Hace pocos días tuve la fortuna de conocer el trabajo musical de un excelente músico pianista, arreglista, compositor (e ingeniero físico) de origen francés, el maestro Simón Bolzinger; gracias a la invitación hecha por el gran amigo y músico Euclides Rojas, quien nos la extendió a mi pana, el también melómano Ramón Núñez, y a mí, ya que ambos estamos vinculados al Diario Ciudad Valencia y su página web, además de estar conduciendo actualmente el programa radial, de inspiración musical afro-caribeña, “Óyelo que te conviene”, todos los viernes por la señal de RNV Región Central 90.5 FM; así que Euclides nos insistió amablemente: “¡Ustedes tienen que entrevistar a Simón Bolzinger, este es un duro del Jazz y además un enamorado de la música venezolana!”.
El hecho es que el pasado jueves 20 de julio, este talentoso músico de Jazz que es Simón Bolzinger deleitó a un público numeroso con una emotiva presentación en el foyer del Teatro Municipal de Valencia, pero antes, ese mismo día a las 10:00 de la mañana, el pianista realizó una Master Class en la sede de la Banda del estado Carabobo, en la cual habló en detalles de su formación musical, su trayectoria como músico e investigador y sus trabajos en la actualidad.
Su presencia en Venezuela se debe a un concierto que realizó en Caracas, el pasado 14 de julio, invitado por la Embajada de su país en Venezuela por conmemorarse el día de La toma de la Bastilla de 1789 y, por consiguiente, la Fiesta Nacional Francesa.
Sin embargo, ya Simón conocía nuestro país debido a que vivió dos años en Caracas, de 1989 a 1990, cuando tenía apenas 22 años de edad y ya traía una sólida formación académica en música Clásica y Jazz. Aquí aprendió a hablar castellano y se venezonalizó con sus jergas y groserías. “Me convertí en un malandro caraqueño”, nos dijo entre carcajadas.
Durante esa estadía en nuestro país se conectó y compartió con muchos músicos venezolanos y, sorprendentemente, desarrolló una pasión por nuestra música, la llanera, los tambores en su extensa variedad, cantos de ordeño y las tonadas de Simón Díaz; visitó diversas regiones y conoció gran parte de nuestras tradiciones musicales y culturales.
Fue en ese marco y en esa época cuando Euclides Rojas y Simón se conocieron, y al enterarse Euclides de su actual visita a Venezuela, lo contactó e invitó a Valencia. Simón aceptó la invitación y aprovechó para sugerir un homenaje póstumo a uno de los mejores músicos venezolanos de la música de la costa, el gran percusionista valenciano Luis Viloria, quien fuera su gran amigo de la vida y de la música, y quien falleciera prematuramente en Marsella, hace dos años, por complicaciones asociadas al covid-19.
Así que ese fue el estímulo que movió a ambos para organizar el recital ofrecido por Simón en el Teatro Municipal valenciano, quien estaría acompañado además por dos de sus tres hijos, Oscar en el vibráfono y Olga en la flauta. El ensayo y la Master Class se realizaron en la sede de la Banda Sinfónica 24 de Junio, ubicada en el centro de Valencia, gracias al apoyo de su directora, la Chelista Ligdian Mata.
Pudimos conversar un buen rato Simón, Ramón Núñez y yo con la presencia y apoyo logístico de nuestros panas Joan Planas y Euclides Rojas, quienes se encargaron del registro gráfico y en video, antes de que diera su Master Class. Allí nos reveló el origen de su conexión con Venezuela y cómo nació su pasión por los ritmos de este país, lo cual le abrió paso para interesarse también por otros países como Cuba, Brasil, Uruguay, Argentina y Colombia.
Nos contaba que todo empezó en una presentación a finales de los ’80 del Orfeón Simón Bolívar en Marsella, Francia, donde Simón escuchó y observó parte de ese repertorio de temas venezolanos, sumando el impacto por la belleza de las integrantes venezolanas: “Todas bellísimas”, nos decía con picardía, y lo cual fue un valor agregado a esa simpatía por el país. Posteriormente conoció a la gente del Grupo Madera, lo cual lo terminó de convencer de que tenía que ampliar y enriquecer su bagaje musical.
