Recientemente, el presidente Nicolás Maduro anunció en su programa “Con Maduro +” la posibilidad de incluir el proyecto “Corazón Salsero” en las escuelas y liceos del país. Una propuesta que tal vez le genere a más de uno incomodidad, debido a que ¿qué puede tener la Salsa que ver con la formación de un niño o un adolescente?
Si hay un tema álgido, sensible y delicado hoy en nuestro país es precisamente lo educativo, debido a los diversos problemas por los cuales están atravesando nuestras instituciones educativas tales como el deterioro físico de muchas instituciones, el problema salarial por la caída de los sueldos; escases de personal docente por el abandono de cargos; y de paso, las secuelas del Covid-19, entre otros.
De todo lo dicho no cabe dudas y nadie lo niega, sin embargo, tampoco deben negarse ni olvidarse las causas fundamentales de esta crisis, las cuales son muy bien conocidas por todas y todos los ciudadanos de este país, cuya esencia, en lo material, es económica.
El hecho de que existan problemas no debe implicar ausencia de propuestas y posibles soluciones para mejorar el nivel académico y el sentido crítico de los estudiantes. Cuando se habla de Salsa, aunque muchos no lo vean, se están tocando diversos temas y aspectos sociales como la delincuencia, el machismo, los celos, la envidia, las drogas, la discriminación racial, el maltrato indígena, la explotación del ser humano, la mala política, entre otros aspectos negativos, pero también a través de la Salsa se le canta al amor, a la mujer, a la esperanza, a la solidaridad, a la naturaleza, a la amistad, entre otros valores esenciales en la vida.
Ahora bien, ¿qué están escuchando nuestros niños y jóvenes actualmente en sus teléfonos, y otros medios audiovisuales, además de las fiestas? En su mayoría, canciones vacías de contenidos (letras hormonales); ritmos, para nada armónicos, carentes de virtuosismo; bailes que incitan al acto sexual con pasos que rayan en lo vulgar, sobre todo en las hembras; en los varones se fomenta el consumo de drogas y el irrespeto a las damas y, en resumen, una denigración de la mujer.
Este fenómeno se ha extendido a las escuelas y liceos con la aprobación de muchos padres, representantes e incluso maestros y profesores, por supuesto, no todos. ¿Aportará eso algo positivo al pensamiento y salud mental de los niños y jóvenes? Lo dudo, de hecho ha sido tan fuerte esa arremetida musical que vemos a ciertos adultos de avanzada edad queriendo pasar por chamos conquistadores escuchándola a alto volumen en sus vehículos, aparte de tantos choferes del transporte público.
Lo que es notorio y evidente, de acuerdo a lo expresado antes, es el efecto y consecuencias que observamos hoy en la conducta de los muchachos. Bailar una canción que nos gusta genera un placer muy especial, pero bailar una canción y, de paso, analizarla, comprenderla y captar su mensaje es otra cosa. Eso nadie nos lo enseña, sin embargo, creo que sí es posible enseñar a los muchachos a apreciar, discernir y extraer esa propuesta del compositor de un hermoso tema, esto hace viable una propuesta como la anunciada por el Presidente, lo otro es el cómo desarrollarla.
A pesar de los prejuicios que aún puedan seguir teniendo algunas personas al considerar la Salsa como una música de barrios, muchos se sorprenderían al saber que muchos de esos artistas, la mayoría, son académicos, bien sea en la propia música o en otras profesiones.
En cuanto al contenido de muchísimos temas, sobra material para seleccionar y someter al análisis y debate entre estudiosos de cualquier área. Una de las cosas que fomentó la amistad entre el escritor colombiano, premio Nobel de literatura en 1982, Gabriel García Márquez y el cantautor panameño Rubén Blades fue la grata impresión que le causó la canción “Pedro Navaja” (1979), toda una crónica social narrada y cantada en 7,21 minutos.
Si tomamos un tema como “Juanito Alimaña” (1983), de Tite Curet Alonso, cantado por Héctor Lavoe, podemos extraer, para un análisis, la delincuencia liderada por un azote de barrio, la complicidad policial, la impunidad, el temor a la denuncia por parte de los vecinos; la corrupción en el sistema, etc.
Si nos enfocamos en los valores como el respeto, tienes temas como “De todas maneras rosas”, cantada por Ismael Rivera; “La palabra adiós”, cantada por Rubén Blades. Si de sensibilidad se trata hay que escuchar “Los entierros”(1979), con Cheo Feliciano; si es de historia “Anacaona”(1971); si del maltrato al indígena, escuchen “Plantación adentro”(1977) con Willie Colón y Rubén Blades; todas del compositor puertorriqueño Tite Curet Alonso, y si de la pobreza se trata, hay que escuchar “Adán García” por Rubén Blades; en cuanto al amor, respeto y consideración a la madre, escucha “Madre”(1973) de La Dimensión Latina, compuesta y cantada por Oscar D León; también la canción con el mismo nombre, pero de 1975 en la voz de Ismael Miranda, compuesta por él. Una diminuta muestra del valioso material a la mano para el análisis y el estudio en cualquier nivel educativo.
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Cierro esta edición de hoy celebrando la iniciativa de La Ruta Comunal de la Salsa, actividad que se estará realizando en todos los estados del país, aquí en Carabobo tendrá lugar el viernes 20 de octubre, a partir de las 6 de la tarde, en el Teatro Urbano Manuel González Gragirena del municipio Mariara, donde se presentarán los grupos musicales Hiper-Tensos, Kímbara y Casino D’ Primera… ¡QUE VIVA LA MÚSICA!
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Ramón Emilio Toro Martínez (Caracas-Venezuela, 1966) es licenciado en Educación, mención Lengua y Literatura, de la Universidad de Carabobo (UC) en 1993. Es también Productor Nacional Independiente y locutor con experiencia en el desarrollo de programas radiales sobre música afrocaribeña en la ciudad de Valencia, estado Carabobo: Ciento por ciento Natural, por Lago 91.5 FM; Letras y Notas, por Salsera 96.3 FM, y Óyelo que te conviene, por RNV Región Central 90.5 FM. Es autor del libro «Letras y Notas sobre la Música del Caribe» (2020), presentado en la FILVEN Caracas 2020 (Casona Cultural Aquiles Nazoa) como el único proyecto editorial independiente de ese año.
Ciudad Valencia / Foto de RT: Edicson Dávila