Ernesto Cardenal (Nicaragua, 1925-2020), uno de los poetas suramericanos más importantes de la literatura contemporánea, cumplió este año un siglo de haber nacido.
Edito ahora, en esta entrega de “Sábado” en Ciudad Valencia, una versión fragmentada del prólogo de la Antología poética de la edición de Monte Avila Editores Latinoamericana (2005), en la prestigiosa colección Altazor, que a su vez prologa los cuatro tomos de Poesía Completa de Ernesto Cardenal en la Editorial Patria Grande de Buenos Aires (Arg. 2013); una edición que contó con el auspicio del Ministerio de Educación de la República Argentina y fue distribuida de forma gratuita entre estudiantes, tal como lo vaticinaba “Aproximación a la poesía de Ernesto Cardenal (Collage)”, el breve ensayo bajo mi firma.
El aniversario del nacimiento del poeta Ernesto Cardenal en 2025 ha pasado inadvertido en apariencia, por debajo de la mesa de las grandes celebraciones; un centenario de soledad y poesía pese a la enorme importancia de su obra, reconocida en el mundo por especialistas literarios, poetas y lectores comunes; se recuerda, incluso, la postulación al premio Nobel de Literatura un poco antes de su fallecimiento, estando su poesía entre las más destacadas de la ya cimera expresión lírica del siglo veinte.
Poetas amigos han reclamado, con sobrada razón, el silencio sobre su obra y figura en el año centenario de su nacimiento. Han pasado ya seis meses desaprovechados para promocionar no solo su extraordinaria escritura –un auténtico monumento del espíritu humano opuesto al sinsentido y al horror– para agitar con la poesía toda la conciencia cósmica y carnal sometida al escarnio de las guerras.
Aún no es tarde para convocar con su nombre un premio internacional de poesía, capaz de juntar mil voces a favor de una humanidad tan amenazada como la que se vive en estos días. Este sería un buen homenaje a la memoria del poeta y místico nicaragüense tan cercano a Venezuela, tan esencial para la nación que le vio nacer y tan inolvidable para la Revolución Cubana por aquel bello libro, “En Cuba”, que supo llegarnos hondo con la belleza de su decir.
Ahora la poesía de Ernesto Cardenal, por encima de las circunstancias y los ruidos de un momento que ya pasó, es patrimonio universal y nada justifica su olvido y desamor.
Aproximación a la poesía de Ernesto Cardenal
Signado desde sus inicios por la frescura y modernidad de su poesía, Ernesto Cardenal (1925) es el más joven creador de la descollante generación poética de la década del ‘40 de Nicaragua y la figura más impactante en el orden literario ulterior a Rubén Darío, su compatriota universal. Publicada en 20 idiomas y más de 200 ediciones, su obra lo sitúa con holgura en el excepcional Corpus poético del siglo XX.
Es tal vez el poeta de su tiempo que ha logrado, en castellano, el mayor acercamiento entre los modos expresivos propios de lenguaje poético y los de la conversación, entre el convenido lenguaje de la poesía y el de la prosa.
Se ha señalado asimismo que su transformación de poeta lírico y subjetivista en su inicio, a poeta solar, diáfano y de tono épico de la mayoría de su obra, se debió en gran parte al descubrimiento de la poesía norteamericana y en especial al impacto que le produjo la obra de Ezra Pound, a quien tradujo al castellano, luego de su permanencia en Nueva York como estudiante de la Universidad de Columbia.
De Pound va a tomar un recurso que, como apunta Pablo Antonio Cuadra, “consiste, más que en un collage, más que en la cita de un trozo de rango poético, en una sabia redistribución de la prosa del historiador o del viajero hasta que alcance un nivel lírico o épico. Sus poemas son así, bellos y vastos documentos ajenos cuya gracia está en los cortes y en la junturas”.
A propósito, en una conversación con Mario Benedetti, Cardenal expresa que la poesía norteamericana ha marcado en él una gran influencia y que Pound le hizo ver que en ella “cabe todo; que no existen temas o elementos que sean propios de la prosa, y otros que sean propios de la poesía. Todo lo que se puede decir en un cuento, o en un ensayo, o en una novela, puede también decirse en un poema. En un poema caben datos estadísticos, fragmentos de cartas, editoriales de un periódico, noticias periodísticas, crónicas de historia, documentos, chistes, anécdotas, cosas que antes eran consideradas como elementos propios de la prosa y no de la poesía.”
Sin embargo, es necesario admitirlo, existe en esa dirección y en contra de un posible postulado del mismo Cardenal, una persistente y notable restitución del verso como unidad lingüística. Coronel Urtecho habla con exactitud de “un ritmo correspondiente a las intensidades combinadas de la atención, la excitación emocional y la respiración y con la rápida técnica alucinante de una película documental, que es, a mi juicio, la técnica apropiada para una nueva épica”.