Esa interacción con el Madera bastó para una profunda amistad con sus integrantes y su amor por Venezuela. Confesó de manera categórica y humorística cuán complejo fue para él asimilar nuestros ritmos y el manejo del tambor venezolano, dos años le tomó poder registrar en una partitura lo que él observaba como natural y común para cualquier venezolano, incluso en los niños.
Para quienes no conocen el trabajo de este pianista francés, debo decirles que se han perdido de una estupenda y amplia producción musical en las cuales combina y fusiona, de manera excepcional, ritmos como el Joropo, las tonadas y el merengue venezolano, entre otros, con el Jazz, haciéndonos recordar pasajes de La Onda Nueva de Aldemaro Romero. Similar trabajo ha estado haciendo con ritmos colombianos como la Cumbia, uruguayos como el Candombe y la Zamba argentina, muy distinta a la conocida por nosotros vía Brasil.
También conformó a principios de los años ‘90s su grupo de Jazz “Zumbao”, el cual derivó posteriormente en lo que se conoce como “La Zumbadera”, más fortalecido y enriquecido con percusión, además formó una asociación llamada PICANTE, cuyo objetivo es la difusión de los ritmos latinoamericanos, su folclor, cultura y tradiciones.
Entrando ahora en lo que fue la Master Class, fue muy interesante la dinámica que se estableció debido a que, después de sus respectivas explicaciones, Simón invitó a algunos jóvenes asistentes de la Banda 24 de Junio a tomar sus instrumentos para tocar, de manera improvisada, originándose una guataca a la cual también se sumaron sus dos hijos Olga y Simón, quienes por cierto son la feliz consecuencia de su matrimonio con una venezolana (Anita).
Hizo allí acto de presencia su gran amigo el músico de Valencia José “Pepe” Peña, excelente percusionista y uno de los pilares del grupo Madera, quien lo acompañó también en el emotivo recital de la noche en el Teatro Municipal de Valencia.
Les quiero recomendar, por lo menos, dos temas como muestra del maravilloso trabajo discográfico de este músico, dos adaptaciones de ritmos venezolanos como el Joropo fusionado con el Jazz, “Quitapesares” de Carlos Bonnet y “Gavilán torcido”, cuya inspiración es el “Gavilán colorao” de Ángel Custodio Loyola. El primero, grabado en el año 2020, está actualmente sonando en las emisoras de Francia con muy buena aceptación del público. Y pueden ubicarlo por su canal de You Tube y apreciar gran parte de su extenso trabajo. En su producción “Ritmos queridos”, del año 2020, Simón se pasea por varios de los ritmos de países de Latinoamérica, Perú, Cuba, Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay y México.
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Cierro mi escrito destacando lo grandioso de ese recital en homenaje al percusionista Luis Viloria, el cual pudo ser disfrutado también por dos de sus hermanas y un sobrino, quienes recibieron además un reconocimiento de manos del organizador Euclides Rojas con emotivas palabras.
La pasión demostrada por Bolzinger al tocar nuestros ritmos certifican sus palabras cuando dice que somos privilegiados, que tenemos suerte de tener tanta riqueza musical, y se auto califica de envidioso por no contar en su país ni en su continente con la misma fortuna y preocupación por el folclor.
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Ramón Emilio Toro Martínez (Caracas-Venezuela, 1966) es licenciado en Educación, mención Lengua y Literatura, de la Universidad de Carabobo (UC) en 1993. Es también Productor Nacional Independiente y locutor con experiencia en el desarrollo de programas radiales sobre música afrocaribeña en la ciudad de Valencia, estado Carabobo: Ciento por ciento Natural, por Lago 91.5 FM; Letras y Notas, por Salsera 96.3 FM, y Óyelo que te conviene, por RNV Región Central 90.5 FM. Es autor del libro «Letras y Notas sobre la Música del Caribe» (2020), presentado en la FILVEN Caracas 2020 (Casona Cultural Aquiles Nazoa) como el único proyecto editorial independiente de ese año.
Ciudad Valencia / Foto de RT: Edicson Dávila
