«Si San Pedro se muriera
Todo el mundo lo llorara
Por lo menos María Ignacia
los cabellos se arrancara»
Esta nueva entrega de «Patrimoniales» la dedicamos a «La Parranda de San Pedro»: un milagro que se convirtió en canto, baile y procesión en pago de una promesa.
Fue la segunda de las ocho declaratorias otorgadas por la UNESCO a Venezuela, de manera consecutiva, en la categoría de «Patrimonio Cultural Inmaterial de la humanidad”, el 5 de diciembre de 2013; y ubicándonos en contexto antes de entrarle al abordaje en sí de esta significativa manifestación del calendario festivo nacional, es menester observar en retrospectiva los antecedentes historiográficos y bíblicos de la conmemoración del 29 de junio como día de San Pedro y San Pablo.
Antecedentes: Los cristianos católicos y ortodoxos de Oriente y Occidente celebran «La solemnidad de San Pedro y San Pablo» cada 29 de junio, fecha instituida en conmemoración del martirio de los dos pilares del Catolicismo, fundadores de la iglesia Católica, Apostólica y Romana: San Pedro Y San Pablo, Santos Patronos de Roma.
Según algunos pasajes neo-testamentales, Simón Barjona, habiendo nacido en el Año 1 a.C, en Betsaida, lugar donde Jesús realizó el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, caminó sobre el agua y devolvió la vista a un ciego; se trasladó a Cafarnaum donde se une a otros pescadores del lago Tiberaide, en Galilea, entre ellos su hermano Andrés, quien lo lleva ante el Señor, además de Juan y Santiago, para seguir al Mesías y convertirse en sus discípulos.
Jesús destacó su autoridad llamándolo Cefas, equivalente de piedra en griego, que derivó en Pedro, que proviene del latín Petrus (roca). Empezó a seguir a su maestro a los 20 años de edad y lo acompañó durante 6 años; siendo su seguidor y discípulo más fiel y consecuente, hasta que el señor fue apresado para vivir su pasión y muerte, y tal como lo previno: «Antes de que cante el gallo me negarás tres veces», y lo negó, para su estigma bíblico. No obstante al reconocerlo como el Mesías y su salvador, el señor le gratifico al decirle: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella y te daré las llaves de los cielos». Mateo 16,13-20.
Saulo (Saúl, su nombre en hebreo), Pablo en romano, nació hacía el año 10 d.C, en Tarso de Cilicia, (actual Turquía). En un principio persiguió ferozmente a los cristianos primitivos y participó en la lapidación de San Esteban, el primer mártir cristiano. Un día, camino a Damasco lo envolvió una poderosa luz y oyó una voz que le decía: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?”, y Pablo preguntó: «¿Quién eres, señor?», la voz contestó, «Yo soy Jesús a quien tú persigues, levántate y entra a la ciudad, allí se te indicará lo que tienes que hacer”, se levantó, abrió los ojos y no podía ver. Hechos 9:8-9.
En Damasco permaneció tres días ciego, sin comer ni beber, hasta que Ananías le comunicó: “Saúl, hermano, el señor Jesús, que se te apareció en el camino, me ha enviado para que recuperes la vista”, entonces le impuso las manos y al instante volvió a ver, fue bautizado y quedó lleno del Espíritu Santo». Hechos 9,17-18.
Esta experiencia lo convirtió al cristianismo a los 35 años de edad; conversión que lo llevó a ser el más ardiente propagandista del Cristianismo, llevando «La palabra» como misionero por Grecia, Asia Menor, Siria y Palestina; evangelizando en los más importantes centros urbanos del Imperio Romano; hablaba griego, latín, hebreo y arameo; además el aporte de sus trece cartas se considera fundamental por sus enseñanzas y contenido teológico y moralizante para la Iglesia.
Pablo llegó a Roma en el año 62 d.C, sufrió junto a Pedro una persecución Implacable hasta que fueron detenidos y martirizados en la prisión Mamertino, también conocida como el Tullianum, en las mazmorras del antiguo Fórum Romano.
Entre el año 64 y 67 d.C (no se encuentra una fecha unánime en los evangelios), bajo las órdenes de Nerón, fueron ejecutados. El Evangelio de Juan sugiere que Pedro fue crucificado (Juan 21:18-19). Como no se consideraba digno de morir como su señor solicitó ser crucificado en forma Invertida, con la cabeza hacia abajo. El lugar exacto fue guardado por la tradición, se cree que sus seguidores cristianos lo sepultaron en una colina conocida como «Vaticana”, sobre la que se erigió «La Basílica de San Pedro».
Cumpliéndose así «La Palabra» del Redentor: «Tu eres Pedro y sobre esta Piedra edificare mi iglesia”; esta colina se encontraba en los espacios que hoy ocupa «El Vaticano». Asiento de la autoridad máxima que rige y dirige todo lo concerniente a la Iglesia Católica, esparcida por el mundo, que cuenta con más de 1.400.000.000 de feligreses, según recientes estimaciones; Sede Papal de una sucesión ininterrumpida que se inició con el apóstol Pedro como el primer papa, elegido nada más y nada menos que por Jesús, el Hijo de Dios.
