“Día del maestro”… Para Antonio Trujillo, Premio Nacional de Cultura, mención Literatura *
I – Orlando
La primera vez que supe de Antonio Trujillo fue por un comentario del escritor Orlando Araujo en Barinitas, pueblo del pie de monte barinés que ambos compartimos por afecto y circunstancias comunes; allí vivía doña Edén Ciangherotti, viuda de Sebastián Araujo, con su hija Irma de Rosario, el yerno y los nietos.
Doña Edén era la madre adorada de Orlando, nacido el 14 de agosto de 1927 en Calderas, entre el rumor del río, la niebla, y la montaña. Ellos se habían mudado a Barinitas, el pueblo donde nací y viví durante 21 años.
Irma, la hermana de Orlando, creo que llegó primero a Barinitas, la recuerdo como maestra ecónoma del grupo escolar “José Vicente Unda” de gratos recuerdos por los amigos y maestros de aquellos días: Lindolfo Martínez, Juan Ignacio Andara, María Teresa Qüenza, Irmis de Briceño, Ada de Montilla, Ismenia Camacho.
Vivía doña Edén frente a la Plaza Páez, diagonal a las viviendas de las familias Espinoza y Moreno, en una casa que Irma y su esposo reformaron. Mucho antes de ellos, vivimos en esa casa un tiempo.
Orlando fue amigo desde muchacho de la familia Rivas Quintero de mamá, nacida en Altamira de Cáceres; la de Orlando, por la línea de doña Edén, estaba emparentada con unos parientes de papá; gozaba pues de aprecio y admiración en ese entorno.
Desde que lo conocí en la casa de URD y luego en la del PRIN -partidos socialdemócratas de tendencia izquierdista-, fue una referencia especial.
Era de una personalidad avasalladora, de palabra clara y verbo encendido; hablaba con una entonación trujillana sabrosa de escuchar por la lucidez de sus ideas y profundo conocimiento de la realidad. Su análisis certero, la inteligencia siempre descollante.
Visto ahora mismo, su estilo literario es hermoso, vital, sonoro, elegante en su precisión sin recargo retórico. Sus ensayos, políticos, literarios, históricos; su narrativa y poemas, son inconfundibles. Hay una escritura que recuerda su propia grafía de letras bien hechas que se dejan leer con facilidad.
Orlando era un gran conversador. Uno podía oírle durante horas. Le gustaba enseñar. A veces hablaba de un joven Antonio Trujillo que vivía en San Antonio de los Altos, donde él también vivía con Trina Urbina, su esposa. En una época andaba molesto porque Antonio estaba pagando servicio militar. Decía que era un poeta y necesitaba otro mundo.
Después de su tío Antonio Cruz, carpintero y anarquista de corazón, la influencia más importante de Trujillo fue la de Orlando Araujo. Maestro de la crónica y la prosa de quién recibió como escritor en ciernes el estímulo necesario en el momento preciso.
También le debo eso a Orlando. Aún conservo un original suyo hablando de unos cuadernos inéditos de poemas. Creo que sus palabras también fueron de una importancia capital para asumir compromiso mayor con la poesía. El altar literario barinés lo componían en ese tiempo, los poetas Arvelo (Alberto, Alfredo, Enriqueta), mi padre y Orlando Araujo; haber tenido la atención de este por un momento es algo que fue un gran apoyo moral y emocional que agradezco.
Apenas vivió sesenta años y había obtenido a los cincuenta, el premio nacional de literatura por su ensayo crítico sobre la obra poética de Alberto Arvelo Torrealba “Contrapunteo de la vida y la muerte”, pero pudo haberlo obtenido antes de los treinta por “Lengua y creación en la obra de Rómulo Gallegos”.
Entre los mejores alumnos de Orlando, están para la memoria, el poeta Earle Herrera de la Universidad Central de Venezuela y Antonio Trujillo, cronista y poeta de San Antonio de los Altos, lugar del hallazgo de alumno y maestro.
Día del maestro
II – Reynaldo
Me radiqué en Valencia definitivamente desde 1972. Conocía ya al poeta Reynaldo Pérez, lo he contado antes, porque hice un viaje de Barinitas hasta la capital del estado Carabobo a conocerle, pero aún no éramos amigos. Allí en la Universidad de Carabobo trabajaba Reynaldo en el departamento de literatura de la Dirección de Cultura que dirigía el poeta Alejandro Oliveros, primer director de la emblemática revista “Poesía” editada por la U.C., que comenzó a circular a inicio de la década del setenta.
Fui hasta la sede de la Dirección de Cultura que quedaba en la calle Rangel (cerca del bar La Guairita), a entregar los originales de un libro de coplas que varios años después (1979) publicó la Universidad con el título de “Viento barinés”, al director de Cultura Gabriel de Santis, un abogado y joven poeta. Allí conocí luego al poeta Felipe Herrera Vial.
