«El mundo según Mafalda» es la muestra interactiva que se realiza en Quito, Ecuador, para conocer a los personajes del famoso dibujo que lleva complejas reflexiones de asuntos aparentemente simples, como la sopa.

 

Mafalda, la pequeña cuestionadora que se niega a que le cosan y descosan el porvenir, que sufre por el mundo enfermo, suicida o loco, extendió a Quito sus agudas reflexiones, que han trascendido por varias generaciones desde la publicación de su primera caricatura en 1964.

 

Y es que la eterna niña es conocida por su odio a la sopa, un elemento con el que su creador, Joaquín Salvador Lavado (Quino), representa también la repulsión a las dictaduras, a la opresión, a lo que la gente era sometida en contra de su voluntad, explicó Juan Diego Álvarez, guía de la exposición.

 

Para él, Mafalda representa el lado infantil que se debe tener al crecer, pero también el crítico que se debería inculcar desde pequeños.

 

Desde un inicio, dijo, Quino quiso que su caricatura fuera protagonizada por niños para «tocar la mentalidad de los adultos» y agregó mucha inocencia a Mafalda sin quitarle la picardía de reclamar los errores a la humanidad.

 

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Lo explica frente a una caricatura en la que se ve a Mafalda soñando mientras en una viñeta reclama a un soldado en guerra: «¿Quieren acabar ya este jaleo y dejar dormir a la humanidad en paz?».

 

La exposición recalca en la importancia de creer en los cambios y lo hace con el fino humor de Mafalda, la pequeña curiosa, preguntona, a la que le gusta leer y escuchar a los Beatles.

 

«Pero lo que más le gusta es mirar al mundo y pensarlo. Saber qué situaciones son injustas y pensar qué podemos hacer para cambiarlas», señala uno de los grandes carteles de la exposición interactiva, que permanecerá abierta hasta el próximo domingo en el Quórum del Paseo San Francisco de Cumbaya, cerca de Quito, después de haberse presentado en Colombia, Perú y Brasil.

 

Mafalda ha trascendido generaciones porque aborda temas que han superado también la barrera del tiempo, como la guerra, la libertad de expresión, la política, los políticos y el medioambiente.

 

Sobre esos temas se reflexionan en la muestra, en la que los visitantes pueden armar su propia tira cómica con diálogos escritos en pedazos de tela listos para pegar en la pared.

 

También está la posibilidad de que el público «ayude» a Mafalda a crear algún aparato para mejorar el mundo.

 

Y ahí aparece el dibujo de una «sopladora de pensamientos cerrados» y el de un cajero automático de la felicidad del Banco de Sonrisas con la leyenda: «Lo que el dinero no puede comprar», a la que el generoso autor anónimo agregó la clave: «vivir sin prejuicios».

 

Se trata también de un «viaje en la historia» representado en las cosas que habían en un departamento típico de la clase media de la época en que nació Mafalda.

 

«Aquí está el ‘spotify’ de esa época», dice Álvarez señalando un gran tocadiscos con aguja y disco de vinilo en el que alcanzaban cinco canciones por lado.

Un viaje al pasado que, en cuanto a reflexión, se une con el presente y el futuro pues con el humor de Quino revelado en 13 módulos, se invita en la muestra a pensar en temas como la crisis climática o el derecho de los niños, comenta a Efe Byron Sánchez, productor de la muestra.

 

«Mafalda trasciende no solamente por su humor, sino (por) ponernos en cierta forma contra la pared y darnos un sacudón y decirnos qué es lo que estamos haciendo, hacia dónde vamos».

 

Añadió Sánchez, que a sus 50 años es uno de los admiradores a los que marcó el humor de una «niña» que es «muy madura».

 

Una característica que también admira Álvarez (19 años), quien cree que la nuevas generaciones «nacen con un chip» que les permite cuestionar «como lo hacía Mafalda«, a la que llama «ciudadana del mundo», que sacude sentimientos y conmueve.

 

Intergeneracional, Malfalda estremece hasta las lágrimas a Jenny Chinga, madre de tres hijos (25, 24 y 17 años), que viajó siete horas desde la provincia de Manabí (suroeste) en autobús sólo para ver la exposición, a la que llegó con una mochila con imágenes de la mítica pequeña, con aretes, collar y gorra con la figura de Mafalda.

 

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Esta profesora de 47 años celebra cada año el cumpleaños de la «filosófica» Mafalda, de la que resalta su gusto por «lo real, lo que pasa en el mundo», comenta a Efe sobre la «niña» que ideó varios globos terráqueos, incluso aquel que no tiene países después de haberle borrado todo lo conflictivo.

 

Danilo González / Ciudad VLC / EFE

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