Néstor

Néstor Francia, Admiro las circunvoluciones de tu cerebro, pero mira estas otras aristas

Néstor, sin duda eres un gran demócrata preocupado, porque según dices “el PSUV gana todas las elecciones aun siendo minoría”. Bueno, creo que minoría no lo es. Cuando la derecha gane, Néstor, presiento que te van devolver todos esos derechos que estás reclamando. Te los devolverán con creces. Pero quiero que vayas ubicando el punto que quiero desarrollar. Porque tú padeces del prurito formalista de las democracias occidentales, centrado en el mismo amor que la Santa Alianza junto con la cultura europea sienten por nosotros. Tú tienes por Venezuela, en el fondo de todos los fundillos, el mismo amor que nos profesan los gringos. No puedes evitarlo, se te nota por los cuatro costados, estás cansado de ti mismo, de tus poses de revolucionario, de tu investidura como constituyente, no te sientes bien en tu propia piel Néstor y quieres estallar, pero te diré algunas cosas más sobre ese andamio de locos en el que desde hace bastante tiempo te veo guindando…

Óyelo bien, distinguido ex camarada, te veo a ti en otra docena de figuras muy bien trajeadas de demócratas, pero en otros tiempos, en aquellos aciagos años que van de 1828 a 1830, cuando el Libertador Simón Bolívar quedó sin Carta Magna producto de la disolución de la Convención de Ocaña. Te veo crítico, sesudo y visionario como aquellos ex bolivarianos (que amaron con pasión a Bolívar), tales como Joaquín Mosquera, José Manuel Restrepo o José María del Castillo que aterrados por los asedios liberales acabaron por concluir que el Libertador era un político versátil, un enamorado de las leyes extraordinarias, que no podía gobernar sino con mano de hierro, como déspota y dictador.

Te veo, Néstor, digo, en esa época entre 1828 y 1830, coincidiendo de plano con don Francisco de Paula Santander cuando sostenía que si el Libertador “si va a unas verdaderas elecciones democráticas tales como las que se hacen en Francia, Inglaterra o Estados Unidos, las perderá estruendosamente…”. No sé si vas entendiendo lo que planteo. Bolívar al igual que Chávez era el líder de una revolución. No te moleste si te digo que Maduro es nuestro líder en esta revolución.

Porque se ve, que hasta te molesta que digan que el imperialismo nos está jodiendo sin pausa y sin cuento. Has dicho por todo el cañón: “Por supuesto, ya saldrán los exegetas y procónsules bolivarianos a contradecirme con sus repetitivos ritornelos: que si la agresión imperialista, que si la unidad, que si la paz, que si esto y lo otro, … Creo que sería bueno que la gente votara, sobretodo que votara por opciones distintas a las del PSUV porque el PSUV va a ganar las elecciones… estas son unas elecciones para que el PSUV obtenga mayoría aún con minoría de votos, porque el PSUV no va a sacar ni 30% a los votos correspondientes al padrón electoral». Te molestas porque no te hacen caso en la ANC con ese proyecto que “apuntaba a la transformación del poder municipal, sustituyendo la figura individualista y medieval del alcalde por una forma colectiva y popular de gobierno municipal, es decir tendente a iniciar la transformación del Estado desde abajo”.

No te creas que soy un hombre feliz, no te creas que tengo un sueldazo, que el gobierno me apoya y me protege, que tengo un cargo. Soy más muerto de hambre que tú, Néstor. Te lo puedo asegurar. Veo cosas terribles y me he arriesgado a decirlas y a combatirlas, y he sido demandado incluso por gente con poder que se decía chavista (creo que ya saltaron la susodicha). Me gané el mote de antichavista porque en su momento ataqué a muerte a Miquilena, y me he ganado el mote de anticomunista porque critiqué a PCV cuando apoyó a Carlos Andrés Pérez frente a una publicación de “The New York Times” referido al hecho de que el Gocho estaba en la nómina de la CIA, y sobre todo porque en su momento ataqué a muerte a Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez. Pero te juro que en este momento daría mi vida porque el PSUV nunca pierda una elección. Te juro que en este momento daría la vida porque el presidente Maduro se reafirme en el poder. Porque pese a todo lo malo que pueda ser este gobierno, estoy profundamente convencido de que ningún otro en estas circunstancias lo será mejor. Es lo que tenemos, y desde dentro debemos luchar para vencer las terribles adversidades que afrontamos. Tenemos que acerarnos, ser mejores e ir avanzando y en ese proceso ir aprendiendo todo lo necesario para salir de abajo.

Perdona que vuelva a hablar de mí: estoy en el campo produciendo, echando machete y pala de sol a sol. Es la obra que he escogido en favor de la revolución. Buscando bosta porque no consigo urea ni me voy a poner como un histérico a gritar que en este país ni abono se consigue. Y con lo poco que hago me siento bien conmigo mismo. Si me vieras cómo he aprendido a trillar, tostar y moler café. Y salir por la calle a venderlo, alegre y cada vez más comprometido con mi país. Y te puedo decir que moriría feliz si el destino me diera la dicha de enfrentar en un campo de batalla a los malditos gringos.

De mi parte, de veras, que no quiero darle el más mínimo chance de que los opositores nos vayan a meter un Kerenski, nos vengan a marear con principios y reglas de juego de las democracias formales para luego meternos el chuzo que le metieron a Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador. No sé si entiendes, estimado. No tengo el genio greco-romano tuyo, pero hago lo posible por explicarme. Un abrazo en nombre del poeta que eres o fuiste.

Ciudad VLC / José Sant Roz