En todo caso, su gran aporte va a estar enmarcado dentro de lo que inicialmente el mismo José Coronel Urtecho designó como “exteriorismo”, para hablar de una tendencia en la poesía de Nicaragua, donde la propia obra y las reflexiones de Cardenal, se instauran, incluso en contra de su mismo rechazo frente a “ismos”, escuelas y otras consideraciones estetizantes.
“El exteriorismo es la poesía creada con la imagen del mundo exterior, el mundo que vemos y palpamos, y que es, por lo general, el mundo específico de la poesía.” Para Cardenal, no obstante, “el exteriorismo es tan antiguo como Homero y la poesía bíblica, en realidad, es lo que ha constituido la gran poesía de todos los tiempos”. Ha dicho: “he tratado principalmente de escribir una poesía que se entienda.”
En Cardenal se siente la impronta de la tradición moderna, pero se siente aún más la huella de una convicción del mundo que es muy anterior a ésta. Es el habla popular lo que mejor nutre esta poesía plena de la visión de las cosas como son. En algún momento, Cardenal comenzará sin resistencia a ser leído colectivamente como uno de los grandes poetas místicos de la humanidad. Quizás entonces nadie se asombrará de qué los entes educativos y culturales de los gobiernos más avanzados del mundo, publiquen en grandes tirajes sus obras y que las repartan gratuitamente entre los estudiantes de todos los niveles. También es posible que Cántico Cósmico, esta obra que reúne y sintetiza la más alta eficacia de su lenguaje, sea leída como la insólita crónica de quién logró sin prejuicio la visión panorámica del tiempo y el espacio fusionado.
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Cardenal “En un verso”
“Pasó tres días, triste, en el Cerro del Común. / Triste sin saber qué hacer. / Y no era ni político ni militar. / Pensó y pensó, y se dijo por fin: /Alguien tiene que ser. / Y entonces escribió su primer manifiesto”.
(Hora 0)
“La gloria no es la que enseñan los textos de historia: / es una zopilotera en un campo y un gran hedor”.
(Hora 0)
“Pero cuando muere un héroe / no se muere: / sino que ese héroe renace / en una Nación”.
(Hora 0)
“Esclavo de los extranjeros y tirano de su pueblo”.
(Hora 0)
“Pero el héroe nace cuando muere / y la hierba verde renace de los carbones”.
(Hora 0)
“Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo: /porque yo podré amar a otras como te amaba a ti, /pero a ti no te amarán como te amaba yo”.
(Epigramas)
“Tú pudiste inspirar mejor poesía / Tú pudiste inspirar mejor poesía”.
(Epigramas)
“Tú no mereces siquiera un epigrama”.
(Epigramas)
“Creyeron que te enterraban / y lo que hacían era enterrar una semilla”.
(Epigramas)
“Viniste a visitarme en sueños pero el vacío que dejaste cuando te fuiste fue realidad”.
(Epigramas)
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Luis Alberto Angulo [Rivas], nació en Barinitas, estado Barinas en 1950. Desde 1972 reside en Valencia (Carabobo). Poeta y articulista.
Bibliografía directa: Antología de la casa sola, Una niebla que no borra, Antípodas, Fusión poética, La sombra de una mano, Antología del decir, Coplas de la edad ligera.
Premios: “IV Concurso Internacional de la revista Poesía (UC)”, así como de los certámenes nacionales de poesía “Francisco Lazo Martí” y “Rómulo Gallegos”.
Antólogo de: San Juan de la Cruz, Miguel Hernández, Enriqueta Arvelo Larriva, Ana Enriqueta Terán, Gelindo Casasola, Ernesto Cardenal; “Rostro y poesía, poetas de la Universidad de Carabobo”, “El corazón de Venezuela, patria y poesía”.
Coautor con Luis Alberto Angulo Urdaneta de “Viento barinés”; con Luis Ernesto Gómez de “Poetas venezolanos en solidaridad con Palestina, Irak y Líbano”; con Nereida Asuaje de “Lubio Cardozo, Del lugar de la palabra”.
Textos suyos aparecen incluidos en las antologías: “Jóvenes Poetas de Aragua, Carabobo y Miranda” (Fundarte 1978), de José Napoleón Oropeza; “Poetas de Venezuela (Revista Poesía UC), de Reynaldo Pérez Só, y “Barinas, cien años de poesía” (1995), de Leonardo Gustavo Ruiz.
Ha sido invitado en varias ocasiones al Festival mundial de Poesía de Venezuela y a la Feria Internacional del libro de Venezuela (Filven).
Ciudad Valencia