El libro que consigné en aquel momento llevaba el título de “Contrapunto barinés” (escrito en 1968) que Orlando Araujo nos pidió cambiar el nombre por el de “Viento Barinés” para no chocar con uno suyo “Contrapunteo de la vida y de la muerte” (1974), con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura. Papá, generoso y amplio aceptó sin resquemores el cambio. Fue “don Betino” mi padre, el primer gran maestro en poesía y vida que tuve.
En el Departamento de Literatura de la UC en Bárbula coincidimos a veces con Antonio Trujillo, editor y director fundador de una revista también emblemática, “Trapos y helechos”. Se hizo amigo de Reynaldo Pérez, de Adhely Rivero, de Carlos Osorio, de Enrique Mujica, nuestro. A todos nos gustaba oírle decir que la revista Poesía era su escuela poética, coincidíamos en eso, yo decía que era mi Universidad. Su trato alegre y desenfadado nos llegó a todos. Reynaldo y él compartían además sus orígenes comunes, ambos hijos de canarios pobres ricos en tradición cultural y visión del mundo.
A todos nos impactó su libro “Taller de cedro”, una poesía sencilla, hermosa y profunda, cercana a las poéticas nuestras, también a la de Montejo y a la de Luís Alberto Crespo. Ese libro toca incluso el Libro de los oficios de Ana Enriqueta Terán.
Hace relativamente poco tiempo nos volvimos a encontrar Pérez So, José Carlos De Nóbrega, Trujillo y yo en Valencia. Nos reunía el proyecto de los cronistas comunales que ha venido Antonio desarrollando por todo el país y que Miguel Dasilva, Ángel García y Pedro Téllez organizaron conjuntamente con Trujillo como diplomado, en la Casa de los talleres del Museo de Arte de Valencia.
Después nos tocó a los poetas cercanos a la revista Poesía, despedir en un camposanto de Tocuyito a Reynaldo Pérez con el espíritu de quienes despiden a un maestro y amigo. Siento que Antonio y yo hemos sido en cierta forma condiscípulos, por ello la noticia del otorgamiento del Premio de Cultura de este año para él es un reconocimiento que hago mío. He sido testigo cercano de su gran esfuerzo y entrega al trabajo cultural y literario. Los cronistas comunales similarmente celebran el reconocimiento de la nación a uno de los suyos. También es un espaldarazo para la Revista Nacional de Cultura de la que ha sido director en tiempos difíciles.
Día del maestro
III.- Prieto Figueroa
El miércoles 15 de enero de 2025 fueron llevados simbólicamente al Panteón Nacional los restos del maestro, poeta y político nacido en la Isla de Margarita, Luís Beltrán Prieto Figueroa.
Qué gran reconocimiento a la figura de un maestro tan fundamental en todas las épocas y de manera especial en este momento cuando en el país se plantea una revolución cultural. Oigamos su palabra desde el cenotafio:
Día del maestro
“El tiempo de vivir es infinito. / El tiempo de morir es de relámpago. / ¡Vive! / Para morir te sobra tiempo”.
¡Que Venezuela viva cada día en el espíritu de sus héroes y maestros!
15/01/25
*Premio Nacional de Cultura 2023-2024
Mención Literatura:
“Antonio Trujillo, por su amplia y variada obra que se distingue por su belleza y conexión con los sentimientos y valores del pueblo venezolano, sirviendo de faro para las generaciones actuales y futuras.”
Jurado calificador: Neguel Machado, Ana Cristina Bracho e Ignacio Barreto.
Día del maestro
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Día del maestro
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Luis Alberto Angulo [Rivas]. Nació en Barinitas, estado Barinas (VEN), en 1950. Coterráneo de los poetas Enriqueta y Alfredo Arvelo Larriva. Autor de las sumas: Antología de la casa sola (Fundarte, 1982), Fusión poética (Universidad de Carabobo, 2000), La sombra de una mano (2005), Antología del decir (2013), y Coplas de la edad ligera (2021), títulos publicadas por Monte Ávila Editores, colección Altazor. Prologa la edición en vida de la Obra poética completa de Ernesto Cardenal (Editorial Patria Grande, Buenos Aires, Arg. 2008).
Premio del IV Concurso Internacional de la revista Poesía (UC), otorgado anteriormente a: Jim Seguel, Arnaldo Acosta Bello y Eli Galindo. En Valencia, ciudad donde reside desde hace más de cincuenta años, ha sido columnista de los diarios Notitarde, El Carabobeño y Ciudad Valencia, jefe de redacción de la revista Poesía (UC) y director de las revistas Zona Tórrida (UC) y Redve (Red Nacional de Escritores de Venezuela). Ha realizado selecciones poéticas de: San Juan de la Cruz, Miguel Hernández, César Vallejo, Ernesto Cardenal, Enriqueta Arvelo Larriva, Teófilo Tortolero, Gelindo Casasola, Rómulo Aranguibel, Lubio Cardozo y Ana Enriqueta Terán.
Ciudad Valencia