Nuestra unidad monetaria, el bolívar, sigue en la mira de quienes quieren imponer al dólar como la moneda en curso.
Esta suplantación tiene el propósito de imponernos, a como dé lugar, la moneda de los Estados Unidos para convertirnos en tributarios de la tambaleante economía de ese país.
Quienes pretenden hacer esto buscan que, al eliminar el bolívar de las transacciones financieras venezolanas, perdamos de nuevo la independencia monetaria de que hemos gozado, desde su creación en 1865.
Durante la conquista y el poblamiento de lo que hoy es Venezuela, las monedas que circulaban eran las llamadas macuquinas, las cuales recibían ese nombre debido a que estaban cortadas y esquinadas.
La primera acuñación de moneda autorizada en nuestro territorio tuvo lugar en 1607, pero, como a las piezas circulantes se les cortaba o limaba para restarles peso, se pensó en la adopción de una moneda extranjera como unidad monetaria legal.
Entre las que se consideraron estuvieron la libra esterlina y el franco francés, pero se desestimaron debido al daño que el país podría recibir si ocurría alguna fluctuación imprevista.
En 1843 y pese a que las luchas independentistas habían concluido casi veinte años antes, entró en circulación la primera pieza monetaria nacional, en la que figuraba una efigie que representaba a la República. A esta pieza se le conoció popularmente como el centavo de cobre y con ese nombre aún figura en los catálogos de numismática.
Once años más tarde, en 1854, se acordó una emisión en plata, con la referida figura de la República y 16 estrellas alrededor. En 1857, se modificó ese diseño y un año después entraron en circulación las primeras monedas de plata republicanas, con solo siete estrellas alrededor de la efigie de la Nación.
En esa fecha se adoptó como unidad monetaria la Venezuela de Oro, con peso y ley similares al franco francés.
La siguiente acuñación fue una serie de piezas en las que aparecía de perfil el general José Antonio Páez. Esta serie, fechada en 1863, nunca llegó a circular, debido al triunfo de la Federación.
Fue en 1865, durante el gobierno de Juan Crisóstomo Falcón –aunque quien estaba encargado de la Presidencia de la República era Antonio Guzmán Blanco–, cuando Venezuela entró a formar parte de la Convención Latina, que fijó el curso legal de las monedas de plata.
En ese momento, se estableció el valor de la unidad, así como el de sus fracciones, y el Ejecutivo Nacional fue autorizado a emitir una moneda llamada Venezolano de Oro, así como una serie de monedas de plata, todas con la efigie del Libertador.
LEE TAMBIÉN: “Designaciones colectivas”
De nuevo fue el pueblo quien con el uso diario de la moneda de plata le cambió el nombre de Venezolano de Oro por el de Bolívar, dado que, en el anverso –la cara–, aparecía el perfil del Libertador. Dicho perfil fue dibujado por el pintor Carmelo Fernández, en tanto el grabado de la pieza se debió a Desiré–Albert Barre.
Desde entonces hasta nuestros días –el diseño de la moneda casi no ha variado–, el apellido Barre ha figurado en la parte inferior de todas las monedas venezolanas.
Aunque durante mucho tiempo las monedas extranjeras siguieron circulando en todo el país, puede decirse que, con la aparición del bolívar, se produjo nuestra independencia monetaria.
***
Armando José Sequera es un escritor y periodista venezolano. Autor de 93 libros, todos publicados, gran parte de ellos para niños y jóvenes. Ha obtenido 23 premios literarios, ocho de ellos internacionales (entre otros, Premio Casa de las Américas, 1979; Diploma de Honor IBBY, 1995); Bienal Latinoamericana Canta Pirulero, 1996, y Premio Internacional de Microficción Narrativa “Garzón Céspedes”, 2012).
Es autor de las novelas La comedia urbana y Por culpa de la poesía. De los libros de cuentos Cuatro extremos de una soga, La vida al gratén y Acto de amor de cara al público. De los libros para niños Teresa, Mi mamá es más bonita que la tuya, Evitarle malos pasos a la gente y Pequeña sirenita nocturna.
«Carrusel de Curiosidades se propone estimular la capacidad de asombro de sus lectores».
Ciudad Valencia / Foto del autor Gerardo Rosales
