El arte de amar a Dios… La verdad no soy una mujer de ir a la iglesia ni los domingos ni ningún otro día de la semana. No práctico ninguna religión, sin embargo, desde muy pequeñita he estado convencida que Dios se ha encargado de demostrarme una y otra vez que está allí caminando a mi lado.
El pasado 24 de diciembre del 2024 ocurrió un evento que, para mi fue celestial, mágico y lleno de mucho amor. Ese día comprendí que Dios nunca se encargó de demostrarme absolutamente nada, él simplemente aparece se siente en carne viva desde que mi cuerpo, mi corazón y mi alma aprendieron el arte de amarlo.
En mi caso, Dios se ha presentado en mi vida de mil maneras diferentes. En la mayoría de las veces, ha venido a través de esas almas y pieles puras, leales, sensibles y amorosas que hasta el día de hoy forman parte de mi entorno más íntimo y cercano. Pero lo maravilloso de sentir su presencia es que siempre llega cual regalo sin papel ni lazo, justo en el momento en que más lo he necesitado, esos instantes en los que duermo con la melancolía y despierto con la inseguridad, el miedo y la desesperanza.
Para mi, son esos instantes perfectos en los que lo anuncio, lo llamo, lo clamo y lo siento desde mi más fuerte llanto y grito silencioso. Pero también en aquellos donde me embarga una inmensa alegría e infinita gratitud por lo recibido y hasta por lo no recibido. Es en esos momentos en los que el decide sin quimeras enviarme señales, abrazarme y reafirmarme que desde mi infinito amor hacia él nunca he sido ni seré abandonada.
Y para demostrarles como ha sido mi experiencia en el arte de amar a Dios, hoy les traeré mi último mágico evento con este 24 de diciembre. Para serles sincera, esa mañana la tristeza estaba conmigo tomando café frente al balcón de mi casa y a pesar de levantarme agradeciendo a Dios por la vida, por mi hija, mi familia, mi trabajo y por todos los que me rodean, comencé a conversar con él, a pedirle, Dios mío ¿Qué hago? Hoy es 24 y no tengo para regalarle algo a mi hijo. De hecho, no tenia ni siquiera para una cena de navidad completa.
Claramente en este instante de mi conversación con él, las lágrimas recorrían mis mejillas, pero de pronto luego de terminar dicho dialogo espiritual, me dije: no puedo dejar a mi hija así, debo hacer lo que sea para que este día sea el mejor para ella y a si fue. Realicé algunas llamadas a esas almas que él mismo me ha enviado y en solo unos minutos ya tenía resuelto el niño Jesús de mi amada hija.
Pero como nada es tan perfecto, mi hija al verme salir me pregunta a dónde iba, claramente no le dije que estaba apunto de salir a comprar su regalo, sino que iba a buscar algunas cosas para la ensalada de la noche. En este punto aclaro que a mi hija, hasta el año 2023, no le gustaban las hallacas. Pero como así es la vida, justo este 24 ella me dijo: ¿Mamá y solo comeremos ensalada? ¿Y las hallacas? «Dios mío», dije y me pregunté: ¿Justo hoy? ¿Con esta situación mi hija quiere hallacas?
«Déjame ver que hago hijita, me voy, Dios te bendiga», le respondí. Al salir de mi casa comencé la segunda conversación con Dios, me entré en el ascensor y seguí mi plática: «Ok Dios mío ¿Y ahora qué hago? ¿Si hago esto, y compro esto, me queda esto? Ya al salir de mi edificio como cosas de Dios, iba caminando por el medio de la calle, cosa que nunca hago, y mientras continuaba mi dialogo interno con Dios, de pronto miré hacia el piso y observé una hallaca tirada en medio de la calle, pues si, una hallaca grande y recién hecha que al recogerla aún estaba calientita.
Mientras seguía caminando aun sin poder creerlo, observé a un muchacho en una moto que estaba estacionado y a unos pasos más adelante regresé a mirar hacia el piso y ¿adivinen qué? Si señores, me encontré una segunda hallaca, la verdad aquí el evento fue totalmente surrealista, yo no podía creer sinceramente lo que ocurría, estaba absolutamente conmovida, pero al recogerla miré hacia el cielo y dije: Dios mío, pero somos tres…
Sin embargo, pensé, cónchale seguro a alguien se le cayeron las hallacas. Recordé al joven de la moto que había dejado atrás y me regresé a preguntarle si eran de él o de alguien más. «No, no son mías, y llevo rato esperando a alguien aquí y tampoco vi que se les cayeran a alguien», me respondió. Luego, remató diciendo: «Es más, allá adelante hay otra hallaca».
