Hay muchos nombres para esta piedra, entre ellos: Piedra de los Pilones, Piedra de Pan, Piedra de los Indios o Piedra de las Casimbas, siendo este último término el estudiado en el siguiente artículo, por su aproximación interpretativa histórica en cuanto a los usos que se le daba a dicha piedra. Pero indistintamente, llámese como la llamen, es uno de los símbolos de los indígenas que poblaron todas estas tierras hoy carabobeñas.

Para una interpretación aproximada sobre los usos de esta roca, se tuvo como referencia los trabajos del investigador Omar Ydler, también cronista oficial del municipio Libertador del estado Carabobo, con amplia trayectoria de estudio de campo en la región tacarigüense y autor de libros como Toponimia Carabobeña (1997) y Toponimia, Lexicología y Etnolingüística Prehispánica (2002) donde explica que el método investigativo aplicado se basó en el paralelismo histórico, analizando las antiguas prácticas de los pueblos originarios arawacos mucho antes de llegar a estas regiones del norte del país, y datos aportados por etnólogos venezolanos que también han realizado trabajo de campo a nivel nacional.

(Todos los datos aquí suministrados, son un resumen del libro del mismo autor Las Casimbas del Río de Mariara)

 

Definiciones de las palabras «pilón» y «casimba»

Pilón: Especie de mortero de madera o de piedra, que sirve para majar (machacar) granos u otras semillas.

Casimba: La palabra «casimba» deriva de la familia lingüística macro arawaca. En ellos ocurrió un fenómeno lingüístico, dándole a la palabra original una pronunciación distinta producto de la alineación lingüística.

La palabra original es CASIBA. La m forma parte de una introducción, es una forma de arreglar la palabra a nuestra forma de pronunciación; este fenómeno se denomina eufonía (sonoridad agradable que resulta por la combinación de los elementos acústicos de las palabras).

Es una palabra compuesta:

ca: presencia – fuerza.

siba: piedra.

La interpretación sería: «lo que está presente en la piedra». Entendiendo que lo que está presente, a simple vista, en la piedra son las perforaciones en ella. Esta palabra raíz SIBA, su evolución fonética y semántica la conecta con términos como «chiva» (piedra), de donde sale la palabra Chivacoa, entre otros ejemplos.

Estas perforaciones fueron diseñadas al ojo por ciento para almacenar líquidos y no para triturar. Sin embargo, las comunidades aledañas al sector, ignorando dichos conceptos y cultura prehispánica, por tradición oral han conocido dicha piedra como Los Pilones porque en épocas contemporáneas se usaban para pilar maíz, nombre que hasta hoy permanece en el colectivo.

 

Características y método de perforación de la gran roca

Ubicada en el curso medio del río Mariara, constituye un fascinante vestigio cultural y arqueológico. Estas formaciones son mucho más que grandes piedras de 7 metros de largo y 3 metros de ancho; son testimonios de las prácticas rituales, técnicas de trabajo y cosmogonía de los pueblos originarios que habitaron la región.

La roca en cuestión presenta 17 perforaciones parciales que no atraviesan completamente la piedra. Estos hoyos eran realizados mediante una técnica que combinaba calentamiento y enfriamiento. Se calentaba la roca con fuego (colocando un fogón encima) y se vertía agua fría para provocar fracturas internas, facilitando el cincelado posterior.

Este proceso implicaba el uso de otras rocas, como el cuarzo, para moldear las perforaciones. Este proceso dejaba una huella en la roca de tipo áspero, y no liso como la huella dejada en los pilones o morteros de roca también utilizados por las comunidades aborígenes. (Se anexa tabla de medidas de las cavidades: Libro Casimbas del Río de Mariara Omar Y. 2003)

 

Usos de las casimbas: el ritual del inicio de la cosecha del maíz

Las perforaciones en la roca sirvieron como receptáculos (cavidad en que se contiene o puede contenerse cualquier sustancia). Esta sustancia era una bebida alcohólica realizada a partir del maíz fermentado, denominado ytoco, lo que se convertiría en una de las prácticas ritualistas prehispánicas basadas en la cultura del maíz.

Este proceso tenía tres etapas: la mascada ritual, la ceremonia en las casimbas y el vómito ritual. 

 

La mascada ritual

Este ritual comenzaba con la selección de niñas vírgenes que aún no habían experimentado menstruación, quienes realizaban la mascada ritual. En esta etapa, las niñas masticaban el maíz y lo escupían en una canoa especialmente diseñada para este propósito.

