Fernando José Colina Castillo, nacido el 13 de octubre de 1965 en Valencia, estado Carabobo, creció en un ambiente musical gracias a su padre, Fernando Colina, quien fue clave en el desarrollo del jazz en Carabobo, y su querida madre -aún con vida- la Sra. María Castillo. Esta influencia temprana le permitió desarrollar un oído fino para la música y una habilidad excepcional para la percusión.

 

Desde niño estudió en la E.B. Alfredo Pietri, ubicada en el sector 1ero de Mayo, institución que aún permanece en pie, sacando su bachillerato a través de la Misión Ribas, para posteriormente realizar estudios de licenciatura en Administración Cultural en la Misión Cultura. La combinación de enseñanza empírica y académica le permitió dominar la lecto-escritura musical, un conocimiento poco común entre los percusionistas de la época.

 

E.B. Alfredo Pietri, colegio donde estudio primaria Fernando Colina

 

En el siguiente material se presentarán aspectos de su vida personal y profesional, con aportes de sus familiares, como su tía Marina Peña, su primo hermano Alexander López y las anécdotas compartidas por su último mánager, Euclides Rojas, director de la Agrupación Musical Budare y Leña. 

 

Desde su adolescencia, Colina se sumergió en la música popular, formando parte de la orquesta Orlando y su Combo, dirigida por Orlando Peñaranda. Esta experiencia marcó el inicio de su carrera profesional, donde experimentó con diversos ritmos, desde la música bailable hasta los géneros tradicionales de Venezuela. 

 

Diversidad instrumental y enseñanza

Uno de los aspectos más notables de su trayectoria fue su virtuosismo en la percusión. No solo dominaba instrumentos como tumbadoras, congas, timbales, batería y timpani, siendo además un excelente ejecutante de los tambores afrocubanos Batá, sino que también exploraba una amplia variedad de instrumentos tradicionales venezolanos, fusionando diferentes estilos.

 

Su talento y conocimiento lo llevaron a impartir clases en la Escuela de Música Sebastián Echeverría Lozano, donde formó músicos en ritmos afrocaribeños y afrovenezolanos durante dos años. Allí enseñó géneros como conga, guaguancó, son cubano, chachachá y merengue dominicano, no solo desde la técnica, sino también desde su historia y evolución, influenciando a nuevas generaciones de músicos.

 

Expansión en la industria musical y la Banda Show

En los años 80, Colina ingresó a la Banda Show, dirigida por Ramón Pérez, quien poseía el sello discográfico Alfa Record. La agrupación se hizo conocida por el éxito de su tema Panamá, lo que llevó al público a identificarla como Banda Show Panamá.

 

Disco de la Banda Show

Su papel en la agrupación fue fundamental, no solo como voz líder, sino también como percusionista destacado. Durante este período, su interpretación del tema San Martín recibió reconocimiento nacional, obteniendo premios como el Meridiano de Oro, Premio Lo Nuestro, Mara de Oro, entre otros.

 

Simultáneamente, participó en la creación de la “Merennota Band”, considerada su primera orquesta, según narra su primo Alex Colina. Tras su salida de la Banda Show, fundó la “San Martín Band”, debutando en la Maestranza César Girón de Maracay, estado Aragua, alternando con Juan Luis Guerra.

 

Proyecto solista y su éxito con «Sopa de Caracol»

Buscando consolidar su estilo personal, Colina posteriormente fundó “Fernando Colina y su Banda Caribeña” en los años 90, bajo el sello disquero Velvet, una de las más influyentes en el Caribe.

 

Fernando Colina y la Sopa de Caracol
Fernando Colina al frente de los timbales

Fue en esta etapa donde alcanzó su mayor éxito comercial con la interpretación del tema Sopa de Caracol, logrando gran difusión en radio y televisión. Sin embargo, esta canción generó polémica, y Euclides Rojas explicó sus antecedentes.

