El café fue el producto agrícola más importante de Venezuela, desde 1830 hasta más de un siglo después, y el principal producto de exportación de nuestro país hasta que fue desplazado por el petróleo.
Ese auge se debió a que el café resultaba más rentable que el cacao, dado que su cotización mundial se mantuvo en aumento hasta 1866, en tanto la del cacao permaneció casi estática.
El café había sido introducido a nuestro país, en el último cuarto del siglo XVIII, por un sacerdote de origen español, nacido en la villa de Talarrubias, provincia de Badajoz, llamado José Antonio García Mohedano.
Extrañamente, no se le recuerda como el padre García Mohedano, sino solo por el segundo de sus apellidos, a la usanza portuguesa. Igual ocurrió con otro sacerdote católico, el presbítero Pedro Palacios y Sojo, a quien la historia rememora como el padre Sojo.
El padre Mohedano fue el iniciador del cultivo del café como empresa industrial en nuestro país, cuando en 1784 se desempeñaba simultáneamente como agricultor y cura párroco de Chacao.
Lo acompañaron en esta aventura el ya mencionado padre Sojo –reconocido en nuestra historia como uno de los iniciadores de los estudios de música en el país–, y el señor Bartolomé Blandain, cuyo apellido castellanizado –Blandín–, aún subsiste en una zona entre Caracas y Maiquetía.
Cuenta el escritor Arístides Rojas, en su crónica titulada La primera taza de café en el valle de Caracas, que en las estancias de Chacao, llamadas “Blandín”, “San Felipe” y “La Floresta”, que pertenecieron a Bartolomé Blandain y a los presbíteros Sojo y Mohedano, crecía el arbusto del café, “más como planta exótica de adorno que como planta productiva”.
Los granos y brotes recibidos de las Antillas francesas habían sido distribuidos entre estos agricultores, quienes se dedicaron a cuidarlos.
“Pero –prosigue Rojas–, andando el tiempo, el padre Mohedano concibe en 1874 el proyecto de fundar un establecimiento formal, recoge los pies que puede, de las diversas huertas de Chacao, planta seis mil arbolillos, los cuales sucumben en casi su totalidad. Reunidos entonces los tres agricultores mencionados, forman semilleros, según el método practicado en las Antillas, y lograron cincuenta mil arbustos que rindieron copiosa cosecha”.
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Según la misma crónica de Arístides Rojas, a fines de 1786 y en la estancia “Blandín”, se organizó una fiesta para saborear la primera taza de café en Caracas y la persona que bebió esa primera taza fue precisamente el padre Mohedano.
El café, en nuestros días, forma parte de la cotidianidad y es el elemento central de las relaciones sociales.
En nuestro territorio se cosechan cerca de cuatro millones de quintales de dicho fruto, principalmente, en los estados Anzoátegui, Lara, Mérida, Monagas, Portuguesa, Trujillo y Táchira.
También hay sembradíos de dicha planta, aunque a menor escala, en los estados Aragua, Barinas, Carabobo, Falcón, Sucre, Yaracuy y Zulia.
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Armando José Sequera es un escritor y periodista venezolano. Autor de 93 libros, todos publicados, gran parte de ellos para niños y jóvenes. Ha obtenido 23 premios literarios, ocho de ellos internacionales (entre otros, Premio Casa de las Américas, 1979; Diploma de Honor IBBY, 1995); Bienal Latinoamericana Canta Pirulero, 1996, y Premio Internacional de Microficción Narrativa “Garzón Céspedes”, 2012).
Es autor de las novelas La comedia urbana y Por culpa de la poesía. De los libros de cuentos Cuatro extremos de una soga, La vida al gratén y Acto de amor de cara al público. De los libros para niños Teresa, Mi mamá es más bonita que la tuya, Evitarle malos pasos a la gente y Pequeña sirenita nocturna.
«Carrusel de Curiosidades se propone estimular la capacidad de asombro de sus lectores».
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