(Para la Mystérieusse)
Había un tiempo en que para escribir poesía había que saber escribir poesía.
Santiago Sylvester.
Es muy famosa la anécdota según la cual un día, en una exposición, se acerca una dama a Stephane Mallarmé y le dice que ella tiene muchas ideas para escribir poemas, a lo que el autor de «Herodías» respondió: «Señora, la poesía no se hace con ideas, sino con palabras».
Y con esto me acerco al otro mito que está muy arraigado entre quienes se acercan a la escritura poética: basta la emoción, el sentimiento, la inspiración para que el poema exista.
Cierto es que muchas veces un poema nace de un impulso creativo, llámese como se llame, sin embargo, ese acto no es sino una parte del proceso, y debo decirlo ni siquiera la más importante.
DEL MISMO AUTOR: TRABAJAR EN EL POEMA (2)
Una vez procreado el poema es cuando el trabajo se inicia, el trabajo de darle forma a ese «sentimiento» que apenas logramos esbozar y una vez escrito no es más que un borrador del poema, que de ahora en adelante va a ocupar un periodo indeterminado de tiempo de nuestra vida.
Construir el poema es un trabajo de orfebrería, hay que sopesar todas y cada una de nuestras palabras, visualizar la estructura del texto, oír la música que emana del cruce entre las palabras que lo componen.
¿Cuánto puede llevar este proceso? Depende del poema, unas horas, días, años, toda la vida quizás. Para Paul Valery no hay poemas terminados, sino poemas abandonados.
Otra cosa en la que nadie repara es que un poema es una entidad autónoma independiente de quien la escribe. El poema nace a expensas de su autor y a este no le queda otra cosa que seguirlo durante todo el proceso.
¿Cómo ayudarnos a transitar ese tortuoso camino?… Leyendo.
Sucede que, paradójicamente, hoy cuando existe una gran proliferación de poetas, son muy pocos los que leen poesía de verdad.
Víctor Antonio Pachano: El humanismo plástico de Puerto Cabello | Vanileiby Rivas
Haciendo un balance de lecturas en grupos, clubes y entes individuales que practican la escritura poética, los poetas conocidos son unos pocos y más o menos los mismos, eso trae como consecuencia un desconocimiento del poema como forma. De allí que muchos nóveles autores no sepan cómo distribuir sus versos en el texto ofreciendo en la presentación una especie de caos que termina por confundir al lector.
Para escribir el poema es necesario, como dice Santiago Sylvester, aprender a escribir el poema: trabajarlo con las herramientas del lenguaje, con conciencia y mucha lucidez.
La emoción del poema dura sólo el instante de la escritura, mientras que para lograr el verdadero poema es necesario: «vivir toda una vida plena de acontecimientos para lograr diez líneas que valgan la pena», según dejó escrito Rainer Maria Rilke, y en eso hay que invertir tiempo y mucha curiosidad.
Manuel Cabesa*
Ciudad Valencia / RN