En ese momento les juro que fue imposible de creer para mí, pensar que estaba la 3era hallaca que le pedí a Dios era absolutamente imposible, pero le dije gracias y fui por la tercera hallaca mientras caminaba con un nudo en la garganta le decía a Dios: «Bueno Dios mío, sé que no puede ser perfecto, gracias por estas dos hallacas, tal vez la tercera no está intacta, algún carro la pisó, etc. Así que no te preocupes, ya con estas dos es más que suficiente». Pero al recogerla del medio de la calle donde pasa cualquier cantidad de carros, noté que la hallaca estaba intacta.
Por supuesto que en ese instante rompí en llanto, solo repetía una y otra vez gracias Dios mío, gracias, gracias, mientras seguía caminando por toda la avenida llorando de inmensa gratitud. Como si fuera poco todo fluyó mágicamente y logré hasta comprarle más de un regalo a mi hija para navidad junto a una tortica negra que me regaló mi prima para la cena.
Ya al llegar la noche, nos sentamos en familia con la mesa llena, aquí junto a mi amada hija y mi compañero de vida. Solo me quedaba de nuevo agradecer, por la vida, por la salud, por el amor, por la familia, por los amigos, pero sobre todo agradecer y bendecir la cena de navidad enviada por el mismísimo Dios.
Y si se preguntan cómo estaban las hallacas, para mi fueron las mejores hallacas que me he comido en la vida.
Y es por eso que hoy quise hacer este artículo como acto de mi inmensa gratitud hacia Dios. Es una pizca de amor llena de pinceladas impresionistas a quien desde arriba me ha regalado a cada una de las personas que amo y que han estado conmigo desde siempre, a ese Dios que impulsó el encuentro con todas esas nuevas almas este 2024 y que con una caricia, un gesto, me dijeron aquí estoy, a todos y cada uno de los que me han ayudado a levantar mientras me caigo, a todos los que me apoyaron, me inspiraron y creyeron en mí, a los que en los momentos más difíciles y a pesar de mis errores cometidos nunca me abandonaron quiero agradecerles con mi alma entera y expresarles todo mi amor, mi respeto, mi admiración y lealtad pues es la única manera que Dios me ha enseñado a ser y ofrecer.
Solo puedo terminar diciendo: nunca, pero nunca duden de la existencia de Dios, él está allí esperándolos, les juro que si lo llaman allí estará, les juro que si lo aceptan y lo aman él nunca los abandonará. Y más allá de una predica generalizada o impuesta, es simplemente mi mágica experiencia viva, real, tangible, la que deseo compartir desde mi profunda fe y amor por ese Dios que hasta el día de hoy nunca me ha abandonado.
Que Dios los bendiga a todos, y que como a mi, les regale este nuevo año 2025 muchos de esos eventos celestiales, No importa como lo concibas, como lo llames, ni cuando, ni donde lo clames, el solo está esperándote, pues solo el podrá sanarte y salvarte.
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Por ultimo y muy importante, agradezco y envío mil bendiciones a la persona que se le cayeron las hallacas, ya que sin duda alguna fue el vehículo que Dios utilizó para hacer realidad lo clamado. No dudo que Dios se encargará de multiplicárselo hoy y siempre.
El arte de amar a Dios es el camino.
Nos vemos en el lienzo, el pigmento y el papel.
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Penélope Tovar, artista plástica, egresada de la Escuela de Artes Plásticas “Arturo Michelena”; es también licenciada en Pedagogía Alternativa, mención Desarrollo Artístico, por la Universidad Nacional Experimental “Simón Rodríguez” (UNESR). Ha participado en exposiciones colectivas a nivel nacional (Galería de Arte) e internacional (Canadá, EEUU, Reino Unido, Portugal y España). Exposiciones individuales: Museo de Bellas Artes de Caracas y Museo de Arte Valencia (MUVA). Reconocimientos: Artista Joven del mes de Noviembre 2021 por el Museo de Bellas Artes, Caracas, Venezuela.
Actualmente es facilitadora en Arte-terapia en el Centro de Neuro-desarrollo “KOKIGYM”, apoyando en la rehabilitación de niños y niñas con discapacidad.
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