virus

Algunos insectos han aprendido a domesticar virus salvajes para poder proteger a sus crías y preservar la especie.

 

Los científicos que han estudiado este fenómeno, mencionan que uno de los casos más emblemáticos es el de la avispa parasitoide Microplitis demolitor, perteneciente a la familia de himenópteros Braconidae, capaz de almacenar en sus ovarios grandes cantidades de virus.

 

Un artículo publicado por la BBC -tomado de originalmente de Knowable en español- hace referencia a Gaelen Burke, entomólogo de la Universidad de Georgia, quién ha estudiado estos casos. “Es muy bonito y asombroso que haya tantos virus ahí dentro”.

 

A través de la observación y el estudio, la ciencia ha determinado que existen media docena de casos de domesticación de virus salvajes causantes de enfermedades “y los han convertido en armas biológicas”.

 

Avispas domesticadoras

 

La publicación precisa que la M.demolitor deposita a través del aguijón sus huevos en las orugas junto a las partículas de virus “domesticados” presentes en sus ovarios. De esta forma, los virus vierten sus contenidos en las células de la oruga y comparten sus genes, que suprimen el sistema inmunitario del receptor, controlando su desarrollo. La oruga se convierte en un “vivero inofensivo para las crías de la avispa”.

 

Lo más impactante de estos casos es que las avispas han ensayado las maneras de domesticar a los virus. Como refiere Kelsey Coffman, entomóloga de la Universidad de Tennessee: “La avispa tiene que encontrar una forma de controlar ese virus para que no infecte y mate a la propia avispa”.

 

Además, las avispas parasitoides “mantienen conjuntos enteros de genes que aún funcionan juntos para construir partículas virales”, reseña el artículo.

 

Avispas y bracovirus

Uno de los casos más emblemáticos para la comunidad científica es la del grupo de los bracovirus, que se transmite a las avispas desde hace unos 100 millones de años. “Ese antiguo virus empalmó su ADN en el genoma de la avispa”.

 

El artículo precisa que al tiempo que se diversificaron las especies de avispas también lo hicieron los virus. Aunque algunos genes de los virus se descomponen, se preserva un conjunto básico que permiten fabricar las partículas infecciosas del virus original.

 

Michael Strand, entomólogo de la Universidad de Georgia refiere que “las partes se encuentran en lugares diferentes del genoma de la avispa. Pero aún pueden comunicarse entre sí y siguen fabricando productos que cooperan entre sí para crear partículas víricas”.

 

Por ahora, los científicos no han logrado determinar qué pasa con las proteínas y genes, pues cambian constantemente al entrar en contacto con las defensas de los huéspedes o receptores.

 

Lo que si tienen claro es que las avispas M demolitor utilizan bracovirus para introducir el gen glc1.8 en las células inmunitarias de las orugas de las polillas. Este hace que las células inmunitarias infectadas produzcan una mucosidad que les impide adherirse a los huevos de la avispa; en otros casos, evitan que las orugas asfixien a los parásitos en vainas de melanina.

 

La labor científica continúa indagando cómo se inician las relaciones entre las avispas y los virus domesticados.

 

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Algunos están estudiando a la avispa Diachasmimorpha longicaudata que está en las fases iniciales de control de un poxvirus.

 

“Este débil control podría reflejar el tipo de virus con el que empezaron las avispas, dice Coffman. La mayoría de los virus domesticados descienden de tipos llamados nudivirus, que pueden integrarse en los genomas de las avispas con más facilidad que los poxvirus”, reza la publicación.

 

Ciudad Valencia / Mincyt