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Abordamos hoy una revisión a la realidad expresada en el libro: “La tragedia ambiental de América Latina y el Caribe”, publicado por la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a finales del año 2020. Dicho material está disponible en https://www.cepal.org/publicaciones/46101/la-tragedia.

Esta importante recopilación incluye las impresiones de veintiún autores científicos especialistas latinoamericanos acerca del tema ambiental considerados todos como “pensadores fundacionales del desarrollo sostenible”. Ellos han apoyado con sus trabajos, desde los años 70 o antes, todo lo referido al complejo tema de la sostenibilidad planetaria, en este caso desde una visión regional.

El libro estuvo coordinado por el investigador Nicolo Gligo (Chile, 1938), junto al profesor Osvaldo Sunkel (Chile, 1929). Allí fueron incorporados aportes de la científica cubana Gisela Alonso, del mexicano David Barkin, de Julio Carrizosa (Colombia), de Gilberto Gallopin (Argentina), de Daniel Panario (Uruguay), de Walter Pengue (Chile) y Manuel Rodríguez Becerra (Colombia), entre otros.

Coinciden todos ellos en afirmar que la humanidad está en una encrucijada y que el planeta Tierra ha sido conducido hacia un deterioro creciente de la biosfera como el conjunto que forman todos los seres vivos. Consideran que el agravamiento del fenómeno del cambio climático, se da en el marco de un orden económico internacional desequilibrado, injusto y excluyente, que se ha presentado como el único camino posible, basado en la hipótesis improbable de que el crecimiento económico se proyecta sin límite en el tiempo.

Para estos especialistas, el actual modelo de desarrollo económico es insostenible, ya que está llevando a un colapso ambiental y a una crisis generalizada, ignorando todas las voces de alerta y los llamados a la cordura desde distintas instancias.

Proponen la necesidad de un cambio estructural hacía un verdadero desarrollo como camino por construir. Hablan de una transformación paradigmática y cultural que permita mayor calidad de vida, donde la sostenibilidad ambiental salga de lo discursivo. Asumir una perspectiva ambiental que “ponga freno” al desenfreno capitalista.    

Dado lo heterogéneo de cada país en la región, consideran necesario un mayor conocimiento de cada territorio y sus ecosistemas para establecer el ordenamiento necesario determinando idoneidades y vulnerabilidades. Existe un permanente conflicto entre la apropiación de la dimensión ambiental y la visión economicista depredadora de la naturaleza. No bastan las cifras del PIB o de otras figuras de cuentas nacionales para el análisis del tema ambiental y sus repercusiones.

Establecen que en las políticas ambientales explícitas (las que se declaran públicamente) hay claridad y avances en materia institucional. Pero a su vez denuncian que las políticas ambientales implícitas (aquellas que no se declaran) representan un peligro, ya que en su gran mayoría han causado deterioro ambiental. En muchos casos son las empresas transnacionales y los centros financieros (y no los gobiernos), quienes imponen las condiciones para la explotación de determinados territorios.

Aún en la actualidad, en nuestra región, los insustituibles bosques nativos siguen desapareciendo, los suelos erosionándose, las especies marinas sobreexplotándose y el agua dilapidándose. Se plantea la necesidad de acuerdos multinacionales en el ámbito de la investigación, la gestión sostenible de tierras, ecosistemas o espacios geográficos compartidos entre dos o más países. Surge el caso de la Amazonía como el más emblemático de una acentuada intervención depredadora.

 

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Consideran que el término “desarrollo sostenible” ha sido manipulado para garantizar cualquier negocio o empresa y para que los gobiernos acepten este concepto como una modificación adjetiva del neoliberalismo. No podrá haber bienestar en nuestros países promoviendo inversiones, en especial extranjeras, donde no haya control efectivo sobre los procesos económicos y su verdadero impacto en la naturaleza.

Realizan un reconocimiento a las comunidades indígenas y campesinas regionales en la preservación de nuestra naturaleza en sus ámbitos. Estos conglomerados humanos han estado excluidos de una participación real en correspondencia al papel que juegan en países como México, Perú, Bolivia, Ecuador y otros. Se recomienda implementar caminos alternativos de preservación del medio ambiente con reivindicación de valores ancestrales conservacionistas como el del “buen vivir”.

Valiosos aportes de estos especialistas latinoamericanos. Permiten acercarnos racionalmente a tan delicado y urgente tema. En el caso venezolano es de reafirmar lo ya contemplado en el objetivo quinto en nuestro Plan de la Patria vigente. ¡Cúmplase!

 

Ciudad Valencia / AVN