«Promesas municipales» por Fernando Guevara

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Promesas municipales… Este medio, Ciudad Valencia, publicó en su edición impresa un pequeño dossier sobre las candidaturas a la gobernación de Carabobo y a algunas de las alcaldías de la entidad.

Se mencionó a candidatos, tanto de la oposición como del partido de gobierno, con sus respectivas fotos y se hizo un resumen de sus proyectos políticos y, en especial, de sus promesas electorales.

Y es aquí donde quiero detenerme. Las comunidades, como urbanizaciones, barrios, sectores, calles, avenidas o parques, son el espacio geográfico donde tienen competencia los entes municipales.

Los lugares en los cuales habitamos, compramos, nos distraemos y regularmente trabajamos es donde los alcaldes tienen la obligación de atender. Por eso son los “gobernantes” con los cuales deberíamos sentirnos más identificados. Y no es así.

La Ley Orgánica del Poder Público Municipal consagra las competencias de los municipios, es decir, sobre qué cosas le corresponde al alcalde gobernar, ordenar y, digamos, controlar en su respectivo espacio de gobierno, o sea, cuáles son las atribuciones del principal gerente público del municipio.

Por esta simple situación legal y evidentemente práctica es que no entendemos las desafortunadas y extravagantes promesas que los candidatos hacen con la intención de atraer hacia ellos a la masa electora.

Por ser estos municipios donde regularmente hacemos vida (lo que confirma la cercanía de los burgomaestres con la ciudadanía) nos concentraremos en las promesas que hacen los candidatos valencianos, sandieganos y naguanagüenses.

Veamos algunas de las joyas seductoras que ofrecen los candidatos.

 

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Uno de los aspirantes en Valencia ofrece crear una ciudad inteligente. Esto debe implicar una serie de sistemas de telecomunicaciones y de tecnologías de la información que pudiera, por lo menos, sincronizar los semáforos de la urbe, así como la atención a distancia de las principales gestiones que se efectúan ante el municipio, como los pagos de los impuestos y servicios municipales como el aseo y la consecuente compaginación entre las diversas unidades municipales.

También una “ciudad inteligente” debería tener sistemas de atención policial, así como de protección civil, conectadas y prestas para atender emergencias, quizás con aplicaciones para teléfonos inteligentes que hagan fácil y práctico estas cosas, pero este señor no dice cómo aplicará su promesa y, sobre todo, cómo la financiará.

Un candidato ofrece acabar con la asfixia regulatoria, pero no ofrece más nada para la ciudad. La “tramitomanía burocrática” parece ser un bonito término construido para llamar la atención y lanzar un experimento que no llegaría, ni cercanamente, a cubrir las necesidades esenciales que un gobierno municipal debe ofrecer a la comunidad.

Estimo que ha sido más osado un candidato que propone un comité internacional para el rescate industrial. Esto podría ser una mediana buena idea, si no fuera porque desde sectores de oposición se han impulsado sanciones económicas internacionales e intervención extranjera contra los intereses económicos venezolanos, y ahora contradictoriamente se propulsa una especie de intervención extranjera para acabar con los problemas que desde las sanciones internacionales se crearon o agudizaron, es decir, llamar a los bomberos a apagar el incendio que yo creé para ver a los bomberos llegar.

Paso a San Diego. El actual alcalde en ejercicio, único de oposición en el Carabobo, ofrece invertir los recursos de agua en San Diego y no en Aragua, Cojedes y otras partes de Carabobo, pero no dice ni pío de cómo lo hará o de por qué no lo ha hecho antes.

Lo que pagan de agua los sandieganos y todos los habitantes del centro del país a Hidrocentro obviamente se usa en los sistemas de agua de toda la región, no puede el alcalde de San Diego unilateralmente disponer de los recursos que se pagan en dicho municipio solo para su lar.

Es como si lo que se produce en el Zulia por explotación petrolera se debiera usar solo en el Zulia y no llegar igualmente este dinero a Carabobo, que no tiene un solo barril de petróleo en el subsuelo. Y se atreve a hacer un llamado a referéndum para ello. Pero, ¿por qué no ha convocado ya a un referendo al respecto? O ¿por qué no ha coordinado con Hidrocentro?

Los servicios de agua potable le corresponden al municipio. Aunque las grandes fallas y desabastecimiento no se le puede achacar a los alcaldes, parte de la solución de este grave problema pasa por la construcción y mantenimiento de los sistemas de agua potable y de agua servida, que sí son competencia municipal, y en esto las alcaldías, todas, están fallando. Obviamente no habla el alcalde de San Diego de lo que ha dejado de cumplir en su gestión.

Otro aspirante al trono de San Diego es un exalcalde. El primero que fue electo en esa jurisdicción. No promete nada, solo plantea no perder el tiempo y realizar proyectos con el sector privado. No dice qué proyectos, ni cómo hacerlos, ni más nada. Pero al menos se asegura de no usar la palabra promesa.

Los candidatos opositores de Naguanagua brillan por ser repetidos. En este municipio, los aspirantes de la oposición, previamente, ya han aspirado ejercer el cargo de primera autoridad municipal y todos ya han sido derrotados, bien sea por el anterior o el presente alcalde.

Uno de ellos promete apoyar a los comerciantes para facilitar los trámites burocráticos que, según él, promueven la corrupción (cosa en lo que no está errado), pero no dice cómo lo hará. Tampoco avanza mucho en la forma como solucionar otros problemas graves del municipio como los de aguas servidas y limpieza de las calles.

Un candidato promete la titánica tarea de recuperar la estructura física de la UC. Loable proyecto, si no fuera porque esto es de exclusiva competencia de las autoridades universitarias, lo cual deben coordinar con el Gobierno Nacional tal como lo consagra la Constitución y la Ley Orgánica de Educación Universitaria a través de la manida autonomía universitaria, sobre la cual nuestro candidato no hace referencia alguna.

También plantea el tema de los pozos profundos, que puede ser una manera de solventar los problemas de agua en el municipio y es el único que hace planteamientos respecto al transporte público, algo que sí compete a los municipios.

Por último, hay un candidato cuyo único señalamiento es que el naguanagüense añora los tiempos mejores de gobiernos idos y desvanecidos.

Los candidatos del gobierno tampoco se quedan muy rezagados en cuanto a las promesas. En su mayoría les cuesta desligarse de los actuales alcaldes y, por ellos, se encuentran en un limbo prometiendo arreglar aquello que, desde su propia tolda, les faltó ponerle.

Ningún candidato hace un planteamiento claro sobre cómo mejorar las arcas municipales. Los municipios tienen autonomía, hasta cierto límite, para crear y administrar sus ingresos, pero no parecen tener un plan para que la ciudadanía no evada los impuestos, aquellos como catastro o lo que conocemos popularmente como derecho de frente, o las patentes de industria y comercio.  O los de publicidad o espectáculos públicos, ni nada dicen sobre incentivar inversión o apoyar emprendimientos micro-turísticos.

Ninguno dice cómo mejorar los sueldos y las condiciones de vida de los trabajadores municipales.

No obstante, lo verdaderamente clave de este proceso es que la gente votará porque cree en la paz y en las soluciones a los conflictos sociales a través del sufragio y porque estiman que de esta manera podemos dar un ejemplo al mundo de que a pesar de las agresiones exteriores somos soberanos y creemos en nuestra democracia participativa. Eso debe reconocérsele a todos los candidatos.

 

Fernando Guevara / Ciudad VLC