Christian Farías: «Las dos rupturas creadoras de la Revolución Bolivariana»

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A partir del surgimiento de la propiedad privada de la producción económica en la vida social del ser humano, la historia de las sociedades, como bien lo dijo Carlos Marx, es la historia de la lucha de clases.

Por un lado, las clases sociales dominantes ejercen el poder económico-político y jurídico-cultural para mantener sus propiedades y hacerse cada vez más poderosas. Por el otro, las clases dominadas (trabajadores, campesinos y pueblo en general) luchan para liberarse de la dominación.

Esto no es nuevo; viene de lejos; especialmente de la vieja Europa a partir de los primeros tiempos de la esclavitud, los reinados del feudalismo y del surgimiento de la moderna burguesía capitalista.

En el desarrollo de esa larga historia surgieron muchos fenómenos socio-culturales, junto a la espiritualidad religiosa de los pueblos y naciones. Entre esos fenómenos debemos destacar dos que son fundamentales. El de las rupturas y el de las tradiciones. Lo nuevo y lo viejo.

En términos simples, las rupturas expresan el deseo por lo nuevo para superar lo ya vivido; mientras que la tradición se aferra a mantener la herencia del pasado para estar seguros. Pero la historia muestra que, en un proceso revolucionario, ambos valores coexisten, se mezclan y generan nuevas realidades más dinámicas, profundas y complejas.

Lo nuevo surge como invento para satisfacer o resolver necesidades de diversas naturalezas; mientras que, de lo viejo, se rescata lo útil y valioso para reafirmar y fortalecer la identidad histórica, la soberanía, la independencia, la cultura y demás valores propios.

Dentro de este marco conceptual, podemos establecer una valoración de lo que significaron, en su momento, en el presente y para el futuro de nuestro país, la rebelión militar del 4 de febrero de 1992 y su antecedente, la rebelión civil del 27 de febrero de 1989. Ambos acontecimientos se dieron como respuestas a la profunda crisis social, cultural y política imperante en el país.

Esa crisis se gestó durante las dos primeras décadas de la democracia formal representativa del pacto de Punto Fijo (AD-COPEI-FEDECÁMARAS-ALTO MANDO MILITAR- ALTO CLERO y la burocracia sindicalera de la CTV). Ya para 1979, el liderazgo puntofijista estaba agotado y se asomaban figuras presidenciables como el animador de televisión Renny Ottolina, quien muere de manera extraña en un accidente aéreo.

Diez años después, en 1989, estalla la rebelión civil de El Caracazo, que se extiende rápidamente por casi todas las ciudades principales del país. Esa enorme y violenta protesta colectiva rompe la continuidad histórica del Pacto de Punto Fijo porque, sencillamente, deslegitimó el modelo político de la democracia formal representativa. Las cúpulas gobernantes quedaron sin apoyo popular alguno y el gobierno causó una mortandad de gente humilde de los barrios pobres de Caracas y otras tantas ciudades.

Por eso y por muchas otras razones, la rebelión popular del 27 de febrero constituye la primera gran acción de RUPTURA CREADORA protagonizada por el pueblo, después de la gesta del 23 de enero de 1958. Es una Ruptura de la legitimidad y la legalidad de la democracia formal representativa y el pacto de Punto Fijo; es decir, el pueblo le retira definitivamente su apoyo a las cúpulas gobernantes de AD y COPEI.

Asimismo es una acción creadora porque mostró al mundo la realidad del país, generó un vacío de poder político y la necesidad de un nuevo tipo de liderazgo, un nuevo gobierno, un nuevo sistema de vida para un nuevo pueblo que había despertado ese día para decir: basta de vivir en la miseria, los pobres estamos mal por culpa de los ricos y poderosos, que sí se benefician de la inmensa riqueza petrolera del subsuelo venezolano, que es propiedad colectiva de todos los habitantes del país.

El mensaje implícito de esta rebelión civil popular encontró su correspondencia tres años después con la rebelión militar patriótica del 4 de febrero de 1992, encabezada por el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías. Igual que El Caracazo, esta rebelión no pudo triunfar y fue derrotada. Pero se consagró como la segunda acción de Ruptura Creadora de nuestra historia más reciente. Es una ruptura del mito de la obediencia ciega del militar de carrera y de la subordinación automática hacia el gobernante corrupto, antipopular y entreguista.

El 4F de 1992 es la segunda y extraordinaria acción de RUPTURA CREADORA porque rompe y se distancia del silencio y la complicidad con los ricos y corruptos del gobierno de la época. Es una ruptura del modelo militar de subordinación, complicidad y participación en la corrupción institucional y la represión contra el pueblo. Es una ruptura del viejo modelo de fuerza armada anti-popular y subordinada a las clases dominantes del país y al imperialismo norteamericano.

De igual manera, decimos que es una acción creadora de una nueva realidad política en la cual los militares deben ser auténticos patriotas de verdad, para defender la independencia y la soberanía del país y acompañar al pueblo en sus luchas y reivindicaciones para su bienestar social, institucional y geopolítico internacional.

Con la rebelión militar del 4F se reivindica la unidad cívico-militar del pueblo venezolano y se crea una nueva realidad en la relación del mundo civil con el militar, sustentada en el mismo compromiso de reivindicar los valores originales de la doctrina del Padre Libertador Simón Bolívar.

 

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De esa manera, el comandante Chávez se convierte en el nuevo líder del pueblo al ser electo Presidente de la República de manera legítima y constitucional por el pueblo venezolano a través del voto universal, directo y secreto en elecciones libres y soberanas.

En definitiva, estas dos fechas históricas se complementan y se unen, pues se trata nada más y nada menos que de las dos grandes rupturas creadoras de finales del siglo XX venezolano y de ellas emerge con fuerza nuestra revolución por la independencia, la soberanía, el bienestar social, la paz y el socialismo bolivariano del siglo XXI.

Todo ello como la reivindicación y la continuidad histórica del proyecto independentista y de bienestar absoluto para nuestro pueblo, forjado por los libertadores del siglo XIX bajo el mando de Simón Bolívar.

 

Christian Farías / Ciudad VLC