“Elecciones 21N: triunfo evidente/revisión pendiente” por José David Capielo

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Las recientes elecciones regionales y municipales en Venezuela incluyeron gobernadores (23), alcaldes (335), parlamentarios estadales y concejales, para un total de 3.082 cargos en disputa. El panorama político en estas instancias ha quedado bastante despejado.

Se había agregado un reconteo en Barinas, que finalmente fue suspendido por el TSJ el pasado 29/11, siendo anulada la elección de gobernador y realizada una nueva convocatoria para el 9 de enero. Se declaró inhabilitado al candidato opositor, que ganaba allí por estrecho margen.

El PSUV y el Gran Polo Patriótico, según los cómputos, obtuvieron 19 gobernaciones, y al menos unas 210 alcaldías, junto a un número significativo de parlamentarios y concejales.

La oposición repartida, al menos, en cuatro grandes opciones, que incluyeron la MUD, la llamada Alianza Democrática, el “Frente Vecinal” y la Alianza Lápiz; totalizarían el resto de los cargos. Acá debe agregarse, la oposición más radical, abstencionista, que también existe.

Es determinante cómo el voto en Venezuela ha logrado adquirir una auténtica valoración, desde la Constitución de 1999. Se consagra no solo como derecho individual, universal y secreto; sino igualmente inviolable a través de un sistema que garantiza “un elector-un voto”, además de no ser obligatorio, ya que vota el que quiere.

Lo sucedido en Barinas, aún cuando posiblemente pudo evitarse por una acción más diligente de la Junta Electoral Regional, o en su defecto, del propio CNE, no empaña los comicios como un todo. Existe la polémica de si el candidato Superlano debió ser amparado por el indulto presidencial de  agosto pasado, que lo incluyó; indulto, por cierto, que él públicamente rechazó.

La oposición venezolana, o más bien “las oposiciones”, han jugado según el dirigente político Francisco Ameliach en su libro (2017), tanto a la participación convencional en el marco de la legalidad, como a la participación no convencional, sea pacífica, violenta y/o insurreccional; existiendo una continuidad en pasar de una forma a la otra.

Todos sabemos que buena parte de la oposición que participó en estas elecciones del 21N es la misma que desconoció todos los poderes del Estado, que usó la violencia política en forma descarada, que realizó atentados, magnicidio, que promovió y ejecutó invasiones agresoras contra el país, que apoyó medidas coercitivas antipopulares, robando, además, activos y bienes de la nación.

El gobierno bolivariano, en aras de propiciar una mejor gobernabilidad, no solo ha promovido el diálogo permanente, sino que ha dado concesiones a estos grupos para que retornen al juego democrático y acepten las condiciones contempladas en nuestra Constitución y leyes.

Esto aún siendo acertado, tiene su precio, sobre todo si se une a fallas o errores en la atención a las comunidades, dentro de una situación económica que sigue siendo complicada para la gran mayoría de nuestra gente.

El tema de los liderazgos, por ejemplo, tiene que ver con la capacidad de nuestros dirigentes, a todos los niveles, para resolver favorablemente la problemática, hablando siempre con la verdad, “dando la cara”. Con más eficiencia y menos consignismo.

Destaca el caso del Zulia,  donde luego que el candidato opositor ganador en 2017, no quiso juramentarse ante la Constituyente, esto dio la oportunidad a una nueva elección, que gana el chavismo; pero no se pudo consolidar ese triunfo, ganando ahora el candidato Rosales, que ha sido parte del despojo de nuestra empresa Monómeros en Colombia.

Está el caso de Cojedes, invicto para el chavismo desde el 2000, que se pierde ante el liderazgo, aparentemente maltrecho, del candidato opositor, ahora ganador, en esa región. La renuncia de Argenis Chávez en Barinas, por las razones que sean, puede interpretarse como reconocimiento al fracaso de su liderazgo en esta contienda.

 

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Importantes las victorias en regiones como Caracas, Miranda, La Guaira, Carabobo, Táchira, Mérida, Anzoátegui, Bolívar, Lara, Portuguesa, Aragua, Falcón, Yaracuy, y todas en general; pero sin duda, se requerirá de la aplicación de las famosas “erres” del Comandante Chávez, en función de los  correctivos necesarios.

En el escenario se perfilan las elecciones presidenciales, en el segundo semestre del 2024, pero sabemos que la oposición aún fragmentada, intentará convocar el referéndum revocatorio para el próximo año; para lo cual hay que estar preparados.

Hay que atender sobre todo lo comunicacional, ya que es el elemento cotidiano tanto de EEUU en su afán guerrerista e interventor, como de sus subalternos opositores acá; para desestabilizar, crear matrices de opinión falsas, influir en la gente, despolitizando y tratando de ganar a como dé lugar unas posibles elecciones; o “arremeter” con la violencia fascista que les ha caracterizado.   

 

José David Capielo / Ciudad VLC