“A 20 años del golpe de abril: olvidar jamás” por José David Capielo

0
334

En el veinte aniversario del golpe de Estado en Venezuela, contra el presidente constitucional Hugo Rafael Chávez Frías, ocurrido los días 11, 12 y 13 de abril del año 2002, es necesario reivindicar la lucha permanente contra la desmemoria histórica. Estos hechos, con todo su trasfondo antipopular, no pueden ser olvidados por nuestra población y, en especial, por las nuevas generaciones.

El libro “Abril, golpe adentro”, (Edición Fundarte, 2012), del periodista y actual ministro del Poder Popular para la Cultura, Ernesto Villegas Poljak es una importante referencia. Villegas define su trabajo como reportaje histórico. En los antecedentes analiza el injerencismo permanente de los Estados Unidos (EEUU) en los golpes de Estado en América Latina. También reseña cómo, para noviembre del 2001, el presidente Hugo Chávez aún no preveía la posibilidad de un golpe de Estado en Venezuela, al menos públicamente.

La acción golpista se fue tramando unos nueve meses antes. El concertado apoyo mediático privado, los pronunciamientos, en principio aislados, de algunos militares, se unieron a los permanentes cacerolazos en zonas de clases media y alta de Caracas. Hubo una advertencia sobre el golpe en proceso, que había realizado el ya fallecido periodista y dirigente político Guillermo García Ponce.

Lo cierto es que se lograron complotar un grupo importante de militares de alto rango, junto a los representantes de Fedecámaras y la CTV, la jerarquía eclesiástica, la mayoría de medios privados de comunicación, sectores de la intelectualidad conservadora y población civil del este de Caracas, que conformaron un colectivo significativo, que ese 11 de abril fue conducido por sus líderes al Palacio de Miraflores con el fin de “asaltar el poder”.

El plan era provocar un enfrentamiento con los muchos partidarios del Gobierno Bolivariano, concentrados en la sede gubernamental. El escenario había sido preparado con destacamentos de la Policía Metropolitana como parte de la conspiración, unidos a efectivos francotiradores que asesinaron a mansalva a distintos integrantes de ambos bandos de manifestantes. Todo para inculpar al Gobierno Bolivariano y al presidente Chávez de toda esta represión criminal.

Solamente los testimonios fidedignos de algunas individualidades, comunicadores y medios alternativos pudieron poner en evidencia todo este entramado malvado, que pretendió justificar no solo la destitución o anulación del presidente Hugo Rafael Chávez Frías, sino igualmente la eliminación de todos los poderes públicos, incluida la Asamblea Nacional.

Según destaca Villegas, uno de los implicados, Rafael Arreaza Padilla (nombrado por Carmona ministro de Salud), como testigo e imputado declaró voluntariamente al entonces fiscal del Ministerio Público Danilo Anderson, dos meses antes de su brutal asesinato, cómo se había planificado este golpe de Estado. Esta confesión daba suficientes evidencias que comprometían a innumerables participantes en estos hechos, en su mayoría firmantes del acta de apoyo al “nuevo gobierno” (400 personas), posteriormente tildada como “lista de asistentes”.

En los sucesos del 11 de abril 2002 se contabilizaron 19 muertos e innumerables heridos, la gran mayoría asesinados con certeros disparos de armas largas. Vendría luego la acción para “reducir” a Chávez en el palacio de gobierno, sobre la premisa mediática de que “era un asesino”, además de publicitar una renuncia que nunca realizó el Comandante. Finalmente los golpistas amenazan con bombardear Miraflores, si en determinadas horas el Jefe de Estado no se entregaba como prisionero.

 

LEE TAMBIÉN: “CIUDAD VALENCIA: 10 AÑOS DE PERSEVERANCIA COMUNICACIONAL”

 

El presidente Hugo Chávez, en la madrugada del 12 de abril, decide someterse a esta jauría de militares traidores, sobre la base de evitar mayor derramamiento de sangre y para “verle las caras” a estos fascistas. Esta acción termina por angustiar a los propios golpistas, ya que se debatían entre simplemente matarlo, bajo cualquier justificación, sacarlo del país, pero sobre todo humillarlo con un juicio político en un intento  por “deshacer” su liderazgo indiscutible.

El pueblo respondió uniendo voluntades con militares patriotas, que igualmente representan al pueblo en armas. Entre el 13 y el amanecer del 14 de abril de 2002 se logra restablecer, al fin, el orden constitucional. Triunfa la acción popular decisiva que rescata al presidente Chávez y lo restituye como presidente legítimo.

Un 14 de agosto del 2002, una ínfima mayoría de magistrados de la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) acordó la vergonzosa decisión de calificar el golpe de Estado de abril como “simple vacío de poder”.

El destacado periodista, abogado y dirigente político José Vicente Rangel Vale (1939-2020), señalaba en la presentación de la primera edición del libro de Ernesto Villegas (2009): “…Es una apología al pueblo venezolano. Y agrego: lamentablemente, los huevos de la serpiente siguen allí… No han cambiado, son los mismos y están al acecho, están a la caza”.   

 

José David Capielo / Ciudad Valencia