El siguiente paso consistía en mezclar el maíz mascado con agua para diluirlo y añadir miel como endulzante. Este preparado se dejaba reposar por varios días, permitiendo así un proceso natural de fermentación. La saliva de las participantes jugaba un papel crucial como catalizador, desdoblando los componentes del maíz y transformándolo en alcohol puro.

El resultado era una bebida alcohólica con características similares a la chicha moderna en cuanto a su contextura, aunque basada exclusivamente en ingredientes primarios (maíz- saliva-miel).

Cabe destacar que en el estado Mérida el grupo indígena mucuño, de la misma familia lingüística arawaca, aún preserva la tradición de elaborar esta bebida, similar a la chicha que conocemos actualmente. Sin embargo, los cambios generados por la modernidad han modificado los aspectos ritualísticos originales de este proceso.

 

Ceremonia en las casimbas:

Este ritual estaba reservado exclusivamente para los adultos, quienes se reunían para consumir la chicha hasta alcanzar un estado de embriaguez total y pérdida de la conciencia, considerado esencial para la conexión con el mundo espiritual.

La bebida, preparada previamente en la canoa sagrada, era vertida en las casimbas (hoyos en las rocas). Los participantes utilizaban vasijas para tomar el líquido directamente de la roca, asegurándose de que los orificios permanecieran siempre llenos. Este acto simbolizaba la continuidad y abundancia de la cosecha.

Dentro de sus creencias, el estado de embriaguez permitía que los espíritus abandonaran el cuerpo, dando paso a otras entidades espirituales oscuras. Este fenómeno, de dejar salir el yo interior, conocido por ellos como el «yo compañero», era interpretado como una manifestación del alma en su forma más pura. Cabe destacar que esta práctica también era común entre los cumanagotos, quienes compartían una visión similar del «yo compañero».

El ritual se extendía por varios días, hasta que toda la bebida era consumida. Durante este tiempo, los participantes experimentaban un desprendimiento de la vida racional, lo que daba lugar a una liberación total en los aspectos moral, social y sexual. Este espacio permitía resolver conflictos, ajustar cuentas pendientes y romper con las restricciones habituales, funcionando como una especie de tribunal social donde todo era permitido, solo en ese lugar, solo durante la ceremonia.

La Piedra de las Casimbas

El vómito ritual

En las ceremonias rituales, el cierre de las festividades se marcaba por un proceso colectivo de vómito masivo y en colectivo, cargado de profundo simbolismo espiritual. Este acto representaba la expulsión de todas las sustancias consumidas durante el ritual, incluyendo la toxicidad acumulada y las deidades negativas que, según sus creencias, ingresaban al cuerpo a través de la embriaguez ritual, y solo de esta forma regresaba al interior el “yo compañero”.

El vómito no solo era un acto físico, sino también espiritual, simbolizando una purificación completa del cuerpo y el alma. Una vez concluido este proceso, los participantes no conservaban memoria de las experiencias vividas durante el ritual.

En caso de recordar algún evento, este carecía de consecuencias, ya que todo lo sucedido se consideraba dentro de las normas permitidas de la ceremonia. Este ciclo finalizaba el ritual, consolidando su función tanto como renovación física como liberación espiritual.

La Piedra de las Casimbas

TE INVITAMOS A LEER Y COMPARTIR: 120 ANIVERSARIO DE LA ASOCIACION DE MARIA AUXILIADORA

 

Finalmente debemos decir, que las Casimbas del Río Mariara y los rituales asociados a la cosecha del maíz representan un rico legado cultural y espiritual de los pueblos originarios.

Estas grandes piedras, con sus características perforaciones, no solo reflejan la habilidad técnica de los arawacos y otros grupos indígenas, sino también su profunda conexión con el maíz como eje fundamental de su vida agrícola y cosmogonía.

 

 

La preparación de la bebida sagrada, desde el proceso de fermentación utilizando saliva como catalizador hasta su consumo ritual, evidencia un complejo entendimiento de los elementos naturales y su integración en prácticas espirituales. Estas ceremonias iban más allá de la simple cosecha, transformándose en espacios donde la comunidad exploraba dimensiones espirituales, sociales y morales, aunque bajo conceptos que hoy podrían parecer radicales o desconcertantes.

 Fotografías de Campo: D. T. – Gráficas ilustrativas IA 

Agradecimientos: a Omar Ydler, cronista oficial del municipio Libertador, del estado Carabobo, y a Anais Tarazona y Miguel Vizcaya.

 

Ciudad Valencia / Vestigios del Pasado / Diego A. Trejo