Existe un amor casi innato en los seres humanos hacia los animales de compañía, un lugarcito en el corazón especialmente destinado a sus mascotas, preferiblemente a perros y gatos.

El tema brinda mucha tela de cortar. Hay quienes los consideran ángeles de cuatro patas, mientras psicólogos y psiquiatras polemizan y no se ponen de acuerdo en la ubicación de una línea, cada vez más delgada, que separa la normalidad de la patología.

Hay también quienes han hecho un lugar no solo en su corazón, sino en su cama, acogiéndolos como compañía nocturna en brazos de Morfeo, a pesar del cúmulo de pelos y ácaros que ello conlleva, pero el amor es así, sino pregúntenle al gaucho Javier Milei a quien sus caninos le dan consejos al oído para optimizar su gestión de gobierno.

El poeta chileno de origen palestino Mahfud Massis nos recuerda algunos datos estadísticos de interés, que se quedan cortos por falta de actualización:

La comida para perros en Estados Unidos (EEUU) registra un desembolso cercano a los tres mil millones de dólares, mucho más que el presupuesto de algunas naciones latinoamericanas. Esa suma es mayor que el gasto en comida para los bebés norteamericanos.

 

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Existe en ese país una legión de veterinarios que atienden a perros que sufren de neurosis, desorientación psicosexual y manías de grandeza. Este escribiente ha investigado que es difícil curar la neurosis de un perro cuando su dueño es otro neurótico. En este caso se recomienda la terapia de pareja e internar a amo y perro en la misma clínica…

En las grandes tiendas para mascotas de EEUU y Europa puedes encontrar detalles para tu gato o canino: brazaletes de oro, anteojos de sol, lentes de contacto, torticas de cumpleaños, pastas dentífricas con su respectivo desodorante bucal y hasta relojes para que tu mejor amigo vea la hora.

No sé por qué vienen a mi mente las imágenes de los niños y niñas de Palestina…

 

Ciudad Valencia / Ismael Noé (Nº 2 de la serie #PareceCuentoPeroEsAnecdota)