 

“El tema fue inicialmente lanzado por la banda hondureña Banda Blanca en 1991, pero antes de su popularización en Venezuela, la disquera Velvet lo adaptó e interpretó con Colina. Esta práctica, conocida como fusilamiento musical, era común en la industria desde los años 60, 70, 80 y 90. Así, cuando la versión de Banda Blanca llegó al país, la interpretación de Colina ya había alcanzado notoriedad nacional, con giras y presentaciones en televisión como  Venevisión, donde actualmente se sigue escuchando en radio ambas versiones.”

 

Esta práctica también ocurrió con Ritmo San Martín, originalmente un tema de las Islas San Martín, adaptado por la Banda Show bajo la dirección de Ramón Pérez y comercializado por Alfa Record.

 

Legado y agrupaciones adicionales

El éxito de Fernando Colina radicó en su constante renovación musical. Paralelamente a su carrera solista, también participó como músico en la agrupación Matices Ensamble, fundando grupos como Caballeros del Ayer, Zamba Yoruba Calipso y Grupo de Tambores del Solar, lo que le permitió mantenerse activo en múltiples géneros.

 

 

Su vínculo con la Agrupación Musical Budare y Leña, dirigida por Euclides Rojas, se convirtió en un proyecto de larga duración. Con esta agrupación realizó giras internacionales por varios países como Cuba, Puerto Rico, República Dominicana y Perú, trabajando en producciones discográficas de alto nivel musical. Colina ejerció como director musical por casi 20 años, estableciendo una relación estrecha con Rojas, quien actualmente lo recuerda con cariño y ha compartido información nunca antes expuesta sobre su trayectoria. 

 

La importancia de los sellos disqueros y la televisión

Euclides Rojas comenta que, en la década de los 80, las presentaciones televisivas y la distribución de discos a través de Sonográfica (Grupo 1BC – RCTV – Radio Caracas Radio) y SonoRodven (Venevisión) fueron claves para el éxito de los artistas tropicales.

 

Entre estos gigantes de la industria musical, Colina grabó un disco de tambores venezolanos bajo la alianza entre Velvet y SonoRodven, consolidándose como uno de los exponentes más importantes de la percusión afrocaribeña en Venezuela.

 

Sin embargo, una de sus mayores frustraciones fue no concretar un homenaje musical a Colombia con la grabación de El Negro Chombo, tema dedicado a la cultura afrocolombiana, proyecto que tenía en común con su amigo Euclides Rojas.

 

Fernando Colina y la Sopa de Caracol

 

Fallecimiento y legado

Fernando Colina falleció el 14 de agosto de 2019, a los 53 años, en Villa del Rosario, Cúcuta – Colombia, debido a una peritonitis. Según reportes, no recibió la atención médica adecuada en varios centros de salud de la ciudad, lo que agravó su condición. Su familia denunció que el centro médico de Villa del Rosario se negó a atenderlo por ser venezolano, exigiendo un permiso especial.

 

Colina dejó a su única hija, María Fernanda Colina, y un vacío profundo en Venezuela, especialmente en su comunidad de Los Caimitos, donde residen sus familiares. Fue enterrado en el Parque Memorial de Valencia (Cementerio Municipal), en el Panteón de los Colina – Peña.

 

Fernando Colina y la Sopa de Caracol

Fernando Colina y la Sopa de Caracol

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Fernando Colina y la Sopa de Caracol

El 17 de agosto de 2019, el Ministro para la Cultura, Ernesto Villegas, otorgó de manera póstuma un Reconocimiento del Ministerio del Poder Popular para la Cultura a Fernando Colina, por su invaluable aporte a la riqueza cultural de Venezuela.

 

Su legado sigue presente, no solo por su talento musical, sino por su impacto en la enseñanza y difusión de los ritmos afrocaribeño y afrovenezolano, dejando una huella imborrable en la música tropical venezolana.

 

Agradecimientos Especiales: Guía Eleazar Alvarado, Director Euclides Rojas, Familia Colina – Castillo

Fotografías: Antiguas (Archivo del Director Euclides Rojas) – Actuales (Diego A. Trejo)

Fernando Colina y la Sopa de Caracol

Ciudad Valencia / Vestigios del Pasado / Diego A. Trejo