Amigas y amigos, constructores de sueños, forjadores de esperanzas. Cada 15 de enero los venezolanos celebramos el Día del Maestro, una forma de rendir homenaje a quienes dedican su vida a la noble labor de instruir a niños y jóvenes. Este año ha sido escogido por el Ministerio del Poder Popular para la Educación para homenajear, incorporando sus restos al Panteón Nacional, a uno de los más destacados educadores del siglo XX venezolano: Luis Beltrán Prieto Figueroa.

Prieto Figueroa

La Nueva Escuela

No es casual que el ente rector en materia educativa haya escogido el 15 de enero para homenajear al Maestro Prieto, ya que la fecha está íntimamente ligada a la acción educativa que desde muy joven emprendió el Hijo Ilustre de La Asunción; pues, en 1932, fue fundada por Prieto Figueroa y Miguel Suniaga la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria (SVMIP), agrupación que levantó las banderas de una nueva concepción pedagógica y educativa. Prieto Figueroa

La agrupación, surgida en un mundo convulsionado signado por grandes transformaciones: tecnológicas, sociales y políticas, en el contexto de la gran crisis mundial del capitalismo y en medio de una sociedad expectante de cambios; levantó las banderas de la transformación educativa, invocando las modernas teorías pedagógicas que desde Europa y Estados Unidos promovían pensadores como Edouard Claparède y John Dewey; para quienes la educación no debía estar centrada en lo que se aprende sino en quién aprende. Esta renovadora concepción educativa fue llamada La Nueva Escuela.

La Escuela Nueva era una propuesta didáctico-pedagógica que se fundamentaba en una variedad de expresiones teóricas y auspiciaba una visión puerocéntrica de la educación que hacía del niño el protagonista fundamental del proceso de aprendizaje relegando al maestro al rol de facilitador. Se concebía la educación como un proceso práctico en el cual el niño aprendía haciendo.

La propuesta también encerraba una visión de la sociedad al estar la práctica educativa fundamentada en los principios de libertad y acción como pilares del ejercicio pedagógico, los cuales sólo podrían desarrollarse en un ambiente democrático. No era casual, entonces, que Prieto asumiera como cimiento de su acción educativa una concepción que entraba en sintonía con los ideales de democracia, justicia y libertad que comenzaría a promover abiertamente, a partir de 1936, cuando se funde la Federación Venezolana de Maestros (FVM).

La efervescencia social y política que tomó fuerza a partir de la muerte de Gómez alcanzó concreción en la fundación de agrupaciones políticas, movimientos gremiales y sindicales, en el lento auge de la libertad de expresión y en la agitación de la calle como mecanismos para demandar la ampliación de las tímida libertades sociales y políticas que se estaban alcanzando.

En ese escenario la educación debía ser la vía necesaria para forjar el ciudadano que el momento histórico estaba demandando. En sintonía con el pensamiento de Simón Rodríguez, para quien el nacimiento de la República debía estar acompañado de la formación de republicanos, para Prieto, la construcción de una sociedad democrática requería la formación de verdaderos ciudadanos.

Esa visión quedaría sintetizada en una idea que caracterizaba el momento de transición hacia el postgomecismo: “Si la escuela antigua fue la expresión de regímenes autocráticos, la educación renovada, que aspira a incorporar a todos los hombres a la vida libre de la colectividad, es democrática, y por tanto pide la intervención de los alumnos a su propia educación, dejando al maestro la función de guía inteligente… Pensamos que sólo se aprende lo que se practica y por ello auspiciamos la introducción de las prácticas democráticas en la escuela; pues como dice un gran educador norteamericano: si el mundo ha de ser democrático el pueblo precisa aprender a serlo; y cualquiera que sea el régimen educativo será preciso que se enseñe eso, en cualquier lugar y de cualquier modo”.

Prieto Figueroa

La República escolar

La larga vida del Maestro Prieto siempre giró en torno al ámbito educativo, no en balde se enorgullecía de haber ejercido la docencia en todos los niveles del sistema educativo, una labor que combinó con la actividad política pues tenía perfecta conciencia que toda labor educativa encierra una acción política y viceversa. Esa convicción lo llevaría a luchar por hacer realidad la idea de una educación para todos.

A la muerte de Juan Vicente Gómez, la sociedad venezolana no era solo rural también analfabeta, más del setenta por ciento de la población no sabía leer ni escribir. Democratizar la sociedad también significaba democratizar la educación, un planteamiento que desarrolló en el texto de una educación de castas a una educación de masas.

Para Prieto la educación debía ser inclusiva, lo que significaba que el Estado debía crear las condiciones para brindarle educación a todos sin más distingo que sus capacidades. Esta concepción estaba unidad a otro concepto fundamental: el Estado Docente, el cual no solo debía regir la política educativa sino también garantizar el acceso a la educación.

La educación, como ya se dijo, debía ser democrática. Pero la democracia no debía ser entendida como la comprensión y aprendizaje de conceptos, modelos e historias, sino como el desarrollo de prácticas que contribuyeran al forjamiento de una sociedad alejada del personalismo y autoritarismo gomecista; de allí que desde la Escuela Nueva se promoviera la llamada República Escolar, una experiencia pedagógica que procuraba:

ejercitar a los maestros de los futuros ciudadanos en las prácticas del civismo, [para lo cual] se organizará dentro de cada Escuela Normal la República Escolar… constituyendo la Escuela en una pequeña comunidad democrática, que reunida en asamblea, elija sus funcionarios, los cuales velan por el cumplimiento de las leyes y de las prácticas que deben seguirse…”

La educación debía tener pertinencia, esto era, preparar a los estudiantes para enfrentar los retos del mundo en que vivían; una idea que concretó cuando promovió la fundación, en 1959, del Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE). Su visión democratizadora de la educación daba un paso fundamental promoviendo la formación con base en actitudes y aptitudes.

Luis Beltran Prieto Figueroa

La pasión y entrega del Maestro Prieto por la educación lo llevó a ser factor importante del diseño de la arquitectura jurídica en materia educativa, participando activamente en la redacción del proyecto de ley de educación de 1948 (que no llegó a implementarse)  en la ley de 1980. Su prestigio y formación académica fueron los méritos que lo hicieron a desempeñarse como jefe de misión al servicio de la UNESCO en Costa Rica y Honduras, durante su exilio en la década de los cincuenta.

 

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Prieto Figueroa

Finalmente, como lo destacara Manuel Caballero en el discurso de conferimiento del Doctorado Honoris Causa en la UCV, el Maestro Prieto calzaba muy bien, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en la notable condición física que lo caracterizaba: no era un hombre “prostituido”, “infame” y “abyecto”; es decir, no era un “desorejado”. ¡Honor y Gloria al Maestro Prieto!

Prieto Figueroa

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Ángel Omar García González (1969): Licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, y Magister en Historia de Venezuela, ambos por la Universidad de Carabobo, institución donde se desempeña como profesor en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Educación. En 2021 fue galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Alternativo por la Columna Historia Insurgente del Semanario Kikirikí. Ganador del Concurso de Ensayo Histórico Bicentenario Batalla de Carabobo, convocado por el Centro de Estudios Simón Bolívar en 2021, con la obra “Cuatro etapas de una batalla”. Es coautor de los libros “Carabobo en Tiempos de la Junta Revolucionaria 1945-1948” y “La Venezuela Perenne. Ensayos sobre aportes de venezolanos en dos siglos”.

 

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