista, yo soy bennymorista”. Luego relató que Sadel le contó esa famosa anécdota cuando grabaron la canción y en la que “mi papá estaba arrechísimo porque tuvieron que sacar a Benny de un sitio donde estaba bebiendo y llegó borracho y casi durmiéndose. No se conocían y mi papá le decía que no podía grabar así, que la vaina iba a quedar muy mala, a lo que Benny Moré le dijo, tranquilo que va a salir bien”. Sadel junto al técnico de grabación soltó la pista y “coño, loco, a mi papá se le cayó la quijada. Ese hombre grabó de un tiro y de arribaabajo”.
La noche caía y las horas pasaron muy rápido. Alfredo tenía que regresar a Caracas al día siguiente. En aquella conversación quedó claro que Alfredo Sadel tenía una voz privilegiada y con un afán de superación constante, llegó a interpretar casi todos los géneros de la música popular y académica. Dejó la canción popular en el momento de mayor apogeo de su carrera e igualmente abandonó Hollywood para dedicarse a la ópera. A 35 años de su partida sigue siendo el “Tenor Favorito de Venezuela” y la película “Alfredo Sadel: Aquel Cantor”, el más sentido homenaje al artista, al ser humano y al venezolano que llegó a ser catalogado como “el cantante latinoamericano por excelencia”.
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Simón Petit (1961), Punta Cardón, es consultor cultural, escritor, guionista de cine y televisión, columnista de prensa y revistas literarias, productor y locutor de radio y televisión.
Ha publicado los poemarios: Bajo la Grúa (1991), Otros a la Intemperie (1992), Bajo la Grúa Sobre el Andamio (1999), Sol Sostenido (2001), La Mirada Impía (2004), Desmemoria Infiel (2010), Vieja Luna (2011), El Eco Formidable (2014) y 50 Haikús y 7 Tankas al pie de un volcán (2019).
Entre otros ha obtenido el Premio Nacional de Guion Cinematográfico en Super 8, 3er Premio Mejor Película en el VI Festival Nacional de Cine S8 por su película “Tránsito de Sombras” y 1er Premio Nacional por la misma película en 1988 en el V Encuentro Nacional de Cine S8. Premio Municipal de Literatura del Municipio Carirubana en 1992.
Invitado a la Cátedra de Poesía José Antonio Ramos Sucre de la Universidad de Salamanca en el 2012.
Ciudad Valencia