Un verbo que los venezolanos conjugamos con mucho placer, y no sin razón -por cierto- es empatarse.
¿Quién no se quiere empatar para poner fin al martirio de la soledad? Sobre todo en esta época en que la institución del matrimonio ha perdido buena parte de su prestigio y las uniones concubinarias han dejado de ser vistas con malos ojos, empatarse es la palabra de orden.
Las principales acepciones del verbo empatar en el Diccionario de la Real Academia son, la primera, “Tratándose de una votación, hacer que en ella sean tantos los votos en pro como los votos en contra”, y la quinta, que es la venezolana y latinoamericana en general, empalmar, “juntar una cosa a otra”. Para nosotros es un tanto inesperado el origen de esta voz tan familiar: empatar viene del italiano imparte, derivado de palta, empate, tomado del latín pacto, que es el plural de pactum, pacto, convenio, acuerdo.
En Venezuela el empatarse en el sentido de formar pareja “sin firmar papeles”, como solemos decir, goza de tal aceptación que ya nadie se escandaliza cuando alguien dice “mi empate” para referirse a la persona con quien hace vida en común, e incluso hay matrimonios legales en los cuales uno de los cónyuges llama así al otro por puro cariño.
Nos despedimos citando otra acepción venezolana, no tan agradable como la anterior, de empatarse se dice que a una persona le gusta empatarse en alguna actividad como una fiesta, paseo o comida, cuando se agrega a ella sin haber sido invitada. Generalmente, cuando se pregunta a cuenta de qué aparece algún individuo de éstos en una de estas actividades, la respuesta casi siempre es “yo no sé, él se empató”.
La palabra de hoy: "ELECTRICIDAD", por Aníbal Nazoa
Tomado del libro “La palabra de hoy / Programa radial” (Cenal, 2014)
Autor: Aníbal Nazoa González (Caracas, 12 de septiembre de 1928 – Ibíd., 18 de agosto de 2001) poeta, periodista y humorista, considerado «uno de los escritores venezolanos que mejor retrató el siglo XX».
Ciudad Valencia – LSFLC
