Batalla de Carabobo

Hay que liberar la muñeca del reloj y el alma de la rutina, para comprender en su total dimensión, la trascendental importancia histórica social implícita en la Batalla de Carabobo, expresión de unidad, estrategia y organización patriótica, contra los perversos embates del imperialismo.

Hay que levantar los ojos ante el cielo fragmentado en cotidianas urbes de cemento, y abrirlos ante su majestuosa infinidad.

Debemos inflar el pecho y respirar profundo para conmemorar por todo lo alto el Bicentenario de la épica batalla, cuyo legado se nos muestra, en pleno Siglo XXI, con un aire nuevo, una frescura intacta, un maravilloso perfume renovador.

Batalla de Carabobo

Carabobo es algo más que una batalla

Carabobo es algo más que una batalla. Es el resultado de una campaña, magistralmente concebida por el genio del Libertador. Iniciada el 28 de abril de 1821, cuando las divisiones del ejército republicano salieron en simultáneo, desde diferentes puntos de partida, decididos a librar a nuestra Patria del flagelo del yugo invasor.

Urdaneta salió de Maracaibo, vía Coro y Carora, donde sufrió una enfermedad. Bolívar comenzó su marcha en Barinas, con dirección a Guanare y San Carlos, mientras Páez partió desde Achaguas, y tras una penosa marcha al mando de 2 mil 500 soldados, 2 mil caballos de reserva y 4 mil novillos para el abastecimiento del ejército, arribó a San Carlos el 4 de junio.

Mientras tanto, a Cruz Carrillo le correspondió desempeñar una misión estratégica al emprender la ruta: Trujillo-Carache, El Tocuyo- Quibor-Barquisimeto. Su tarea consistía en impedir que las tropas realistas pudieran socorrer a los suyos.

Igual misión tuvo Bermúdez, quien salió de Barcelona abocado a distraer a las fuerzas imperiales españolas de Caracas.

Allí, presentó dura resistencia en El Calvario, y aunque finalmente salió derrotado, cumplió a cabalidad con su tarea al evitar la llegada a Carabobo de una gran masa de tropas realistas.

 

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Y llegó el momento decisivo

El domingo 24 de junio de 1821, en horas del mediodía, se enfrentaron 4 mil 079 soldados realistas, contra 6 mil 500 patriotas. Apenas la mitad de los efectivos pudo participar en la icónica batalla que culminó en aproximadamente una hora.

La división de Páez fue prácticamente la única que intervino en la gesta, con sus valerosos Llaneros y la Legión Británica.

Plaza y Cedeño murieron a causa de su impetuosidad, cuando la batalla estaba ya decidida a favor de los patriotas.

Fue tan contundente la hazaña de Páez, que el mismísimo Libertador lo ascendió a General en Jefe, en el propio campo de batalla.

Toda la estrategia de campaña fue planificada por el genio de Bolívar. Logró que el ejército republicano hiciera resaltar su genuino espíritu heroico patriota, para vencer de manera rotunda en Carabobo.

Con este triunfo, se reafirma el sublime sentimiento nacionalista y unidad del ejército venezolano. Fue en aquel momento, cuando los soldados de la Patria, manifestando su alto espíritu heroico trasmutaron para siempre la muerte por la gloria eterna.

 

Carabobo está aquí

Y Carabobo está aquí: sobre libros, lienzos, historia, pueblo y Revolución Bolivariana. Levantando una pared cómplice libertaria y anti imperialista, junto a comunidades populares. Juntándose al Pueblo, a las Milicias y sus Fuerzas Armadas.

Carabobo vive del otro lado. Desapareciendo a veces, y retornando en actuales historias. Rellenando con su legado nuestras almohadas de futuro. Componiendo sin saberlo, un canto de esperanzas contra el perverso, satánico y maquiavélico bloqueo económico yanqui imperialista y su consabido ataque mediático a nuestras instituciones básicas.

