Carabobo: contundente victoria del Libertador Simón Bolívar que puso el sello definitivo a nuestra gesta independentista. 6.500 patriotas contra 5.180 soldados realistas. El general José Antonio Páez se cubrió de gloria y fue el héroe de la batalla. El batallón Británico resistió a pie firme el fuego de tres batallones realistas. Thomas Farriar, comandante del batallón Británico, murió al frente de su unidad pronunciando una misma frase: “firmes”. El teniente Pedro Camejo, “el Negro Primero”, se despidió de moribundo de Páez “Mi general, vengo a decirle adiós, porque estoy muerto”. El batallón Valencey se retiró en orden y logró salvar parte importante del ejército realista.

Teniente Pedro Camejo, el «Negro Primero»

Lo del párrafo anterior, palabras más, palabras menos, es lo que la gran mayoría de las personas conoce o maneja sobre la Segunda Batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821. Sin embargo, hay multitud de datos y anécdotas sobre lo ocurrido ese día que muy poca gente conoce. A 198 años de aquella gloriosa jornada citaremos algunas anécdotas curiosas y no tan conocidas de la acción de armas más importante de nuestra primera independencia.

 

«El Bonito» condujo a los patriotas

Antes de la batalla, en Tinaquillo, las avanzadas patriotas al mando del coronel José Laurencio Silva capturaron un destacamento realista. Entre los prisioneros había un criollo a quienes los españoles llamaban, en son de burla, “el Bonito”, por su poco agraciado aspecto físico. Este hombre tendría una participación crucial en la batalla.

El 24 de junio, cerca de las 11 de la mañana, el ejército libertador corona las alturas del cerro Buenavista, desde donde pueden observar las posiciones enemigas. El ejército colonial había distribuido sus fuerzas de manera que cerraba todos los accesos y caminos conocidos hacia la llanura. Bolívar observa durante varios minutos y llega a la conclusión de que las posiciones enemigas son inexpugnables.

La caballería de la Primera División entra en la sabana de Carabobo.

Llaman entonces al “Bonito” a quien tienen cautivo y amarrado. Siendo lugareño conocía la zona y el Libertador le pregunta si no hay otro sendero hacia la sabana. El “Bonito” describe un pasaje poco conocido que atraviesa el cerro de La Mona. Al preguntársele donde exactamente llega aquel pasaje, el baqueano señala un punto casi a retaguardia de las posiciones enemigas.

El Libertador ordena entonces que la Primera División, comandada por el general Páez, tome aquel sendero y comience la ofensiva. Al “Bonito” le ponen una pistola en la sien y lo conminan a guiar al ejército. Así  comenzó el ataque de la Primera División patriota.

 

Dos jefes patriotas se profetizaron la muerte

El ejército patriota parte al amanecer del 24 de junio hacia las sabanas de Carabobo, cuartel general del ejército realista. A las 9 de la mañana hacen un alto para almorzar antes de la batalla que se avecinaba. Bolívar comió en compañía de su Estado Mayor y de los comandantes de las tres Divisiones del ejército: los generales Páez y Cedeño, y el coronel Plaza.

Coronel Ambrosio Plaza

Durante la comida Páez hablaba con vehemencia. Pero Cedeño y Plaza parecían hundidos en el mutismo.

-¿En qué piensa, general Cedeño? –le preguntó el edecán irlandés O’Leary.

-Estaba pensando qué bonito muerto haría Plaza.

-Y yo –replicó Plaza rápidamente-, estaba reflexionando en cuál será la bárbara temeridad que le llevará a usted a su fin.

Los dos encontrarían horas más tarde la muerte en el campo de batalla. El coronel Ambrosio Plaza, enardecido de valor, se precipitó sobre un batallón enemigo y cayó mortalmente herido. Murió pocos minutos después en presencia de Bolívar que en el mismo lugar donde yacía moribundo lo ascendió a general. Por su parte, Cedeño se estrelló contra una masa de infantería del batallón Valencey durante la persecución de esta unidad. Rindió su vida valientemente.