Pablo fue degollado y decapitado el mismo día 29 de junio, su cuerpo fue recogido por Santa Lucina, noble matrona romana, discípula de los dos apóstoles, e inhumado debajo de donde queda hoy el altar mayor de la «Basílica de San Pablo». El papa Benedicto XVI confirmó que según «La tradición unánime jamás refutada”, el cuerpo decapitado que se encuentra en el ataúd que allí está es del apóstol Pablo. Estos antecedentes Bíblicos e historiográficos pueden haber sido considerados por la Iglesia Católica como sustento para establecer «La solemnidad de San Pedro y San Pablo» el día 29 de junio.
Esta celebración toma fisonomía y características propias entre nosotros con la invasión europea, que impuso su catequesis católica evangelizadora en un proceso coercitivo y forzado de adoctrinamiento y aculturación signado por la sojuzgación y la dominación, aplicado en principio a los originarios de estas tierras (que opusieron tenaz y bravía resistencia hasta ser casi exterminados), a través de los sacerdotes «misioneros» de las llamadas «encomiendas», y que continuó a través de la trata «negrera» de esclavizados arrancados preferencialmente de la región occidental subsahariana del gran continente africano.
Esclavos traídos por contrabandistas y traficantes al «Nuevo Mundo” para ser cruel e inhumanamente explotados en las unidades de producción mineras, ganaderas y agrícolas de plantaciones y haciendas de cacao, algodón, añil, sisal, café, caña de azúcar y tabaco, entre otros cultivos. En estas haciendas los amos festejaban el Santoral del Calendario Católico (San Juan, San Antonio, San Benito, San Isidro Labrador, San Pascual, San Pedro y San Pablo, así como todas las Advocaciones de la Virgen María), de acuerdo a las fechas predeterminadas por la iglesia.
La celebración a San Pedro, el 29 de junio, se ha mantenido desde tiempos coloniales por más de tres siglos, hacia la costa central de Venezuela (estados Vargas, Miranda, Aragua y Carabobo) se encuentran varios ejemplos con particularidades distintas. Otro ejemplo lo constituyen las procesiones llevadas a cabo en San Pedro de Coche, capital de la isla de Coche (estado Nueva Esparta). Aquí, el santo Pedro es un pescador que usa tiara (mitra de tres coronas, insignia de la autoridad suprema del Papa) y en la procesión «reparte sus bendiciones por todo el pueblo haciendo siete paradas obligadas (una por cada sector de la isla, remembranza de las repetidas veces que cayó Cristo en su camino al Calvario.
Muy cerca de la entrada a Borburata, parroquia homónima del municipio Puerto Cabello, se encuentra el «San Pedro del Manglar», una imagen tallada en madera cuya data es mayor a los 300 años, estando al resguardo y cuido de una familia de la zona por varias generaciones; encontrándose con el «San Juan de Borburata» cada 29 de junio al sonar del cumaco y los Clarines.
De todas las celebraciones de San Pedro, es necesario hacer mención especial de «La Parranda de San Pedro de Guatire y Guarenas», dos ciudades de la sub-región barloventeña del estado Miranda, culturalmente unidas; Guatire es la capital del municipio Zamora; Guarenas, a cinco kilómetros de Guatire, es la capital del municipio Plaza.
Según la creencia, mantenida y transmitida inter-generacionalmente en una de esas antiguas haciendas enclavadas en el valle de Santa Cruz de Pacairigua, hoy Guatire, llamada San Pedro, cuya existencia y localidad pueden verificarse a partir de registros municipales, cierto día a una esclavizada llamada María Ignacia, quien trabajaba junto a su familia en «La casa grande», se le enfermó de gravedad su pequeña hija Rosa Ignacia, y según la leyenda María Ignacia le ofreció a San Pedro apóstol una celebración anual si la salvaba; la niña fue curada por el Santo; quedando comprometida a sacarlo en procesión y bailarlo cada 29 de junio.
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El ritual fue continuado por el marido de María Ignacia en cumplimiento de la promesa a petición de ésta en su lecho de muerte, razón por la cual debe vestirse de mujer, simulando un embarazo, abultándose el abdomen con trapos y cargando una muñeca que simboliza a Rosa Ignacia, la niña sanada.
En la próxima entrega abordaremos las características y el desarrollo de esta práctica festiva y devocional: «La Parranda de San Pedro de Guatire y Guarenas», bien de interés cultural regional y nacional, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la humanidad.
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Euclides Rojas es licenciado en Pedagogía Alternativa, mención Desarrollo Cultural, por la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), también es promotor y animador sociocultural, además de productor nacional independiente y locutor. Es asimismo fundador, director y productor de la agrupación “Budare y Leña”, así como director operativo y especialista en Gestión Cultural de la plataforma Pensamiento, Patrimonio y Memoria del Ministerio del Poder Popular para la Cultura. Entre otras organizaciones culturales, está vinculado con la Red de Patrimonio y Diversidad Cultural, la Red de Organizaciones Afro-venezolanas, y con los Portadores de Organizaciones de San Juan Bautista de Valencia (PORSANJUVAL).
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