La Batalla de Carabobo en su Bicentenario tiene un aire nuevo. Una frescura intacta y un maravilloso perfume renovador.

Que mueran las frivolidades ceremoniosas de la seriedad y la cursilería. ¿Cómo pretender ser el analista respetuoso circunspecto, después de contemplar la magnitud emancipadora de esta icónica batalla?

Su legado libertario tiene la particularidad de trascender tiempos y espacios.

Que alegría escuchar el grito feliz de la gente al escuchar historias y anécdotas sobre Bolívar y la Batalla de Carabobo: las caras del Pueblo muestran una sonrisa de deleite.

El espíritu emancipador, de esta particular gesta bicentenaria, tiene la particularidad de prolongarse en la vida. Cada año regresa repotenciado. Sin que el polvo del tiempo logré quitarle los reflejos que robustece su leyenda.

 

Batalla de CaraboboReflexiones de ayer y hoy 

Luego de la inolvidable victoria lograda en Carabobo, Bolívar planteó ayer, y nos lo recuerda hoy, la urgente necesidad de superar los conflictos limítrofes fratricidas en nuestro continente, y avanzar en definitiva en la unidad de la Patria Grande.
El Libertador, alarmado ante la orientación imperialista yanqui de aquellos años, que propuso y propone el sometimiento de todo el continente a su hegemonía, a través de la Doctrina Monroe, abogó titánicos esfuerzos para lograr la unidad indivisible de las naciones americanas, que protagonizaron una de las mayores revoluciones de la historia de la humanidad, como es la independencia del colonialismo imperial.
El peso devastador de las diversas traiciones contra Bolívar, lo han sufrido amargamente los pueblos y economías Latinoamericanas, quienes por más de 200 años, han estado bajo condena de una semi existencia junto a los gobiernos imperialistas de Estados Unidos.
Esto implica el sometimiento al capital donde, gobiernos entreguistas de la región, operan como grupos rentistas e intermediarios de la transferencia de sus riquezas nacionales al capital extranjero.
Y en consecuencia, esto causa la reproducción sistemática del empobrecimiento de sus naciones, con sus particulares secuelas de amargos, latentes y explosivos conflictos sociales.
Al igual que en tiempos del Libertador, las oligarquías locales, auspiciadas por la clase imperialista de Estados Unidos, lejos de defender el derecho a existir de su Patria, han preferido continuar en la senda colonial.
Y se han constituido en perverso instrumento interno de una conspiración externa dirigida a derrocar al Presidente Nicolás Maduro y a la Revolución Bolivariana, e impedir el ejercicio de la soberanía venezolana.
La confabulación se extiende a través una guerra mediática, que ha transformado los medios de comunicación en instrumentos de falsificación sistemática de la verdad.
Así, promovieron el Golpe de Estado fascista en 2002, contra El Comandante Hugo Chávez, donde por primera vez en la historia de la humanidad, el Bravo Pueblo junto a sus Fuerzas Armadas Bolivarianas y Patrióticas, por medio de una insurrección popular, repuso en su cargo a su legítimo Presidente.
También cabe recordar el sabotaje petrolero en 2003, el sabotaje eléctrico reciente, el perverso bloqueo económico yanqui imperialista y los frecuentes intentos de magnicidio contra el Presidente Maduro.
Estos hechos exponen las contradicciones contenidas en el carácter inconcluso de la Revolución Independentista a nivel continental y subrayan el ingreso del Pueblo venezolano a las nuevas batallas históricas que se avecinan.
Frente a la imagen de un continente gobernado desde el Río Bravo hasta la Patagonia, por cualquier presidente de turno en la Casa Blanca, listo a repetir, en versión hollywoodense, el terrible saqueo colonialista español, utilizando para ello, banderas de libre comercio y apoyo a través de bases militares, es hora de repotenciar el horizonte de la Patria Grande que Bolívar idealizó en Carabobo.

 

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Claudio González Luna