A lo largo de la historia, la mujer ha estado bajo la lupa. Expresar lo que una desea casi siempre se ha considerado vergonzoso o ridículo. Las normas sociales, avaladas por la fe, nos exigen ser discretas, calladitas y puras. Por eso, estoy segura de que este texto será cuestionado.

Me he tocado desde niña. Recuerdo que mi mamá nos dejaba a mi hermana y a mí mientras salía a hacer alguna diligencia, y en una ocasión —o quizás más— me metía desnuda en un pipote azul lleno de agua que había en el patio. Cerraba los ojos y me acariciaba, sin comprender el significado de ese gesto, pero sí reconocía que me hacía sentir bien. Desde entonces, con o sin pareja, nunca he dejado de hacerlo.

‎Mi exmarido decía que eso era perjudicial para mi salud. Me daba igual lo que opinara. Cuando tenía la oportunidad, lo hacía. Llegué a sentir culpa; esa culpa aborrecida me perseguía. En mi cama doblo las piernas: la derecha, flexionada, la dejo acostada; y la izquierda, también flexionada, pero levantada. O bajo la regadera.

El Placer como resistencia 1

Durante mis dos embarazos también lo hice. Siempre me masturbo. Es mi espacio de intimidad, de conexión conmigo misma, libre de juicio y censura. Como escribió Audre Lorde: “El erótico es una medida entre los comienzos de nuestro sentido de nosotras mismas y el caos de nuestros sentimientos más fuertes. Es una sensación interna de satisfacción a la que, una vez que la hemos experimentado, sabemos que podemos aspirar”. Honro esa sensación cada vez que cierro los ojos y me permito sentir, me dejo llevar.

‎Lo hago de forma manual: dedo medio y anular. Sin succionadores ni otros juguetes. No me niego a ellos, pero actualmente no los uso; no tengo. Tuve un vibrador, pero lo deseché. He visto los distintos modelos que venden en una cadena de farmacias. También pueden ser una opción saludable.

No consumo pornografía, me basta con cerrar los ojos y dejar que mi imaginación vuele. Bien señala Lorde: “La pornografía enfatiza la sensación sin sentimiento. El erótico es la afirmación de la fuerza de vida de la mujer». Apuesto por esa fuerza, esa vitalidad, cada vez que me toco.

‎Casi siempre lo hago antes de dormir; otras veces, cuando tengo dolor de cabeza o me cuesta conciliar el sueño; en ocasiones, cuando siento ansiedad. Después de alcanzar el clímax —ese orgasmo que me acuna, erecta mis pezones, eriza la piel, me exorciza de cargas, me arranca el llanto o la risa—, sudorosa, me relajo y me quedo dormida.

‎Algunas veces no llego a terminar, porque me quedo dormida. También me ha provocado hacerlo durante la menstruación; mi cuerpo se vuelve más sensible, el deseo se intensifica y, en ocasiones, cedo. Aunque las voces del tabú insistan en condenarme, en afirmar que el cuerpo femenino debe ser pulcro, silencioso, controlado, yo me permito sentir. Ha sido parte de mi autocuidado.

Al vivir desde dentro, como propone Lorde: “En contacto con el poder de lo erótico dentro de nosotras mismas, y permitiendo que ese poder informe e ilumine nuestras acciones sobre el mundo que nos rodea, comenzamos a ser responsables de nosotras mismas en el sentido más profundo». Hoy soy más consciente de la responsabilidad sobre mi cuerpo, mi deseo, mi placer.

 

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‎No sé si el placer me salva, pero este cuerpo que habito me pertenece. Y eso, en este mundo, es mi forma de refugio y resistencia. Porque, como nos recuerda Lorde: “Se nos ha enseñado a temer el ‘sí’ dentro de nosotras mismas, nuestros anhelos más profundos. Pero, una vez reconocidos, aquellos que no enriquecen nuestro futuro pierden su poder y pueden ser alterados”. Renuncio al temor.

‎En nuestra cotidianidad, donde la fe y la misoginia se entrelazan en las conversaciones diarias, acariciarse persiste como acto de rebeldía. Por eso lo practico. Porque mi ser no es posesión ajena. El erotismo, tal como indica Audre Lorde, es fuerza. Y es mi elección manifestarlo. Por eso lo escribo.

 

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Marhisela Ron León-columna-Ciudad Valencia

Marhisela Ron León (Puerto Cabello-Carabobo-Venezuela): Poeta, licenciada en Enfermería por la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada. Ha realizado Talleres de poesía a través del Instituto Municipal de Cultura de Puerto Cabello; también de escritura creativa con Nanda Nieves y de narrativa en Corrección Perpetuum, Escuela de Escritores de Caracas. Íntimo (2010) Bonus (2022).

 

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