A mediados del siglo pasado circuló en Caracas un periódico humorístico de estilo no muy refinado y que, como casi todas las publicaciones de ese género que en Venezuela han sido, se ocupaba principalmente de zaherir a los políticos, sobre todo a los del gobierno. Tenía este travieso periódico un nombre que ya proclamaba su naturaleza e intención: El camisa de mochila.
La expresión “camisa de mochila”, que aún sobrevive en el lenguaje popular venezolano, definía al principio la camisa confeccionada con la tela más burda, que vestían los peones, sirvientes y personas de humilde condición en general; luego se le aplicó a las personas y así, como sinónimo de pobre o menesteroso, la seguimos usando en nuestros días. Para los efectos de nuestra charla de hoy lo que nos interesa no es, por supuesto, la camisa sino la mochila.
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Mochila en Venezuela designa cierto tipo de saco o bolsa de tela, y por extensión cualquier saco, y en España es más bien el morral del soldado o del viajero. Es una palabra de clara ascendencia vasca; viene de mochil, “muchacho de mandados”, derivado a su vez del vasco motil o mutil, “muchacho, criado», pero lo más interesante es que esta voz tan vascuence, tan euskera, es de raíz latina: procede del latín mutilus, “mutilado, truncado, incompleto”, “mocho” vulgarmente rapado o trasquilado, esto último “por la costumbre de trasquilar a los rapaces”, según explica el maestro Coraminas, quien aprovecha el artículo para criticar fuertemente al diccionario académico por sus erradas etimologías.
Como se puede ver, pues, una corporación tan docta y encumbrada como la Real Academia se puede equivocar como cualquier “camisa de mochila”.
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Tomado del libro “La palabra de hoy / Programa radial” (Cenal, 2014)
Autor: Aníbal Nazoa González (Caracas, 12 de septiembre de 1928 – Ibíd., 18 de agosto de 2001) poeta, periodista y humorista, considerado «uno de los escritores venezolanos que mejor retrató el siglo XX».
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