La mejor cámara fotográfica del mundo es una que tiene una apertura máxima de f/2, apunta y enfoca automáticamente en medio segundo y ajusta el diafragma también de modo automático en menos tiempo aún.
Dicha cámara toma vistas estereoscópicas y usa película en color que se renueva por sí misma después de cada exposición.
Por si fuera poco, el tiempo de revelado es instantáneo. ¿Esa cámara es muy costosa? Claro que sí, no tiene precio, porque se trata de los ojos humanos.
La mayoría de las personas podemos distinguir, aproximadamente, veinte millones de colores distintos. Lo hacemos gracias a unas células llamadas conos, que se encuentran en nuestros ojos, específicamente en las retinas.
De estos conos hay tres tipos, cada grupo encargado de percibir uno de los tres colores primarios en los que se descompone la luz: el rojo, el verde y el azul. Hasta hace pocos años se pensaba que los colores primarios eran el amarillo, el azul y el rojo, pero se ha determinado que es el verde y no el amarillo el que completa el trío.
Gracias a la combinación de los tres, nuestros ojos logran ver la cantidad de colores antes señalada.
Hay, sin embargo, quienes tienen problemas con esto, ya que no pueden discriminar entre el rojo y el verde o entre ciertas tonalidades del gris y por ello el número de colores que perciben es menor. Como compensación, quienes padecen esta deficiencia visual son capaces de ver personas y objetos camuflados y distinguir más matices del violeta que las que tienen visión normal.
Este defecto se debe a un trastorno genético conocido como daltonismo, llamado así en honor de alguien que lo padeció y fue el primero que lo estudió: el químico inglés John Dalton. Ocurre cuando la persona afectada carece de uno o más de un tipo de cono o cuando alguno de estos sufre alguna disfunción.
A manera de colofón debo señalar que la cámara que portamos debajo de nuestra frente es tan maravillosa que produce su propio líquido limpiador. Este líquido no solo lava y aclara nuestra visión, sino también nuestras tristezas.
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Las lágrimas no son solamente la manifestación física de nuestros dolores y congojas, sino también el líquido que mantiene hidratados a nuestros ojos. Sin ellas, los ojos se deshidratarían y, en poco tiempo, nos quedaríamos ciegos.
Por otra parte, la razón por la cual al llorar sentimos alivio de lo que nos agobia emocionalmente es que, a través de las lágrimas, eliminamos cerca del 40 % de los compuestos químicos relacionados con la tensión nerviosa.
En cuanto a por qué este líquido salobre se presenta con más frecuencia en las damas, la razón es una hormona, la prolactina, que el organismo femenino produce cuatro veces más que el masculino.
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Armando José Sequera es un escritor y periodista venezolano. Autor de 93 libros, todos publicados, gran parte de ellos para niños y jóvenes. Ha obtenido 23 premios literarios, ocho de ellos internacionales (entre otros, Premio Casa de las Américas, 1979; Diploma de Honor IBBY, 1995); Bienal Latinoamericana Canta Pirulero, 1996, y Premio Internacional de Microficción Narrativa “Garzón Céspedes”, 2012).
Es autor de las novelas La comedia urbana y Por culpa de la poesía. De los libros de cuentos Cuatro extremos de una soga, La vida al gratén y Acto de amor de cara al público. De los libros para niños Teresa, Mi mamá es más bonita que la tuya, Evitarle malos pasos a la gente y Pequeña sirenita nocturna.
«Carrusel de Curiosidades se propone estimular la capacidad de asombro de sus lectores».
Ciudad Valencia / Foto del autor Gerardo Rosales
