Para los humanos, las plagas son animales, plantas, hongos o bacterias cuya acción o multiplicación está fuera de nuestro control y, además, nos afecta económica y/o sanitariamente.
También consideramos como tales a aquellas especies que suprimen tanto los desperdicios humanos como los naturales, esto es, las moscas, las cucarachas, los zamuros e incluso las gaviotas, entre otras. Y, sí, aunque mucha gente no lo crea, las poéticas gaviotas son aves carroñeras y algunos pescadores las consideran una plaga.
Anualmente, diversas especies de insectos, hongos y algunas aves producen tales estragos en los sembradíos del mundo, que les adjudicamos dicho calificativo: plagas. El volumen de pérdidas producido por ellos es, según se ha calculado, el 30 % de los productos agrícolas que se cultivan en el planeta.
Para enfrentarlas se han creado diversas sustancias que se han reunido bajo el nombre genérico de plaguicidas. Pero, curiosamente, a la par que han surgido dichos plaguicidas, los organismos de los seres considerados plagas han desarrollado inmunidad contra ellos, obligando a la producción de sustancias cada vez más fuertes que han terminado por intoxicar los productos agrícolas que, se supone, están protegiendo.
Por cierto, se ha descubierto en los últimos años algo que en verdad resulta increíble y es que, tanto si se usan como si no se usan plaguicidas, el volumen de pérdidas agrícolas ocasionadas por las plagas se mantiene igual, en el treinta por ciento antes aludido.
En otro orden de ideas, cuando decimos que nos está afectando una plaga, asumimos que tenemos mayor derecho que el resto de los seres vivos a la existencia.
Resulta curioso que la mayoría de los seres vivos a los que calificamos de plagas ya tenían decenas e incluso cientos de millones de años en el mundo, cuando en este aparecieron nuestros primeros antepasados.
Por solo poner dos ejemplos, las primeras moscas vivieron hace 240 millones de años y las primeras aves carroñeras, descendientes directas de los dinosaurios, aparecieron 175 millones de años atrás.
Los primeros homínidos, antecesores de los humanos actuales, apenas llegaron a la Tierra hace siete millones de años. Nada, en términos geológicos.
Nuestro comportamiento es similar al de los colonizadores, que se consideran dueños de los territorios que invaden, sin importarles para nada los habitantes originales.
Si los demás seres vivos pudiesen expresarse con palabras y nos juzgaran por los efectos que nuestra presencia ha tenido en el planeta, sin duda trasladarían el apelativo plaga a la muy tóxica humanidad.
Los humanos nos hemos constituido en una plaga directa para numerosos animales y vegetales, no solo reduciendo sus espacios naturales y/o contaminándolos, sino asesinando numerosas especies y, en algunos casos, sobreexplotando su reproducción, hasta el punto de debilitarlas genéticamente, como ocurre con el ganado vacuno y las gallinas.
Sin atender a las consecuencias ni ejercer regulación alguna, hemos provocado catástrofes ecológicas en diversos momentos y territorios de nuestro planeta, la más frecuente de las cuales es la destrucción de los hábitats de decenas de miles de especies.
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Aparte, con la industrialización a gran escala, hemos introducido cambios en el orden climático, no solo provocando modificaciones de la temperatura a nivel mundial, regional y zonal, sino también y como consecuencia de ello, aumentando la potencia de las tormentas y el alcance destructivo de estas.
En líneas generales, el comportamiento humano ante el resto de la naturaleza es similar e incluso peor que aquel que atribuimos a las plagas más perjudiciales.
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Armando José Sequera es un escritor y periodista venezolano. Autor de 93 libros, todos publicados, gran parte de ellos para niños y jóvenes. Ha obtenido 23 premios literarios, ocho de ellos internacionales (entre otros, Premio Casa de las Américas, 1979; Diploma de Honor IBBY, 1995); Bienal Latinoamericana Canta Pirulero, 1996, y Premio Internacional de Microficción Narrativa “Garzón Céspedes”, 2012).
Es autor de las novelas La comedia urbana y Por culpa de la poesía. De los libros de cuentos Cuatro extremos de una soga, La vida al gratén y Acto de amor de cara al público. De los libros para niños Teresa, Mi mamá es más bonita que la tuya, Evitarle malos pasos a la gente y Pequeña sirenita nocturna.
«Carrusel de Curiosidades se propone estimular la capacidad de asombro de sus lectores».
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