La protesta social se convirtió este 2019 en una bandera enarbolada por los pueblos de Latinoamérica y el Caribe y, como efecto dominó; tomó fuerza en diferentes naciones donde el reclamo popular por cambios en materia política, economía y justicia social fueron detonantes para el despertar de la región.
En Perú, el presidente Martín Vizcarra — que tomó posesión del cargo en 2018 tras la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski—, decidió el 30 de septiembre disolver el Congreso llamando a elecciones legislativas, luego de que este lo inhabilitó para gobernar y se opuso a la reforma política que impulsaba como medida para atacar de raíz los actos de corrupción.
El Instituto de Estudios Peruanos (IEP), el pasado 27 de octubre informó que un 87% de los ciudadanos respaldaban la determinación de Vizcarra que, apoyado por las Fuerzas Armadas, concluirán la disolución con unas elecciones parlamentarias que se celebrarán el próximo 26 de enero de 2020, para elegir a 130 legisladores del Congreso.
Ecuador
Los ecuatorianos fueron pioneros en la defensa de su soberanía económica en 2019, al imponerse a la eliminación del subsidio a la gasolina decretado por el presidente Lenín Moreno, tras recibir 4.200 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Durante 12 días continuos, los ciudadanos protestaron contra el paquetazo económico que elevó el precio del combustible de 0,49 centavos de dólar por litro a 0,63 según reseñó la BBC.
No obstante, las pretensiones no pudieron raizar gracias a la determinación del pueblo y la derogación del decreto, no sin antes dejar un lamentable saldo de 10 fallecidos y más de 1.300 personas heridas.
Descenso del «Milagro» chileno
Una economía creciente y un gobierno estable no son reflejo del bienestar social de un pueblo. Todo comenzó con el cuarto aumento al precio del pasaje del Metro de Santiago, el 17 de octubre.
Los ciudadanos manifestaron su rechazo y como una ola que se acrecienta en el mar, las ciudades de Concepción y Valparaíso se unieron a la protestas y comenzaron a hilvanar los desacuerdos en políticas sociales injustas, hasta solicitar al presidente Sebastián Piñera, un cambio constitucional definitivo.
«Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite», fueron las palabras sentenciosas que pronunció Piñera desde el edificio sede de las Fuerzas Armadas al anunciar la aplicación de la Ley de Seguridad del Estado, la cual entregaba todo el poder a los Carabineros — Fuerzas de Orden y Seguridad chilena — para controlar las manifestaciones de calles.
Crisis política y social
Como si se tratara de la Central Nacional de Información (CNI) durante la dictadura de Augusto Pinochet, la Policía de Chile y el Ejército, revivían a plena luz del día y sin escrúpulos las torturas y masacres a quienes coreaban la consigna «no son treinta pesos, son treinta años» de desigualdades; que dejó un saldo de más de 20 personas asesinadas, más de 3.000 heridos y cientos de detenidos.
Una investigación evidenció que el 1% de la población chilena se apropia de un cuarto de la riqueza de ese país, y el otro 50% representado en los núcleos familiares con ingresos precarios solo tiene acceso al 2,1% según precisó la BBC, citado por el portal web Misión Verdad, en el trabajo Radiografía Completa de la Crisis Política y Social que Sacude a Chile.
Pese a todos los intentos por silenciar la voz del pueblo, Piñera se vió en la necesidad de dar un paso atrás en el aumento del pasaje y promulgó una ley para convocar a un plebiscito el próximo 26 de abril para reformar la Carta Magna.
Lula Libre
El pasado 8 de noviembre, el expresidente de Brasil, Luis Inácio Lula Da Silva, fue puesto en libertad luego de que la Corte Suprema autorizara a esperar en libertad hasta que agote todos los recursos a los que tiene derecho contra sus condenas las cuales pagaba desde hacía un año y siete meses en una sede policial de Curitiba, acusado por presunta corrupción.
