Entre los lugares más típicos de la vieja Caracas se cuenta un bar –o botiquín, como se decía en la Ciudad de los Techos Rojos– llamado La Atarraya. Este popular establecimiento estaba situado en la Plaza de El Venezolano, o sea en pleno Mercado de San Jacinto.
Para entrar en él era preciso sortear la multitud de pequeños negocios entre los que sobresalían las ventas de pájaros con su algarabía de loros, pericos y aves canoras, que se ofrecían al público a precios irrisorios. En su mostrador se servían los tragos criollos favoritos de los borrachitos de entonces, todos preparados a base de yerbas maceradas en la traidora ‘‘caña blanca”: berro, malojillo, fruta’e burro, orejón, torco y anís de mochilita, sin olvidar la invencible guarapita, que todavía goza del favor de los jugadores de bolas criollas, que hacían las delicias de una clientela que ni siquiera había oído hablar de whisky.
A menudo la bohemia caraqueña desembocaba en La Atarraya, donde aterrizaban poetas melenudos y músicos trasnochados que en voz muy baja se dedicaban al venezolanísimo deporte de “hablar mal del gobierno”.
Aquellos bebedores de caña con monte seguramente habrían quedado bastante sorprendidos si alguien les hubiera informado que el nombre de la atarraya, un arte de pesca, red redonda también llamada esparavel, es una voz de origen árabe de procedencia española, derivada del hispanoárabe tarráha. De aquí vino el castellano primitivo tarraa, el cual intercaló más tarde la Y griega entre las dos A.
En Venezuela y otros países hispanoamericanos, así como en algunas partes de la propia España, se dice tarraya, y de ahí el criollísimo derivado tarratazo, sinónimo de golpe, trastazo, quemazo, mamonazo, leñazo y, por supuesto, guarapazo, lamparazo o simplemente trago de aguardiente.
***
Tomado del libro “La palabra de hoy / Programa radial” (Cenal, 2014)
Autor: Aníbal Nazoa González (Caracas, 12 de septiembre de 1928 – Ibíd., 18 de agosto de 2001) poeta, periodista y humorista, considerado «uno de los escritores venezolanos que mejor retrató el siglo XX».
Ciudad VLC
