Un día, Tamerlán (el famoso gran emperador de origen persa) estaba aburrido y decidió reírse de sus cortesanos.
—¿Qué soy? —preguntó a su astrólogo—, ¿un tirano o un gobernante?
—Un gobernante —respondió el cortesano.
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Fue inmediatamente decapitado. El emperador se dirigió a un segundo cortesano:
—¿También piensas que soy solo un gobernante?
—No, gran emperador Tamerlán. ¡Tú eres el tirano más poderoso del mundo!
También en esta ocasión, el sha ordenó al verdugo que decapitara al hombre. Finalmente, se dirigió a Nasrudín:
—¿Qué piensas que soy?
—No eres ni un tirano ni un gobernante —fue la respuesta.
—¡Explícate!
—Si fueras un tirano, no preguntarías a humildes cortesanos. Y si fueras un gobernante justo, no castigarías a los hombres por decir la verdad.
***
Relato de origen popular, fruto de la rica tradición árabe de cuentistas orales, de cuyo incansable peregrinar por dunas, desiertos, oasis, caravanas, mercados y palacios se nutrió esa magna compilación, de cuentos entre cuentos, llamada «Las mil y una noches».
Tomado de ciudadseva.com