Cuando por las venas corre el arte, no hay ni fundamentos ni contraposiciones dogmáticas que separen al ser humano de una vida fundida en el quehacer artístico. Así inició la historia de existencia de Samar Rangel, entre contradicciones y liberaciones de alma en cuanto a su esencia, llegó a los escenarios para más nunca cerrar su telón.

Rangel fue criada en un hogar cristiano. Los preceptos de esta religión dictados por algunos detractores de la danza, intentaron contravenir la pasión de esta artista por el baile, que desde muy pequeña ya asumía como un sueño por realizar.

En principio, direccionó dentro de las cuatro paredes de su hogar, su sentir a través del ballet clásico. Así comenzó a aflorar lo que sería su proyecto de vida.

 

Con 18 años de vida artística

«Cuando nacemos para algo nadie puede apartarte de eso que, por don de vida nos pertenece. Nací para el arte. Desde muy chica le decía a mi madre que me gustaba el baile», expresó la joven artista.

La entrevistada, destacó que a medida que crecía en creatividad y en su formación  artística, aumentaba su necesidad de mostrarle al mundo sus dotes hasta alcanzar cada una de sus metas.

arte
Samar “La China” Rangel, además de bailar, canta y compone su propia música.

 

Dance Art

La bailarina expresó que una vez alcanzada su mayoría de edad decidió concretar lo que desde su niñez había iniciado. Comentó, que pese a que en la congregación cristiana donde asistía le prohibieron bailar ella continuó llevando su proyecto de vida, ahora con un nombre: Dance Art.

“Dance Art es algo más allá de lo que la gente está acostumbrada a ver. Es una nueva manera de ver y sentir al movimiento y a la música. Es teatralizar, musicalizar y danzar al compás de lo que te hace ser y existir. Es esencia y eso bien vale la pena experimentarlo, artísticamente”, aseguró.

La artista reflexionó sobre lo que actualmente se hace a través de los nuevos ritmos. Fustigó, las tendencias que distorsionan lo sublime que es el baile en su elemento. De esa condena a algunos bailes obscenos, nació la necesidad formar a la juventud para el arte y no para lo desfigurado.

 

Bases de Misiones Flor Amarillo

Desde hace cuatro meses, Samar Rangel, tiene a 28 niñas de 4 a 8 años y 15 jóvenes bajo su proyecto de formación en las Bases de Misiones Flor Amarillo. “A mis chicos y chicas le enseñó valores mediante el arte. También, a cultivar y tener más flexibilidad en sus cuerpos. Es un gran aporte a la sociedad y eso es fundamentalmente el objetivo de lo que hacemos: Danzar en el arte”, indicó.

Rangel, resaltó que ya empiezan a cosechar los frutos de la siembra cultural. Por lo que tiene pensado llevar a sus pequeños y a los más grandecitos a varios escenarios regionales, nacionales e internacionales.

 

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Jesús González/Ciudad VLC/Foto Cortesía.

 

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