Los brasileños que acompañaron a Lula durante su lucha encarcelado, celebraron que el líder del Partido de los Trabajadores (PT) estuviera nuevamente con ellos, para seguir trabajando por los derechos políticos, sociales y económicos de esa nación, presidida por Jair Bolsonaro, quien ve en el Lula libre, una piedra en el zapato para sus aspiraciones.
Colombia
Otro hecho de relevancia en los países de la región, ocurre en Colombia, donde actualmente las fuerzas sociales — mediante la convocatoria a un paro nacional — expresaron su rechazo contras las reformas tributarias, pensionales y laborales que ejecutaría el gobierno de Iván Duque.
A este llamado, se sumó el rechazo a las violaciones de derechos humanos, asesinatos a líderes campesinos y el incumplimiento de los Acuerdo de Paz alcanzado en 2016 en Cartagena de Indias, con la extinta Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
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Haití y Honduras: Mandatarios sin pueblo
En Haití y Honduras las fuerzas populares también elevaron sus voces al salir a las calles para rechazar la corrupción y exigir calidad de servicios.
Y en el caso de Haití, durante las movilizaciones se exigía la renuncia del presidente, Jovenel Moise, por corrupción manteniendo a su país sumido en la pobreza.
En Honduras, el mandatario Juan Orlando Hernández, tiene familiares que han sido señalados de tener nexos con carteles de droga y además sus ciudadanos han tomado los espacios para solicitar su salida del cargo y mejores políticas de salud y educación.
El retorno de la izquierda en Argentina
Un hecho que dio aliento a las fuerzas de izquierda en la región, fue la reciente victoria electoral el pasado 27 de octubre de Alberto Fernández, como presidente de Argentina, para llevar por los siguientes cuatro años el destino de esa nación liderada por las fuerzas peronistas.
Fernández, durante su toma de posesión ratificó su compromiso democrático con los argentinos de la mano de la vicepresidenta Cristina Fernández, teniendo ambos el objetivo principal de recuperar la economía afectada en la gestión de Mauricio Macri, quien se sublevó a las medidas del FMI, dejando una inflación cerca del 50%, una tasa de desempleo del 10,6% y un índice de pobreza del 40,8%.
Golpe de Estado a Bolivia
Tras la publicación de un informe presentado por la Organización de Estados Americanos (OEA), donde se sugiere convocar elecciones presidenciales -pese que acababan de celebrarse- por presuntas irregularidades, el 10 de noviembre de 2019, un golpe de Estado fue consumado contra el presidente de Bolivia, Evo Morales.
Morales, viéndose forzado a renunciar y en aras de preservar la vida de los bolivianos así como la paz de la nación, entregó el poder y se asiló en México luego de recibir amenazas de muerte.
El pueblo en pleno, salió a las calles a expresar su rechazo a la renuncia obligada del líder indígena y fue reprimido por las fuerzas de seguridad del Estado, ahora liderado por el gobierno de facto de Jeanine Áñez, quien contabiliza en su mandato 34 muertos y más de 800 heridos. Actualmente, Morales se encuentra refugiado en Argentina, mientras que en Bolivia se esperan nuevos comicios presidenciales en 2020.
Venezuela
En Venezuela, continuaron los intentos fallidos de golpe de Estado contra el presidente de la República, Nicolás Maduro, sin efecto alguno y liderados por el diputado de la Asamblea Nacional (AN) en desacato, Juan Guaidó, con su autoproclamación el pasado 23 de enero, el intento de ingreso de «ayuda humanitaria» un mes después, el 23 de febrero y el alzamiento de un reducido grupo de militares el 30 de abril en las inmediaciones de la Base Aérea Francisco de Miranda, en Caracas.
Al son de la consigna «Cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres», que desde su primera invocación se puso en duda, Guaidó intentó sembrar una falsa esperanza de la cual solo quedan medidas coercitivas contra Venezuela por parte de EEUU y una guerra económica recrudecida contra el pueblo.
Ismael Noé / Rosiris Ortega / Ciudad VLC / AVN