 

Páez: salvado por un oficial realista

El General Páez estuvo a punto de morir en la batalla de Carabobo: Al comenzar la batalla le sobrevino un ataque de epilepsia, dejándole sin conocimiento en medio de un tropel de enemigos. El centauro sobrevivió gracias a un llanero realista, el Comandante Antonio Martínez de la caballería de Morales. Martínez tomó las riendas del caballo de Páez y lo montó, poniendo en el anca a un teniente de los patriotas llamado Alejandro Salazar, alias Guadalupe, para sostenerlo en la silla y que lo escoltara hasta las filas patriotas.

José Antonio Páez, en su traje de de llanero

Nunca se supo el porqué del noble gesto de Martínez, que el lugar de matar a Páez o hacerlo prisionero lo devolvió con los suyos.

 

Algunos datos sobre la batalla

-Generalmente se ha hablado que la batalla duró una hora, desde mediodía hasta la 1 de la tarde. Sin embargo, las fuentes realistas señalan que la batalla duró 3 horas. Los realistas contaban desde las 11 de la mañana, cuando observaron los primeros movimientos patriotas, hasta las 2 de la tarde que pudieron retirarse del campo de batalla.

-Aunque es un tema controvertido, se dice que en Carabobo, en las filas patriotas, pelearon algunas mujeres distribuidas en los distintos cuerpos y batallones. Algunos señalan cifras de hasta 14. Supuestamente estas damas peleaban vestidas de hombres. Algunas de ellas, según se cuenta, murieron durante la batalla.

-El 24 de julio de 1821 cayó un domingo.

-El ejército patriota lució casi en su totalidad uniformes de gala. Durante la mayor parte de la gesta independentista los revolucionarios iban vestidos como podían. Aquel día, los partidarios de la emancipación pudieron al fin vestir atuendos militares, confeccionados en Guanare por damas afines a la lucha emancipadora.

-La acción de armas del 24 de julio es en realidad la segunda que se libra en la sabana de Carabobo. La primera Batalla de Carabobo fue el 28 de mayo de 1814. Fue una victoria del Libertador sobre el ejército monárquico conducido por el mariscal de campo Juan Manuel de Cajigal.

-En Carabobo muere, atravesado por una lanza, el perro “Nevado”, un can de raza Mucuchies que era del Libertador. “Nevado” tenía 9 años y era de pelaje negro con el lomo y las orejas blancas, como los páramos de donde venía. Acostumbraba, en batalla, a lanzarse sobre los jinetes enemigos. El Libertador ordenaba tenerlo atado antes de cualquier encuentro, por esta misma costumbre, pero en Carabobo el perro se escapó y combatió como uno más. El indio Tinjacá, quien era el encargado de cuidar al perro, también murió durante la batalla.

El Libertador desde el cerro Buenavista, montado en su famoso caballo «Palomo»

-El Libertador montó durante la batalla un caballo blanco de nombre “Palomo”. También fue su montura durante la batalla de Pantano de Vargas, el 25 de julio de 1825, y la batalla de Boyacá, el 6 de agosto de 1819. “Palomo” fue el corcel de los triunfos decisivos de la independencia.

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-Si bien fue decisiva, la victoria de Carabobo no fue la última acción de armas de la Guerra de Independencia. El último enfrentamiento militar de nuestra primera gesta emancipadora fue la toma de Puerto Cabello, del 8 al de noviembre de 1823. Puerto Cabello estaba bajo asedio patriota desde el 23 de septiembre. La noche del 8 al 9 de noviembre las fuerzas del general Páez toman por asalto la mayor parte de la ciudad. El 10 de noviembre de 1823 los restos del ejército monárquico se rinden a los patriotas.

 

Ciudad VLC/J.V. Castillo

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